¿Hay vientos a favor del Apruebo? Esa es la sensación que se ha instalado en la última semana en el mundo político luego de que reventaran las voces públicas a favor de una u otra postura, de cara al plebiscito del 4 de septiembre. Al respecto, el director de Criteria Research, Cristián Valdivieso, analiza el momento político en torno al proceso constituyente y advierte que puede haber incluso una baja participación electoral en el referéndum.

—¿Crees que el Rechazo ya pasó por sus mejores momentos y que ahora en adelante la cancha será más compleja para el Rechazo, posición que, hasta ahora, ha adherido la centroderecha y la derecha?

—Efectivamente, lo que estaba pasando es que la ciudadanía estaba siendo muy crítica del proceso constituyente, del actuar de los y las constituyentes, de algunos muy emblemáticos; de la forma identitaria y particularista que había empezado a tomar la Convención y con esta suerte de ‘yo me llevo la pelota para la casa, porque nosotros somos mayoría’. Eso había estado distanciando a la gente de la Convención misma y, por lo tanto, dándole viento a favor al Rechazo, porque la gente, lo que estaba haciendo fundamentalmente es decir que rechazaba el proceso, más que el contenido o el texto en particular. Con esto, uno puede hipotetizar que, terminado el proceso, a medida que se va diluyendo el proceso y los convencionales pasan a ser menos relevantes -estos también empiezan a ser más fondo que figura- y los contenidos pasan a tener más relevancia, se puede ir favoreciendo al Apruebo.

—¿Se puede dar este escenario que, avizoran en la derecha, de que en septiembre la valoración ciudadana a la Convención mejore?

—Puede ser, pero eso no será lo relevante. Lo importante es el protagonismo que tomarán los contenidos. Si los contenidos pasan a ser lo relevante y la gente interpreta que esos contenidos son más favorables para su vida cotidiana, más favorables para despegar sus proyectos de vida, eso va a ayudar al Apruebo. El gran punto de inflexión se podría producir respecto a cómo -una vez que los constituyentes salen de escena- la gente empieza decodificar estos contenidos respecto a su propio proyecto de vida.

—En tu cuenta de Twitter escribiste lo siguiente: “Mismo error cometió la derecha en segunda vuelta. De tanto esparcir noticias falsas, terminaron ellos apuntados como mentirosos. El Rechazo corre mismo riesgo”. En este juego de extremar discursos y dada la importancia que le asignas a los contenidos, ¿la derecha puede salir perjudicada en el debate de los contenidos?

—El punto acá no dice relación con los conceptos en particular, por ejemplo, a la mayoría de la ciudadanía la palabra ‘plurinacionalidad’ le da lo mismo. Lo que importa es cómo se lee eso, es decir, ¿la plurinacionalidad va a ser una oportunidad para que las elites entreguen poder?, o ¿la plurinacionalidad puede afectar la vida de las personas en un juicio con alguien de los pueblos originarios, por ejemplo, con esta idea de la justicia paralela? Tenemos que ver si la plurinacionalidad es leída como una distribución legítima del poder, o si se lee como una burocratización o como algo costoso para el país. Es decir, si lo van a percibir como positivo o negativo y esto se replica en todo ámbito de cosas. Cuando se dice que el Apruebo tiene un punto a favor con los derechos sociales, la pregunta es si la gente va a decodificar en clave de ‘esto es posible’ o en ‘esto es una gran mentira’.

—¿Crees que la derecha debe hacer un relato común para la campaña del Rechazo?

—Lo peor que podría hacer la derecha es adueñarse de la campaña del Rechazo. Si la derecha se adueña de la campaña del Rechazo va a lograr rápidamente cambiar el clivaje de la discusión y ponerlo en la lógica de las elites, de los conservadores, o de la gente que está en contra de los cambios y va a quedar arrinconada. Eso podría eliminar el clivaje de ‘qué es lo que mejora mi calidad de vida’. Entonces la derecha tiene ese tremendo riesgo porque las personas los ve como esas personas que se han opuesto a los cambios, los que no quieren que las personas que tienen menos, tengan más; al final, los ven como el dique de contención a los cambios. Si la derecha se adueña de la campaña del Rechazo, esto va a ser la izquierda/centroizquierda versus la derecha y van a volver temas como el feminismo, el medioambiente y en eso la derecha queda arrinconada. Entonces lo que debe ocurrir, más que armar una sola causa, es detectar las causas de la sociedad civil que los moverán a rechazar para luego seguir el proceso constituyentes. Aquí el tema de fondo es que la gran mayoría de la ciudadanía quisiera aprobar, pero se ha asustado con el curso de la Convención y con el actuar de algunos convencionales.

