En teoría, una condena a nueve años y medio de cárcel por corrupción y lavado de dinero debería acabar con la carrera de cualquier político alrededor del mundo.

Pero en el caso del brasileño Luis Inácio Lula da Silva, eso aun está por verse.

La sentencia judicial de este miércoles contra Lula supone, sin dudas, un revés durísimo para el hombre de 71 años que presidió Brasil entre 2003 y 2010 con enorme popularidad e influencia en la región.

El juez federal Sérgio Moro determinó que Lula recibió aproximadamente US$1,1 millones en sobornos de la empresa constructora OAS, en la forma de un remodelado apartamento tríplex en el litoral de Sao Paulo.

Más aun, Moro ?que conduce la colosal causa de corrupción en la petrolera estatal Petrobras? concluyó que el líder y precandidato del Partido de los Trabajadores (PT) para las elecciones de 2018 está impedido de ejercer cargos públicos.

Entonces, ¿llegó el fin de la carrera política de Lula?

No necesariamente, afirman diferentes analistas brasileños, observando la situación legal y política del expresidente.

"Todavía no podemos decir que es el fin de su carrera política", advierte Cristiano Noronha, de la consultora Arco Advice en Brasilia, en diálogo con BBC Mundo.

Condenado pero en libertad

Un factor clave en esto es que, pese a la firmeza de la sentencia que enfrenta, el expresidente continúa en libertad.

El juez Moro determinó que podrá apelar el fallo sin ser sometido a prisión cautelar, señalando la necesidad de "prudencia" y de evitar "ciertos traumas" por tratarse de un expresidente.

Esto significa que solo si la condena es confirmada en segunda instancia por el Tribunal Regional Federal de la 4ª región de Brasil, Lula -quien enfrenta otros cuatro juicios- comenzará a cumplir la pena.

Del mismo modo, de acuerdo a la ley, la prohibición de ser candidato recién se aplicaría a Lula si ese tribunal reafirmara la condena.

El expresidente no lo tendrá fácil: los tres jueces que tratarán la apelación han mantenido o aumentado las penas en la mayoría de las sentencias de Moro que revisaron, aunque también absolvieron por ejemplo al ex tesorero del PT, João Vaccari.

Sus decisiones demoran en promedio más de un año, las elecciones brasileñas están marcadas para octubre de 2018 y hasta ahora las encuestas colocan a Lula al frente de las intenciones de voto.

"Lula ha sido bastante expuesto con toda esta investigación y aun así lidera las encuestas", dice Noronha. "Esto todavía no fue capaz de colocarlo completamente fuera de la disputa".

"Discurso de víctima"

Claro que presentarse a la elección con una condena por corrupción a cuestas demandaría a Lula un acto de malabarismo extremamente difícil, sobre todo si lograse pasar a la segunda vuelta.

Y un triunfo electoral del expresidente es considerado casi imposible por muchos actualmente.

Pero los escándalos en torno a Petrobras que sacuden a Brasil desde hace tres años han extendido en la sociedad la idea de que la corrupción salpica al espectro político en general.

Una encuesta de la empresa Ipsos reveló el mes pasado que, para cuatro de cada cinco brasileños, las investigaciones muestran que todos los partidos son corruptos, aunque el PT sea el más asociado a ese problema.

Este panorama puede favorecer a Lula, un exobrero metalúrgico nacido en la pobreza que aun es popular entre la clase trabajadora por haber gobernado durante un boom económico que permitió a millones de brasileños ascender a la clase media.

"Como creen que todos los políticos son corruptos, continúan votando por Lula porque Lula, a pesar de ser corrupto, mejoró sus vidas", señala Alberto Carlos Almeida, un experto en opinión pública en el Instituto Análise de Sao Paulo y autor del libro "La cabeza del brasileño".

Almeida dice a BBC Mundo que aun si no se pudiera presentar a las elecciones, el expresidente tendrá influencia para escoger al próximo candidato del PT.

La defensa de Lula reiteró tras el fallo de este miércoles que el expresidente es "inocente" y que la condena de Moro "ataca al Estado de derecho en Brasil".

"Lula sufre una persecución judicial sin paralelo en la historia brasileña", señalaron las bancadas del PT en el Congreso en un comunicado. "Intentar volver a Lula inelegible es transformar las próximas elecciones brasileñas en un gigantesco fraude".

En cambio, los fiscales que actuaron en el caso indicaron que van a recurrir la sentencia de Moro y pedir una pena mayor para Lula.

Marco Antonio Teixeira, un politólogo de la Fundación Getúlio Vargas, una universidad de élite en Brasil, cree que el expresidente aun tiene posibilidades de competir en la elección.

"¿Qué salió de nuevo hoy sobre Lula que nadie supiera?", pregunta Teixeira.

A su juicio, Lula seguirá apelando al "discurso de víctima", sobre todo si el actual presidente Michel Temer logra mantenerse en el cargo pese a las acusaciones de corrupción que enfrenta.

Temer sustituyó a la ahijada política de Lula, Dilma Rousseff, destituida el año pasado en un juicio político, pero los escándalos y la baja popularidad del presidente podrían beneficiar al PT como partido de oposición.

"La decisión del juez Moro tiene un sentido doble", explica Teixeira a BBC Mundo.

"Es conmemorada por los anti-lulistas, pero no tiene efecto en términos de prisión y no es suficiente para sacar a Lula de la disputa (electoral) de 2018".

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