Cerca del río Acaray, hacia la frontera con Brasil y Argentina, una casa abandonada en el oriente de Paraguay guarda secretos oscuros del gobierno militar más largo en la historia de Sudamérica.

Alfredo Stroessner, el controvertido militar que gobernó el país entre 1954 y 1989 solía pasar temporadas cortas en la zona, lejos del ruido de Asunción, la capital.

Pero desde que fue expropiada a inicios de los 90, la quinta El Pinar, en la Finca 66, en Ciudad del Este, ha tenido un destino tan oscuro como el de los años en que la habitaron.

Su propiedad se ha disputado por años y nadie parece saber a ciencia cierta a quién pertenece: medios paraguayos se debaten entre si se trata de un terreno municipal o si pertenece, en realidad, a un nieto de Stroessner.

Pero entre tanto, desde hace casi tres décadas, la quinta, de unas 30 hectáreas, ha sido frecuentemente ocupada tanto por adictos que iban allí a perforar sus venas como por grupos, familias o personas sin hogar que una y otra vez han sido desalojados.

La mansión semiderruida también ha sido motivo frecuente de leyendas: los que viven en la zona la llaman "la casa del horror" y creen que oculta desde tesoros hasta "fantasmas".

De hecho, por ciertos vericuetos del azar, unas familias que ocuparon el lugar a finales de agosto pusieron pies en polvorosa esta semana tras un macabro hallazgo.

Mientras rompían los azulejos de un baño en busca de tesoros ocultos encontraron cráneos y huesos humanos.

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"Hay rumores de que aquí hay oro y lo que encontramos fueron restos óseos. El que estaba escavando para buscar el oro salió corriendo", contó uno de los testigos a una televisora local.

Se trata, al parecer, de al menos tres cráneos y otros restos humanos que nadie sabe cómo llegaron allí o a quién pertenecen.

Pero entre los familiares de desaparecidos durante el gobierno de Stroessner, la noticia ha sido una esperanza recobrada: la posibilidad de tener un despojo de los que perdieron, de salvarlos del olvido al que los intentaron reducir en aquellos años oscuros y los que han venido después.

"Es una noticia que nos desconcierta a todos por la posibilidad de que sean desaparecidos. Incluso yo voy con la esperanza de descubrir si mi padre es uno de los que está allí", le dice a BBC Mundo el doctor Rogelio Goiburú, jefe de la Dirección de Memoria Histórica y Reparación del Ministerio de Justicia, quien es también hijo de un desaparecido.

De acuerdo con Goiburú, un equipo de su oficina y la Fiscalía visitará el lugar la próxima semana para recolectar la osamenta e intentar determinar su identidad.

Sin embargo, indica que el hallazgo, por lo que se ha visto de momento, deja más dudas que certezas.

"Lo que hemos visto por las imágenes que han llegado desde allí son restos humanos que no están articulados y cuando se entierra a alguien, generalmente los huesos conservan otra estructura. Tenemos que investigar si esos cráneos y huesos fueron enterrados o traídos hasta allí", afirma.

La dictadura

De acuerdo con el informe de la Comisión de la Verdad, creada en 2004, unas 500 personas desparecieron y otras 19.000 fueron torturadas durante los 35 años del gobierno de Stroessner.

"La persecuciones políticas y las violaciones de derechos humanos dejaron una herida que el país aún no ha terminado de sanar", cuenta a BBC Mundo el historiador paraguayo Carlos Pérez Cáceres.

El autor de "Dictadura y Memoria" señala que durante esos años, el nacionalismo y un duro discurso anticomunista fueron la maquinaria ideológica que echó a andar un complejo aparato represivo orientado a controlar la disidencia interna.

Pero tres décadas después del final del régimen de Stroessner, su legado sigue siendo un tema que parte en dos las aguas en el país.

"Cuando Stroessner se fue, sus militares se quedaron al mando o siguieron ocupando ministerios. Entonces se trató de ocultar o desviar la atención de las atrocidades que tuvieron lugar durante la dictadura", cuenta.

A diferencia de otros países de la región, la búsqueda y reparación de víctimas de la represión militar no ha formado parte activa de la política de sus sucesivos gobiernos y las familias de los desaparecidos alegan que el tema es tabú y a la sociedad no le interesa investigar su pasado.