—La idea que ha intentado instalar la derecha -hábilmente- es que la Constitución del 80 ya murió y que el Rechazo no significar acabar con el proceso constituyente. Pero resulta que el Apruebo también puede llamar a reformar ese nuevo texto post plebiscito… ¿eso también daría más ventaja al Apruebo?

—Efectivamente. El texto que se apruebe o se rechace será uno de transición. Porque la campaña y el llamado de todo el mundo que se alinee tras el Apruebo es que esta Constitución hay que reformarla harto. Si se rechaza igual va a ser un texto de transición porque ellos tienen que ofrecer una alternativa para no volver a la del 80, por tanto, es transicionar hacia otro proceso. Ahora, veo que será inevitable jugar en este plebiscito a cuál es el mal menor. ¿Por qué veo vientos del Apruebo? Siento que, de alguna manera, el momento de la efervescencia constituyente ya pasó, no está en este momento con la fuerza que tuvo el 2019. Por eso mismo puede haber gente que apruebe, porque no tenga demasiadas ganas de alargar esto.

—¿Por qué crees que se ha ido apagando la efervescencia constituyente?

—Pienso que el momento constituyente se ha ido apagando también porque los problemas de fondos del Chile de hoy ya no pasan necesariamente por la Constitución, y que tienen que ver con la violencia -seguridad-, inflación y la escasez de agua. La desmotivación también entonces puede ir a favor del Apruebo ayudándolos a empujar esta idea de que el Apruebo es el mal menor que el Rechazo, que puede terminar alargando este proceso, lo que desenfocaría de las otras urgencias como lo es la seguridad.

—¿Qué ocurre con la idea que planteó Jaime Bassa en su minuto de que si gana el Rechazo habrá crisis política y social nuevamente? ¿Cala en la opinión pública?

—La sociedad ya internalizó que un resultado es tan válido por cualquier porcentaje, pero si es que el resultado entre ambas es muy estrecho va a costar mucho ordenar al mundo político en torno a agilizar los cambios que mandata el proceso, va haber mucha reticencia. Si ganara el Rechazo va a costar harto articular a los otros personajes en torno al camino que va a venir. La crisis política se puede agudizar según la lectura que hagan los partidos y el mundo político haga del resultado. Es muy importante qué señales den los partidos y la sociedad, los grupos políticos en general en torno al resultado que hay. Si ellos dan una señal de que esto fue polarizado o crispado o que la elección tiene visos de no ser válida eso también va a empujar a una sociedad civil más frustrada y desencantada y con menos interés por ordenarse detrás del proceso que se inició y que ahora termina en una nueva Constitución.

—¿Qué tan complejo es para la derecha que no se logre instalar la idea de que luego del Rechazo el proceso constituyente debe seguir adelante?

—Si no se logra instalar la idea de que el Rechazo no conduce a la Constitución del 80 sino que es un proceso que continúa, será muy complejo. Ahora, dudo que no se logre, dada la correlación de fuerzas, porque al gobierno no le conviene quedar sin hoja de ruta el día 5 de septiembre si eventualmente gana el Rechazo. El Rechazo por lo demás puede ser una crítica al mismo gobierno y entonces el gobierno debe tener un plan B para continuar o sino quedará absolutamente arrinconado. Ahora, más allá de la derecha, los actores políticos hoy en día no son creíbles y cada vez que hablan los actores políticos se impacta en el mensaje. No es lo mismo actores de la sociedad civil -reconocidos- que se hacen de causas, a que el actor político entregue el mensaje. La sociedad civil es mucho más elocuente. Además, la izquierda le puede enrostrar a la derecha que una vez más quiere hacer un gatopardismo, es decir, hacer como que vamos a cambiar, pero finalmente aquí nada cambia.

—La centroderecha ve que el éxito del Apruebo en octubre fue dejar de protagonistas a la sociedad civil en la campaña, en la franja. ¿Lo ves así?

