Entrar a un bar, montar en taxi o hacer compras en un supermercado en Reino Unido puede tener un elemento en común: en todos se escucha la misma música, las mismas canciones, los mismos acordes, las mismas letras?

Ed Sheeran es el nuevo "omnipresente". Su último álbum, "Divide" lideró las listas de popularidad en 14 países y en Reino Unido sus 12 canciones dominaron la lista de los 20 preferidos por tanto tiempo que hubo llamados a reconsiderar la manera en la que se hace la lista misma. El tembloroso sentimentalismo de su tema "Castle On The Hill" se ha convertido en un nuevo himno nacional.

Pero si el cabello rojo y rebelde de Sheeran y sus canciones de amor pegadizas obsesionan al Reino Unido moderno, nada se compara con el asombro y la admiración que provocó un misterioso bardo en el siglo XVI.

Su nombre era John Dowland y el estilo inigualable que creó ha servido desde entonces de inspiración a músicos ingleses de todas las generaciones.

Los misterios del bardo

Para haber sido un músico tan influyente, sabemos sorprendentemente poco de la vida de Dowland.

Se estima que nació en 1563, probablemente en Londres, que viajó mucho, que sirvió primero a la reina Isabel I; después, al rey danés Christian IV y, tras un escándalo por "conducta insatisfactoria", tuvo que salir huyendo de Dinamarca.

También se sabe que fue rechazado por la corte inglesa, probablemente por ser católico, y que a pesar de su considerable fama, como todo poeta clásico, murió en la más extrema pobreza.

Pero su final trágico y su historia de leyenda no han hecho que escape de la polémica: para algunos Dowland fue en realidad un espía y un traidor; para otros, uno de los padres de la melancolía inglesa.

Las puertas de la melancolía

"Se dice que su lema era 'Semper Dowland, semper dolens' lo que significa 'siempre Dowland, siempre doloroso'. Como en los casos de Leonard Cohen o Tom Waits, su angustia era a veces indistinguible de su música", explica a la BBC el musicólogo Pierre Huard.

Pero la música distintiva de Dowland no fue sólo un ejercicio de introspección personal. Fue el retrato sonoro de una época y un lugar, la Inglaterra del siglo XVI que estaba obsesionada con el concepto de "melancolía".

Para el crítico musical Ted Libbey, "la melancolía era entonces el signo de un individuo superior", la señal inequívoca de que alguien "era maduro y capaz de sentir profundamente", según escribió para el sitio web de NPR.

Estas ideas permearon todo el siglo XVI, al punto que un erudito escribió un tratado sobre la melancolía y Shakespeare puso a muchos de sus personajes, como Hamlet, a debatirse con cuestiones existenciales.

Dowland no fue la excepción.

Como los buenos músicos de todos los tiempos, llenó sus canciones de los sentimientos y las pasiones que eran más populares en su época.

Un innovador

Pero los aportes del bardo a la música no quedaron en la elección de temas románticos y de la melancolía, que luego serviría de base para el pop.

Dowland fue uno de los primeros compositores en popularizar el laúd en Inglaterra, que dejó de ser entonces de uso exclusivo de la burguesía y provocó así una silenciosa revolución musical.

"El laúd permitió que las personas pudieran hacer música en casa por su cuenta", explica Olga Hernández Roldán, profesora de la Escuela Superior de Canto de Madrid.

La música de Dowland pronto se volvió extraordinariamente popular, al punto que uno de los libros con sus canciones fue reimpreso cuatro veces a finales del siglo XVI.

"Tuvieron un gran efecto en el público y ayudaron a convertir el inglés en una 'lengua europea', afirma Huard.

El 'Shakespeare de la música'

No es entonces de extrañar que muchos especialistas y amantes de la música de la época isabelina lo consideren el "primer cantante y compositor moderno".

Aunque Dowland no llevaba una chaqueta de cuero negro y el cabello como Sheeran, su expresión musical, combinada con un estilo simple e intenso, lo volvieron uno de los fundadores de la estética del pop moderno.

En opinión de Huard, su obra fue intemporal y símbolo, a su vez, de una época. De ahí que lo considere el "Shakespeare de la música".

Y si algunos historiadores cuestionan la influencia de Dowland en la música contemporánea, ahí están autores del siglo XXI como Benjamin Britten y Parry Grainger, que han adaptado y reimaginado piezas del bardo inglés.

Pero las influencias de John Dowland no quedaron ahí.

Se extendieron a lo largo de la historia de la música del siglo XX y llegaron a autores como Edward Elgar y grupos como Pink Floyd lanzaron canciones inspiradas en obras del bardo.

Grupos como "Dowland Project" mezclan de forma elegante sus piezas clásicas de laúd con el jazz moderno, mientras autores como Elvis Costello han cantado versiones de Can She Excuse My Wrongs? ("¿Puede ella disculpar mis errores?").

Fue uno de los músicos amados de la generación hippie y se coló en las letras de The Smiths y Morrissey.

Y en 2006 Sting grabó un álbum con canciones de Dowland e, incluso, recreó una vieja bodega de vino de la época de Isabel Tudor para grabar In Darkness Let Me Dwell ("Déjame morir en la oscuridad").

Naturalmente, no todos estos músicos fueron influidos directamente por Dowland.

Pero sí por la melancolía y el estilo que él ayudó a fundar, un modo de ser y de sentir que forma parte ya de la identidad de Inglaterra.

Y dado el prominente lugar que tiene Reino Unido en el ámbito de la música moderna, se puede decir que la influencia de Dowland, como la música de Sheeran, es un fenómeno internacional.

Lee la historia original en inglés en BBC Culture

Publicidad