Cuando comienza la temporada de lluvias en el este de África, se inicia uno de los espectáculos más maravillosos de la naturaleza: la migración de animales salvajes más grande del mundo en la que de dos millones de jirafas, antílopes, gacelas y cebras dejan la sabana de Tanzania en busca de nuevos pastizales en Kenia.

Unos meses más tarde, regresan completando un círculo que se extiende por cientos de kilómetros.

Pero este increíble viaje que se repite año tras año en el ecosistema Serengueti-Masái Mara corre peligro por la invasión de una serie de plantas que llegaron de América del Sur y Centroamérica.

Utilizadas en principio para decorar los complejos turísticos dentro de la reserva natural, estas plantas exóticas comenzaron a expandirse y a desplazar a las especies nativas de las que dependen los animales que cruzan las planicies.

Los animales no pueden alimentarse de estas plantas porque en algunos casos tienen un sabor desagradable y, en otros, pueden ser tóxicas.

Si no se toman medidas urgentes para destruir y contener el crecimiento de estas plantas, los animales que se alimentan de los pastizales corren un serio peligro, advirtieron investigadores del Centro de Biociencia Agrícola Internacional (CABI, por sus siglas en inglés), que centraron su informe en las seis plantas que causan más daño.

Plantas peligrosas

Una de las plantas más dañinas es la Chromolaena odorata, una maleza tan agresiva que en inglés la llaman "maleza del diablo".

Según el estudio del CABI, esta planta ya ha reducido las posibilidades de supervivencia de los cocodrilos del Nilo en Sudáfrica y los gorilas de las tierras bajas en Camerún.

Otra es la Parthenium hysterophorus, comúnmente llamada escoba amarga y, en inglés (lo cual pone en evidencia su efecto), la maleza de la hambruna.

Esta maleza está considerada como una de las 10 plantas más peligrosas del mundo: en el Parque Nacional Kruger, en Sudáfrica, por ejemplo, aniquiló a las especies nativas y, según los investigadores del CABI, esta planta de las regiones tropicales de América ya ha logrado infiltrarse en 34 países africanos.

El principal problema de la escoba amarga es que madura (desde que es una semilla) en cuestión de 4 o 6 semanas, y puede alcanzar una altura de cerca de dos metros.

Además, cada planta, puede producir entre 10.000 y 25.000 semillas.

Por otra parte -y a diferencia de lo que ocurre en América Central- en África no hay insectos depredadores que puedan frenar su expansión.

Otra de las plantas invasoras -el nopal tunero costero (Opuntia stricta)-, también importado de América, daña directamente al animal que la come.

Esta planta rastrera suculenta está armada de espinas que lastiman las encías, la lengua y la garganta del animal, pudiendo provocar infecciones bacterianas.

Solución

Según el estudio, la situación puede mejorar si ponen en práctica tres medidas clave.

En primer lugar, recomiendan eliminar estas plantas de los hoteles y otras instalaciones turísticas a la mayor brevedad posible.

Segundo, sugieren combatir estas plantas en los lugares donde hay concentraciones menores, ya que esta estrategia es más efectiva que la de intentar eliminarlas en los sitios donde están muy establecidas.

Por último, recomiendan explorar el uso de escarabajos u otros insectos para atacar a las plantas.

"En donde sea posible, deben implementarse soluciones de control biológico", concluye Warne Witt, coordinador de CABI.

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