El lema del Fútbol Club Barcelona es que se trata "más que un club", concepto que quedó bajo la lupa el este domingo con el controversial partido que se disputó en un estadio Camp Nou completamente vacío.

Hubo horas de confusión sobre si el Barça saldría a la cancha a jugar su partido contra la Unión Deportiva Las Palmas, que para la ocasión mandó a bordar la bandera de España en el pecho del uniforme de sus jugadores.

En los vestuarios retumbaban las imágenes de violencia de la policía nacional y la Guardia Civil en su intento por detener el referéndum independentista convocado por la clase política catalana y muchos de los jugadores que apoyaron y participaron con su voto en la consulta no querían jugar.

Coincidían en que el fútbol había pasado a un segundo plano en una jornada tan crucial para el futuro del que consideran su país.

En un principio se suspendió, pero luego se jugó y el Barcelona ganó.

No fue el resultado lo que repercutió, sino el silencio en un escenario que durante años ha servido de plataforma de expresión al pueblo catalán y su idioma.

Controversia

La decisión de jugar el partido sin público por parte de la directiva puede que le haya permitido al club mostrar al mundo el sufrimiento en Cataluña, en palabras de su presidente, Josep Maria Bartomeu, pero es posible que ese no haya sido el mensaje que necesitaba el aficionado culé en una jornada como la del 1-O.

Para el Barcelona privó más las consecuencias deportivas -la posible pérdida de seis puntos- que su compromiso social con el pueblo catalán y dos de sus más altos directivos, el vicepresidente Carles Vilarrubí y Jordi Monés, dimitieron inmediatamente después de conocer la medida adoptada por el club.

"Aunque no es un actor político, comparte el ADN de Cataluña como nación", había comentado en una oportunidad Vilarrubí, que había defendido que "el Barça siempre estará al lado del pueblo catalán y de sus socios, que son sus propietarios".

"Nunca nos divorciaremos de eso", aseguraba hasta lo ocurrido el domingo.

El periodista Toni Padilla, del diario catalán Ara, fue tajante al afirmar que el 1º de octubre fue el día en el que "el Barça dejo de ser más que un club".

"En un día triste, el Camp Nou, aquel recinto deportivo que tantas veces se había convertido en un templo de la ciudadanía vio como la directiva del Barça no encontraba la forma, ni el coraje, de no jugar contra Las Palmas en un día que tantos aficionados y socios con su camiseta recibían bastonazos", escribió Padilla mientras transcurría el partido sobre el terreno de juego.

"El club va priorizar el bolsillo antes que los valores y va a dejar de ser más que un club".

"Han pasado años desde que el Barça se convirtió en uno de los mejores clubes del mundo. Rico, grande, ganador. Pero un club más, uno como los otros", afirmó.

Con el mismo tono el diario Marca afirmó que al "Barça ya no hay quien le aplauda", en un artículo escrito entre Luis Rojo y Xavi Hernández.

"Traiciona sus ideales anteponiendo los intereses deportivos y divide a la Junta y al vestuario", aseguraron.

¿Dentro o fuera?

Antes del referéndum el Barcelona emitió un comunicado en el que se mostró "fiel a su compromiso histórico con la defensa del país, de la democracia, de la libertad de expresión y del derecho a decidir", agregando que "seguirá apoyando la voluntad de la mayoría del pueblo de Cataluña, expresada siempre de una forma cívica, pacífica y ejemplar".

Habrá que ver cuál será el camino que tomará a partir de los resultados en el referéndum y de la decisiva postura por parte del gobierno catalán de seguir adelante con el proceso independentista.

Se trata de una compleja encrucijada en el que está en juego el futuro de Cataluña y por ende el de su institución con mayor imagen internacional.

Por lo visto el domingo el Barcelona no puede darse el lujo de quedar aislado de lo que pasa a su alrededor.

Ante el hipotético escenario de una Cataluña independiente, el primer problema que tendrá que resolver es en qué liga de fútbol jugará.

Si bien de permanecer en la Liga aseguraría un beneficio económico a todas las partes, garantizando los clásicos con el Real Madrid, esto supondría que tuviera que renunciar a jugar en la liga catalana.

Tampoco existe alguna pista de que en España sería recibido con los brazos abiertos, lo que ha impulsado al club a buscar otras opciones y citar otros casos que se dan en el fútbol internacional.

Uno de los más mencionados es el del Mónaco, que juega en la liga francesa pese a ser un estado independiente.

Pero la diferencia es que en el principado no hay una selección nacional y se trata más de un ciudad-estado que de un país.

Luego están los clubes galeses Swansea y Cardiff, que participan en la pirámide del fútbol en Inglaterra.

"En caso de independencia los equipos catalanes que están en La Liga -Barcelona, Espanyol y Girona- tendrían que decidir dónde quieren jugar", dijo Gerard Figueras, director general de Deportes del gobierno catalán.

"En España se ve complicado, pero lo harían en países vecinos: Italia, Francia o la Premier League", le dijo el directivo al medio SportBible.

Consultado al respecto, el técnico del Arsenal inglés, el francés Arsene Wenger, bromeó que tendría que aprender catalán, pero después dijo que se trata de una idea interesante "porque es una institución que tiene impacto en la parte deportiva".

También está la posibilidad de la formación de una súper liga europea, que es una opción que buscan desde hace tiempo algunos de los principales clubes y de mayor poder económico del continente.

Sin embargo, la única alternativa viable es que Cataluña organice su propia liga y el Barça, como su club más representativo, forme parte de ella.

El riesgo es que al tratarse de un campeonato más débil afecte el poder deportivo del club y a la larga se convierta en un actor secundario en las competiciones europeas.

Destino que sufrieron grandes clubes del pasado como el Estrella Roja de Belgrado o el Dínamo de Zagreb cuando se separaron Serbia y Croacia.

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