Hace diez meses Zinedine Zidane se fue del Real Madrid convencido que sus caminos se dirigían en direcciones contrarias.

"Yo seguiría, pero como ustedes no quieren seguir mi liderazgo, es mejor que me vaya", dijo el técnico francés, que abandonó la casa blanca tras ganar tres Champions League consecutivas y un liga en España.

Ahora regresa a un equipo en caos que ya no tiene ningún título por el que luchar en los tres meses que quedan de temporada y al que solo le queda jugar por asegurar la clasificación a la máxima competición europea el próximo año... y su orgullo.

De hecho, la temporada 2019-2020 comienza el próximo martes cuando dirija su primer entrenamiento.

Zidane se despidió hace 283 días explicando que después de dos años y medio en el cargo había llegado el momento y que "era lo mejor para todos".

Tras su salida, el club apostó por Julen Lopetegui, quien duró hasta el 29 de octubre, y después por Santiago Solari, el entrenador argentino que fue testigo de tal vez los peores seis días en la historia del club.

En seis días quedó eliminado en los octavos de final de la Champions frente al Ajax, cayó en semifinales de la Copa del Rey tras ser goleado como local por el Barcelona y volvió a perder frente al conjunto catalán en el Santiago Bernabéu en la Liga, resultado que lo dejó a 12 puntos de la punta.

Zidane tuvo el presentimiento que algo así podía pasar al justificar su salida por la necesidad que el equipo "tiene que seguir ganando y para que eso pase necesita un cambio".

"Soy un ganador, no me gusta perder", siguió.

"Si no puedo ver las cosas claras, como me gustaría, y que es que no vamos a continuar ganando, es mejor no seguir y no perder el tiempo".

Entonces, ¿por qué regresar a un equipo que perdió como él creía que iba a pasar? ¿Se justifica poner en riesgo su prestigio tras una primera etapa tan exitosa? ¿Cuáles son los grandes retos que tendrá que afrontar?

El reconocido periodista español Guillem Balagué tocó tres aspectos que seguramente condicionarán su futuro.

1. Plenos poderes, toda la responsabilidad

"El presidente del club Florentino Pérez prometió al técnico francés que tendrá el control de las grandes decisiones que el equipo necesita tomar para convencerlo de regresar", explicó Balagué.

"La idea de que lo hubiera hecho sin esas garantías es impensable".

Eso conlleva una responsabilidad mayor a la que tuvo en su primera etapa.

Cuando Zidane se sentó en el banquillo por primera vez como entrenador del Madrid lo hizo en una situación parecida a la actual, pero con una diferencia fundamental.

En aquella ocasión también le tocó sustituir a un técnico, Rafael Benítez, con el equipo prácticamente descartado de la lucha por la Liga.

Lo que es distinto es que Zidane se encontró con una plantilla armada e incluso reforzada por la llegada esa temporada, en 2014, del costarricense Keylor Navas, el alemán Toni Kroos y el colombiano James Rodríguez, considerado el último galáctico en haber llegado al equipo.

Y recibió el visto bueno de los pesos pesados del equipo -Cristiano Ronaldo, Sergio Ramos, Karim Benzemá, Marcelo- que no congeniaron con la forma de dirigir de Benítez.

A eso se sumó el plácido camino que le tocó al Madrid hacia la final de la Champions en Milán, que terminó ganando en la definición por penales al Atlético de Madrid y que dio el impulso al histórico doblete conseguido la temporada siguiente.

Pero todo cambió antes de conseguir la tercera "orejona" contra el Liverpool en Kiev, título que escondió la que había sido una de las peores temporadas del Madrid en su historia en España.

Esa abismal diferencia de 17 puntos con el campeón Barcelona y la eliminación frente al Leganés en los cuartos de final de la Copa del Rey seguramente incidieron en la decisión de Zidane de dar un paso al costado.

Y también en la de Cristiano Ronaldo de abandonar el club.

La situación desde entonces ha empeorado, el clima se ha enrarecido y los jugadores parecen sombras de los que fueron.

Zidane está obligado a retomar el rumbo de un barco que se encuentra a la deriva y le han garantizado los recursos necesarios para hacerlo.

