Hacia el este, la destrucción de esta ciudad siria en la frontera con Turquía es casi completa. Cada edificio, casa, tienda y calle está en ruinas. Son las impresiones de Quentin Sommerville, corresponsal de la BBC en Oriente Medio. 

En un muro, sobre el destruido salón de conferencias del centro cultural de la ciudad, un francotirador de EI, Abu Tarab, ha escrito en árabe lo que le augura a la localidad: "Sangre, sangre, decapitación, destrucción".

EI cumplió en parte esa promesa, pero no totalmente. Kobane está quebrada, aunque no derrotada.

La última palabra la tienen los kurdos. Debajo del grafiti de EI, un combatiente ha escrito: "Kobane es el cementerio de Estado Islámico".

Revisa este video también:

Unos metros a la distancia, los cadáveres de tres militantes de EI yacen en descomposición cerca de un cráter hecho por un bombardeo aéreo de las fuerzas de la coalición. El impacto de la explosión los destrozó en pedazos, una calavera yace en una canaleta.

Peligro en todas partes

Los yihadistas islámicos y los kurdos se enfrentaron durante meses a partir de septiembre, algunas veces separados por apenas unos metros.

Todavía hay muchos peligros aquí. Por toda la localidad se ven los pesados morteros de acero, todavía cargados de municiones, oxidándose en las calles.

Un alerón estabilizador de vuelo está enterrado, de manera casi cómica, en el pavimento. EI podrá haber abandonado el sitio pero todavía no es seguro para la gente regresar.

Son los kurdos los que quedaron en pie, algunos con trofeos del combate.

Me encuentro con un combatiente que desenvuelve con orgullo de su chaqueta una bandera de EI. Me dice que usaron coches bomba, llenos de explosivos, contra sus retenes.

Más de 40 coches bomba en total, "es más de lo que usaron en Mosul", dice otro.

Desde esa ciudad iraquí, los militantes trajeron armas pesadas, artillería y tanques, para la pelea aquí.

Cientos de kurdos murieron en los combates, pero más de 1.000 militantes de EI perecieron.

La mayoría de los civiles abandonaron Kobane. Aquellos que se quedaron tendieron cortinas en las calles para esconderse de los francotiradores de EI.

Durante los combates, soportando frío y oscuridad, Rahima y sus 12 hijos y nietos rehusaron irse.

"Enfrentamos dificultades", cuenta. "Teníamos hambre, teníamos sed pero no hay diferencia con los combatientes".

"Ellos se quedaron y nosotros nos quedamos. Estábamos aquí en el sótano, cuando ellos tenían comida la compartían con nosotros. Fue duro pero, gracias a Dios, sabíamos que venceríamos".

Su nieta, Leyla, se yergue con orgullo cuando le pregunto si tuvo miedo.

"Aquellos que no han visto la maldad que ocurrió aquí, la verán ahora", me dice la niña de 12 años.

"Las autoridades kurdas no nos abandonaron. Ahora estamos yendo a la escuela. Y estamos muy felices porque podremos regresar a nuestras aldeas. Liberaron nuestras tierras", añade con orgullo.

Gran sacrificio

Ahora hay silencio en la ciudad y lo que queda de ésta en las calles, con solo un poco de fuego de armas esporádico que marca el hecho que Kobane está en paz.

Pero el desalojo de EI vino con un alto costo. Cientos de ataques aéreos de las fuerzas de la coalición aplastaron casi toda la ciudad.

Y los militantes de EI no se fueron muy lejos, están a menos de 8km de aquí. Así que, mientras Kobane ha sido liberada, la lucha contra los militantes continúa.

Hacia el oeste, entre los edificios que en un entonces estuvieron bajo construcción, un cementerio para mártires kurdos ocupa el lodazal.

Flores de plástico lo adornan y en las lápidas están los nombres de los muertos escritos cuidadosamente en pintura verde.

Dos niñas pequeñas juegan cerca. Se ríen y entonan una canción, "ya vienen los combatientes, ya vienen los combatientes", una y otra vez.

Me dirijo hacia el este, más cerca del frente de batalla. Aquí, los combatientes kurdos son jóvenes y están decididos. Pero, aún en tres costados, están casi rodeados por EI.

"La ciudad ha sido liberada. Es una gran victoria. Pero la victoria mayor se dará cuando se liberen todas las aldeas alrededor de Kobane", expresa un combatiente.

No permitiremos que un solo militante de EI sobreviva en Kobane, ni en una de las aldeas ni en ninguna parte de nuestra tierra

De regreso en verja verde, cerca de la línea ferroviaria que separa a Siria de Turquía, se puede escuchar el ruido de los aviones de la coalición sobrevolando.

Está oscuro y hay nubes bajas pero, de repente, a la distancia se oyen cuatro fuertes explosiones. En el frente de batalla al oeste, la guerra contra EI continúa.

Es una guerra que será recordada por la batalla de Kobane. Las calles revelan que, con la ayuda extranjera, EI puede ser derrotado, pero sólo con un gran sacrificio.

Publicidad