Treinta años después, el Gobierno argentino levantó el secreto sobre el informe que calificó la invasión de las islas como una aventura militar sin preparación ni organización, recomendando prisión perpetua o pena de muerte para Galtieri y otros altos oficiales.
Treinta años más tarde 21 mil veteranos de guerra, considerando los diez mil que invadieron las islas, cuatro mil oficiales y siete mil efectivos que estaban embarcados en el Atlántico, reciben una pensión equivalente a mil dólares mensuales, y se manifiestan agradecidos.
Claro que unos mil quinientos soldados no resistieron la presión de la posguerra ni la postergación o indiferencia de los primeros años. Treinta años más tarde, los gobiernos de Argentina y Gran Bretaña reinician una escalada de declaraciones dejando en claro que no renuncian a la soberanía de las islas.
Treinta años más tarde, con reservas comprobadas de petróleo que otorgan un enorme valor estratégico a la zona, el panorama económico es distinto. Obliga a encarar las cuestiones medioambientales, actualizar el acuerdo sobre pesca y definitivamente obligan a pensar en una asociación rentable entre los antiguos enemigos.
En materia de soberanía, por ahora es difícil proyectar cambios. Y la situación afecta a Chile. Treinta años más tarde, aún persiste el sentimiento de que Chile no estuvo del lado argentino en la disputa.
Publicidad