Pero en el fútbol no siempre lo que brilla termina siendo oro y su futuro no solo dependerá de los grandes nombres que logre contratar, sino de su capacidad para construir un equipo.

Algo que todavía no le ha tocado vivir como entrenador.

2. Se busca galáctico

Desde la salida de Ronaldo, el Madrid ha carecido de ese referente de ataque en el que se sostuvo el equipo durante nueve años.

Sea por no querer o no poder, ninguno ha podido asumir su rol y tampoco lo han podido hacer en conjunto.

El nombre que surge es el de Gareth Bale, quien en 2013 se convirtió en el fichaje más caro en la historia del conjunto blanco.

La carrera de Bale en Madrid ha sido intermitente debido a las lesiones y pese a sus goles que han valido títulos -en dos finales de Champions y una de Copa del Rey marcó el gol de la victoria- siempre ha sido cuestionado por la afición madridista.

Y la llegada de Zidane no es una buena noticia para él.

"El galés y Zidane no se llevan bien", explicó Balagué.

"Cuando Bale necesita un brazo sobre su hombro y alguien que le diga no solo que es bueno, sino que es uno de los mejores del mundo, Zidane lo único que le ha dado es silencio".

Se puede anticipar con este panorama un posible regreso de Bale a la Liga Premier, pero su precio y el salario que gana podrían condicionar su salida de la entidad blanca.

Sea cuál sea su destino, lo que es evidente es que Zidane buscará reforzar la gastada plantilla en la próxima ventana de transferencias, siendo Eden Hazard el primero en la lista.

"Hazard no ha ocultado en ningún momento sus deseos de jugar por el Madrid así como el de entrenar bajo las órdenes de Zidane", recordó Balagué.

De llegar al Santiago Bernabéu se percibirá como una muestra del verdadero poder de Zidane en el club, ya que seguramente lo haría en detrimento del deseo de Florentino Pérez de contar con el brasileño Neymar o el francés Kylian Mbappé (o de ser posible con los dos).

3. De la presidencia al vestuario

Una relación que ha quedado marcada por los hechos de los últimos días es la de Pérez con la de su capitán y actual jugador insignia del equipo, Sergio Ramos.

Mientras el defensor fue señalado por no haber estado presente en la debacle frente al Ajax por la Champions al estar suspendido por forzar una amonestación, error que él mismo admitió, Pérez sigue siendo considerado el gran culpable de la situación que atraviesa el equipo.

No es que se le reste mérito a cuatro títulos en cinco años en la Champions, pero sus detractores apuntan a la falta de regularidad y competitividad de un equipo que ganó solo dos de las últimas 10 ligas.

Situación que se agrava si se toma en cuenta que ha sido el Barcelona el equipo que triunfo en siete de esos campeonatos, una relación de títulos similar a la que hay en la Copa del Rey.

Además de la década dorada del conjunto catalán en la que ha ganado ocho partidos de visitante en el Santiago Bernabéu por tan solo dos triunfos del Madrid.

Todos estos antecedentes contribuyeron para la fuerte discusión que tuvieron Ramos y Pérez en el vestuario la semana pasada tras la eliminación en la Champions.

Balagué cuenta cómo fue.

"Mis fuentes me dijeron que fue una diatriba contra los jugadores, acusándolos de falta de profesionalidad, de tomar demasiado tiempo libre y efectivamente culpándolos de la nefasta situación en la que se encontraba el club".

"El único jugador que respondió fue Ramos", agregó, lo que dio pie a un "intercambio franco y robusto de puntos de vista".

Según el periodista español, Ramos le dijo al presidente que si en verdad quería culpar a alguien de la capitulación del equipo que tal vez le gustaría mirarse en el espejo.

El defensor aceptó que el club estaba enfermo, pero que Pérez en lugar de tratar al paciente, hizo su mayor esfuerzo por matarlo.

Es sabido que Pérez ha intentado en ocasiones sacar a Ramos del equipo, pero que al final siempre se logra una reconciliación entre dos figuras de suma importancia para el club.

De allí que una de las prioridades de la gestión de Zidane será convencer a todas las partes del club de trabajar hacia un solo objetivo: regresar cuanto antes a la senda de los títulos.

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