Escondido en una pequeña habitación en la capital de Checoslovaquia, usando pasaportes falsos y una prótesis que le transformaba el rostro, Ernesto "Che" Guevara anticipó en 1966 que el capitalismo triunfaría en la Unión Soviética.

"Se está regresando al capitalismo", sentenció el argentino-cubano en Praga, casi un cuarto de siglo antes del colapso de la URSS.

Aquella premonitoria conclusión era parte de un texto que permaneció durante décadas inédito y en el que el Che critica el rumbo que en ese entonces tomaba el bloque socialista de Europa del Este.

Guevara observaba que ideas y valores capitalistas habían sido reincorporados en las políticas económicas soviéticas, influenciando cada vez más a la sociedad.

Esos apuntes forman parte de una colección de escritos que son (poco) conocidos como los "cuadernos de Praga", las reflexiones que Guevara hizo en la capital checoslovaca en los meses posteriores a su paso no muy afortunado por el Congo y previos a su última campaña guerrillera en Bolivia.

En ese tiempo, el Che dejaría de lado el fusil y la boina con la estrella para concentrarse en la filosofía, los debates marxistas de la época, y las dificultades económicas para la tan añorada transición al socialismo.

Ese fue el marco en el que el icónico personaje ejecutado en La Higuera, Bolivia, hace cinco décadas realizó sus controversiales críticas a la ortodoxia marxista y al rumbo del bloque socialista.

Críticas que, desde luego, no gustaron nada a la nomenklatura soviética.


Al dogmatismo intransigente de la época de Stalin ha sucedido un pragmatismo inconsistente. Y, lo que es trágico, esto no se refiere sólo a un campo determinado de la ciencia; sucede en todos los aspectos de la vida de los pueblos socialistas, creando perturbaciones ya enormemente dañinas pero cuyos resultados son incalculables.

En el curso de nuestra práctica y de nuestra investigación teórica llegamos a descubrir un gran culpable con nombre y apellido: Vladimir Ilich Lenin.

Ermesto "Che" Guevara. ("Apuntes críticos a la economía política"). Praga. 1966.


Dentadura postiza

Guevara desembarcó en Praga siendo uno de los hombres más buscados por los servicios de inteligencia del mundo.

Alternaba dos identidades, una de uruguayo y otra de español, usaba una dentadura que le envejecía el rostro y no tenía barba ni cabello.

Es un periodo tan difuso en la vida del guerrillero que la mayoría de sus biografías, incluso las más consagradas, le dedican muy pocas páginas.

No se sabe a ciencia cierta cuántas personas conocían del paradero del Che en 1966, pero la escritora y traductora checa Blanka Stárková afirmó en 2013 que el secretismo fue tal que la élite política de Checoslovaquia recién supo de ese paso a principios de la década del 70.

Tampoco está claro porqué se eligió Praga en lugar de cualquier otra ciudad de Europa del Este, pero los que hablaron al respecto coinciden en que el objetivo era poner a Guevara fuera de los radares mundiales.

"Lo sabían solamente los servicios secretos cubanos que organizaron su estancia", dijo Stárková, quien además tradujo al checo "Los cuadernos de Praga", una novela histórica sobre las vivencias del guerrillero en aquella ciudad escrita por el diplomático argentino Abel Posse.

Es precisamente Posse, pese a no ser afín a las ideas guevaristas, uno de los escritores que se concentraron en esa etapa de la vida del Che, "casi medio año entre la desilusión/derrota del Congo y el esfuerzo final y trágico de Bolivia".

El escritor desembarcó en la capital checa años después que Guevara y, según su relato, ahí comenzó a escarbar las huellas del paso de su compatriota.

"Praga. 1966. Apuntes filosóficos. Café Slavia. Primera salida en solitario. Pido un té, fumo mi pipa con tabaco Amsterdamer, un lujo para el retornado guerrero. Conseguí la mesa de la ventana. Inauguro los Cuadernos de Praga", así arranca la novela de Posse.


El Che cuestionaba la posibilidad de construir el socialismo con armas del capitalismo como incentivos al mercado, estímulos individuales y valores que conllevan al capitalismo
Lucas Villasenin, profesor de filosofía argentino. 