—Sí. En el Apruebo fue tan exitoso que el mensaje lo diera la sociedad civil al punto de que en la Convención Constitucional la gente no votó por los políticos ni los partidos de izquierda, o sea, claro, después resultó que esa gente independiente tenía mayor tendencia hacia la izquierda, pero representaba causas, diversidad. Pero acá yo veo un problema mayor: el proceso constituyente puede ser percibido por la gente como uno que terminó siendo apropiado por los políticos. Y eso puede provocar que, pese a que haya voto obligatorio, la gente se margine.

—¿Crees que podría haber una alta abstención?

—Los códigos que hasta ahora se han dado en torno al Apruebo y al Rechazo, a la izquierda y derecha, democracia y totalitarismo, son códigos binarios que distancian a mucha gente del proceso. La misma lógica de las encuestas donde el foco es Apruebo-Rechazo, sin ningún foco a la gente que está indecisa, provoca que esa misma gente indecisa se vaya alejando. Ese es un desafío: cómo hacer que el proceso termine siendo participativo. Hay tres dimensiones del fracaso del proceso. Primero, que gane el Rechazo, que sería súper evidente. Segundo, que el proceso termine en polarización si es que cualquiera de las opciones gana por 52% versus 48%, porque se cae la idea de que esto es 'la casa de todos'. Tercero, que termine votando muy poca gente a pesar del voto obligatorio. Es decir, que algo que era tan importante termine con altos porcentajes de ausencia o simplemente de votar nulo. El proceso entonces demostraría que no fue capaz de encauzar a la ciudadanía.

—¿Ya no corre entonces esta idea de que, pese a que no hay multa, el voto obligatorio genera al menos miedo y provoca entonces que la gente vaya a votar?

—Exacto... o sea, si es que llega la gente de la segunda vuelta presidencial, para un voto obligatorio, igual sería poca gente. Decir que la gente se asusta al ser voto obligatorio, por favor, la gente ya ni se asusta de que la pillen en la calle haciendo barricadas... estamos en un contexto de alta deslegitimación a la autoridad, de desconfianza profunda, y eso impacta los procesos electorales por mucho que haya voto obligatorio.

—Desde ese prisma, ¿aún pesa en la opinión pública visiones expuestas como la de Michelle Bachelet?

—Pesa. En la campaña vamos a tener un proceso de segunda intermediación. Como el proceso es muy complejo y los contenidos van a ser debatidos -los convencionales ya no van a estar en el centro de la discusión-, las figuras reconocidas, confiables y validadas por ciertos grupos de la sociedad, sean intermediarios importantes, por lo tanto, lo que ellos, ellas digan o dejen de decir va a incidir. En ese sentido, figuras como Michelle Bachelet, que está validada por la población, obviamente van a incidir, porque la gente necesita referencias para tomar decisiones también. Entonces se puede dar la lógica de la segunda vuelta, donde se termine alineando el mundo político de la derecha con la centroderecha y el mundo político de la izquierda con la centroizquierda, y sus figuras más rutilantes van a salir a hacer campaña por una u otra opción y eso va a incidir en ese riesgo que decía: que este proceso al final fue una disputa entre derechas e izquierdas. Y la gente sentirá que no estuvo tan invitada.

—¿Se puede revertir esa sensación a estas alturas?

—Vamos a tener que ver qué pasa en la campaña, si efectivamente la campaña del Rechazo se articula en torno a causas ciudadanas, lo mismo la campaña del Apruebo. O se termina haciendo campaña dictada desde los partidos políticos. Ahora, lo veo complejo de revertir, porque ya hemos visto a figuras políticas en las últimas semanas diciendo por cuál lado van a estar y eso también incide en ir ordenando en los ejes tradicionales de la política. Ahora, todavía no está claro qué va a hacer el mundo del centro, la DC, algunos PPD, más allá de que ellos no sean muy relevante en términos de incidencia o influencia pública, pero sí cruzar el rubicón en una u otra posición, es decir, irse al Rechazo, puede ir reordenando el mapa de la política chilena en adelante, como ocurrió con aquellos que se articularon en torno al No y al Sí. Pero ahora uno ve que los partidos de gobierno, como el PS, e incluso el PPD, es claro que todos van a ir por el Apruebo.

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