De hecho, en 30 años, solo se han encontrado 37 cuerpos de personas presuntamente desaparecidas durante esa época, de las que solo se han conseguido identificar a cuatro.

El país tampoco ha juzgado a los principales responsables de las violaciones a los derechos humanos durante el régimen y solo un pequeño grupo de policías y un civil han ido a los tribunales.

De ahí que el nuevo hallazgo de potenciales víctimas haya causado conmoción en el país suramericano, que sigue dividido entre los que ven a Stroessner como el héroe que salvó a Paraguay del comunismo y quienes lo consideran como uno de los peores dictadores que ha dado el continente.

Sin embargo, aunque las desapariciones forzadas fueron parte de una "política de estado" en la nación, el lugar donde se encontraron los huesos ahora no deja de inquietar a los expertos.

"Fue una sorpresa porque durante el largo proceso de la dictadura se dieron varios esquemas que se fueron repitiendo a lo largo de los años y uno de ellos trataba de separar al dictador de sus políticas represivas", señala Pérez Cáceres.

"Es decir, la gente pensaba que los que estaban debajo de Stroessner eran los culpables, pero no él. Entonces, que aparezcan unos restos humanos en una propiedad del dictador no deja de ser muy extraño", agrega.

"La casa del horror"

Como casi todo lo que rodea la vida del general paraguayo, sus estancias en la quinta El Pinar de Ciudad del Este son unas de las tantas páginas todavía por escribir de la historia reciente de la nación.

"Están documentado con el testimonio de muchas víctimas que Stroessner era un pedófilo y que le llevaban criaturas de 9, 10, 12 años para que tuviera relaciones con ellas. No es de extrañar que en esta casa, sus militares también le recibieran con criaturas de la zona", dice Pérez Cáceres.

"Hay testimonios de esos abusos que ahora es que se está empezando a investigar en la Fiscalía y son hechos bastante aberrantes".

Se sabe que el predio pasó a manos de Stroessner en 1962, luego de que se repartiera con otros 16 generales la llamada Finca 66, que según la prensa local figuraba como "una reserva la Cámara de Diputados".

Desde entonces se convirtió en una de las tantas casas que el presidente tenía por todo el país, pero algunos aseguran que estaba entre sus favoritas.

De hecho, Ciudad del Este, la segunda ciudad más importante de Paraguay, fue renombrada en honor del general gobernante: se llamó Puerto Presidente Stroessner hasta 1989.

Pero los expertos creen que por su cercanía estratégica a la Triple Frontera, la mansión constituyó más que una casa de descanso.

De hecho, de acuerdo con Goiburú, los rumores sobre la presencia de cuerpos humanos allí han rondado la zona por largo tiempo.

"Hace cinco años yo viajé a este lugar porque tenía un testimonio de que en algún momento unas personas habían levantado una baldosa en la casa y encontraron un cráneo y que en el patio había restos óseos humanos", recuerda.

Sin embargo, dice que una inspección superficial del área en aquel entonces no le permitió corroborar la información que le llegó.

"Obviamente para realizar un trabajo de búsqueda y de excavación en un lugar privado se necesita la orden de un juez y un juez necesita un testimonio contundente y no lo teníamos", asevera.

Sin embargo, vecinos del área contaron a las televisoras locales que los "buscadores de oro y plata" que llegan con frecuencia a los predios suelen encontrar huesos y, aunque han hecho denuncias, nunca se habían tomado en cuenta, hasta ahora.

Pero, de acuerdo con Goiburú, el hallazgo podría abrir nuevas dimensiones a las investigaciones sobre las violaciones a los derechos humanos durante el régimen.

"En Paraguay, las casas particulares eran también lugares donde se torturaban a las personas, junto a las dependencias de la policía o del Ejército. De hecho, en una casa en Asunción fue donde se encontró el llamado Archivo del Terror, que muestran los vínculos de la dictadura con la Operación Cóndor", afirma.

"Ahora tenemos la gran duda de ver si en esta casa puede haber algo más. Pero aunque no lo haya, lo más importante sería que pudiéramos identificar esos restos, ponerle un nombre y, si son desaparecidos, poderle dar un poco de paz a esas familias", agrega.

 

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