Regreso al capitalismo

Si bien los biógrafos destacan que el Che combinó permanentemente sus campañas militares y labores de alto funcionario del gobierno cubano con el estudio, fue tal vez la etapa de Praga la que más tiempo le permitió dedicarse a la producción de ideas.

Fue cuando se planteó realizar una crítica al recordado "Manual de Economía Política" de la Academia de Ciencias de la URSS (1954), el texto encomendado por Stalin que durante décadas fue una de las brújulas teóricas del comunismo mundial y una especie de biblia de la ortodoxia marxista.

En criterio del profesor de filosofía argentino Lucas Villasenin, durante sus meses en Checoslovaquia Guevara vive "un periodo de mucha reflexión y estudio después del fracaso de la experiencia guerrillera en África".

"Era un tipo obsesionado por el estudio de la filosofía, pero no por una cuestión de erudición o de incorporar más conocimientos, sino porque entendía que la filosofía era una herramienta fundamental para comprender el mundo que buscaba cambiar", afirma el estudioso de la obra del Che en conversación con BBC Mundo.

Villasenin recordó que alguna vez Aleida March, la segunda esposa de Guevara, reveló que el argentino-cubano estaba obsesionado con la obra de Hegel.

Al respecto de la postura crítica del Che ante la doctrina soviética, Villasenin explica los motivos por los que llegó a aseverar que "se está regresando al capitalismo".

"El Che cuestionaba férreamente la posibilidad de construir el socialismo con armas del capitalismo como incentivos al mercado, estímulos individuales y el conjunto de valores que conlleva el capitalismo", cuenta el estudioso de la obra de Guevara.

El profesor argentino añadió que el Che no sólo cuestionaba aquello, sino también "las formas autoritarias y poco democráticas en las que se daban los debates".

"Por otro lado, veía necesario apoyar parcialmente la economía cubana en la Unión Soviética, sin generar lazos de dependencia como sucedería años después de su muerte cuando Cuba comenzó a producir azúcar casi exclusivamente para la URSS", concluye Villasenin.

A pesar de lo difundida que es la figura de Guevara en todo el mundo, sus obras no llegaron a ser consideradas dentro de los grandes textos marxistas del siglo XX como los de Antonio Gramsci, Louis Althusser o, incluso, Mao Zedong.


"Nuestra tesis es que los cambios producidos a raíz de la Nueva Política Económica (NEP) han calado tan hondo en la vida de la URSS que han marcado con su signo toda esta etapa. Y sus resultados son desalentadores: la superestructura capitalista fue influenciando cada vez más de forma más marcada las relaciones de producción, y los conflictos provocados por la hibridación que significó la NEP se están resolviendo hoy a favor de la superestructura; se está regresando al capitalismo".

Ermesto "Che" Guevara. "Apuntes críticos a la economía política". Praga. 1966.


La rueda de la historia

Un año antes de llegar a Praga, el Che escribió una carta al entonces ministro cubano de cultura, Armando Hart, en la que llama "ladrillos soviéticos" a los manuales marxistas que llegaban de la URSS.

Los estudiosos de la obra del guerrillero sitúan entre 1963 y 1965 el desmarque de Guevara del socialismo que exportaban los soviéticos y comenzó a cuestionar el "seguidismo ideológico" cubano.

Sin embargo, a medida que se profundizaban las críticas del Che al sovietismo, la isla se aferraba cada vez más a Europa del Este en medio de los primeros años de embargo estadounidense.

Guevara fallecería poco más de un año después de sus días de prótesis, calvicie fingida, pasaportes falsos y los "cuadernos de Praga".

Caería en la guerrilla de Bolivia, una campaña militar que todavía es objeto de todo tipo de debates.

Sin embargo, como Fidel Castro llegaría a reconocer mucho tiempo después, el Che acertó en al menos una cosa.

Vaticinó que la "rueda de la historia" sí puede dar marcha atrás y que el socialismo soviético no era tan infalible como los soviéticos querían que se creyera.

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