El agua del grifo que usamos para beber esta contaminada con fibras de plástico microscópicas.

Esta es la conclusión de un nuevo estudio que analizó 159 muestras tomadas en distintos países de cinco continentes

La contaminación no distingue entre naciones ricas y pobres, señalaron los investigadores de la Universidad Estatal de Nueva York y la Universidad de Minnesota, quienes participaron en el estudio comisionado por Orb Media, una organización sin fines de lucro en Washington DC.

De todas las muestras recabas, el 83% contenía microplásticos.

El país con el índice más elevado fue Estados Unidos con un 94%, donde se tomaron muestras -entre otros- en el Capitolio, la Torre Trump en Nueva York y la sede central de la Agencia de Protección Ambiental en Washington DC.

Líbano (93,8%) e India (82,4%) son los países que siguen en la lista.

Las muestras también ofrecen índices para Ecuador, con un 79,2% y Europa (72,2%), entre otros.

En el pan y la leche de fórmula

A diferencia de otros estudios que se centran en las presencia de microplásticos en el océano y cómo estos pueden ingresar a la cadena alimentaria a través de los peces que consumimos, este revela la extensión de la contaminación por plásticos en el ambiente global.

Y si los microplásticos están presentes en el agua del grifo, esto significa que, con toda probabilidad, se encuentran en los alimentos que consumimos y que están preparados con agua, como el pan, la sopa, la pasta o la leche de fórmula para los bebés, dicen los autores del estudio.

"Dado que se trata del primera investigación global sobre la contaminación por plástico en el agua de grifo, los resultados de este estudio sirven como un panorama inicial de las consecuencias del uso y la eliminación del plástico, más que como una evaluación extensa sobre la contaminación global de plástico", le dijo a la publicación PRI Sherri Mason, pionero en la investigación del tema y supervisor del estudio de Orb.

Origen

No se sabe con certeza cómo llegaron estas fibras contaminantes al agua de grifo, pero un lugar de procedencia evidente es la atmósfera, que contiene fibras que se desprenden por el uso de la ropa sintética y de las alfombras.

También ingresan al sistema de cloacas a partir de los lavados de ropa -según un estudio reciente, cada ciclo de lavado en una lavadora puede liberar al medioambiente 700.000 fibras- y a partir de la fragmentación de trozos de plástico más grandes, que en su mayoría no son biodegradables.

Tampoco se sabe qué implicaciones puede tener esto para la salud humana, pero expertos temen que estas fibras sean capaces de transferir toxinas, como una suerte de puente entre sustancias químicas peligrosas del agua y el cuerpo humano.

"Tenemos suficiente data de estudios sobre el impacto en la vida silvestre" como para estar preocupados, aseguró Mason.

"Si tiene un impacto en ellos (los animales), ¿cómo pensamos que no va a tener un impacto en nosotros?".

Agua de botella

Otro dato que arrojó el estudio es que el problema no se ciñe solo al agua corriente: también se hallaron microplásticos en un par de muestras de agua embotellada de EE.UU.

Cada año se producen cerca de 300 millones de toneladas de plástico, de los cuales sólo se reciclan o incineran el 20%.

El resto acaba en el aire, la tierra o el mar.

De acuerdo a un estudio reciente, desde los años 50 se han producido en todo el mundo más de 8.300 millones de toneladas de plástico.

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