Cuando Jonathan Irons salió de la cárcel, Maya Moore cayó de rodillas.

Le tomó un momento recuperar las fuerzas. Luego se levantó y lo abrazó: era un hombre libre por primera vez en más de 23 años.

Los primeros pasos de Irons fuera de ese edificio también fueron los últimos en un camino que los dos habían estado recorriendo juntos durante más de una década.

Una vez que recuperó la compostura, Moore se volvió hacia el teléfono que grababa la ocasión y dijo: "Está bien, chicos. Está hecho. Se acabó".

Esta es su historia historia.


La temporada 2020 de la WNBA -la liga femenina de baloncesto profesional de Estados Unidos- comenzó el 25 de julio.

Las Minnesota Lynx buscan un quinto título, pero por segunda temporada consecutiva lo están haciendo sin Maya Moore, una de sus jugadores estrella.

En 2011, Moore fue seleccionada en primera ronda por los Lynx y, desde entonces, los ha ayudado a ganar cuatro campeonatos.

De hecho, en la temporada 2014 fue nombrada la "jugadora más valiosa" (MVP) de la liga.

La basquetbolista de 31 años también tiene dos medallas de oro olímpicas y dos mundiales. Algunos dicen que es la mejor en la historia de la WNBA.

Pero a principios de 2019 Moore sorprendió al deporte al renunciar a todo por un hombre que había conocido 12 años antes y que se volvió un hermano para ella.

Crimen y castigo

Aunque solo tenía 16 años cuando ocurrió el crimen, Irons fue juzgado como adulto.

El 14 de enero de 1997, alguien entró en la casa de Stanley Stotler, ubicada en un suburbio de clase trabajadora blanca de St Louis, Misuri.

Cuando Stotler regresó a su casa, el ladrón le disparó en la cabeza.

Stotler sobrevivió e inicialmente no pudo identificar al perpetrador entre una muestra de seis fotos.

Según el diario The New York Times, un oficial de policía le pidió entonces que hiciera su mejor conjetura y él señaló una foto de Irons y otra de otro hombre afroamericano.

Más tarde, en una audiencia preliminar, Stotler identificó a Irons como el agresor.

Pero no había huellas digitales que conectaran al adolescente con el crimen. Tampoco evidencia de ADN o sangre, ni testigos que lo confirmaran.

Un defensor público no permitió que Irons subiera al estrado para defender su inocencia, diciendo que era demasiado joven y carecía de educación.

Los fiscales dijeron que Irons había admitido el delito durante un interrogatorio, algo que él y sus abogados negaron.El oficial que lo había interrogado estaba solo y no grabó la entrevista.

Cuando se produjo el juicio, en octubre de 1998, los políticos estadounidenses propugnaban mano dura contra el crimen y se dictaban penas particularmente altas para los jóvenes infractores.

"No sean blandos con él porque es joven. Es tan peligroso como alguien cinco veces mayor", dijo un fiscal durante el juicio contra Irons.

"Necesitamos enviar un mensaje a los más jóvenes, que sepan que si van a actuar como alguien mayor, serán tratados como alguien mayor", insistió.

En diciembre de 1998, con 18 años, Irons fue condenado por agresión y robo por un jurado compuesto exclusivamente por blancos y enviado a prisión por 50 años.

Una amistad salvadora

En 2007, nueve años después de esa sentencia, Maya Moore, con 18 años, regresó a Misuri para visitar a su familia y conoció a Irons gracias al trabajo pastoral con prisioneros de sus parientes.

Y durante los años siguientes continuó regresando a Jefferson City, su ciudad natal, para visitarlo.

Le envió libros de sus escritores favoritos y hablaba con él por teléfono antes de los partidos importantes.

En un momento dado, decidió poner su carrera de baloncesto en pausa.

¿Por qué? Porque creía que Irons estaba diciendo la verdad.

"Hay algo en la verdad que te hace creer que va a suceder", dice Moore.

"Solo tenía que seguir creyendo que si podíamos hacer que la verdad fuera conocida por las personas adecuadas, dispuestas a hacer lo correcto, lo harían", agrega.

Así, a principios de 2019, cuando debía empezar a prepararse para la nueva temporada de la WNBA, Moore se puso a trabajar con Irons y sus abogados para solicitar un nuevo juicio, dedicándose por completo a la causa.

Pero 21 años después de la condena, los fiscales estatales no estaban dispuestos a rendirse.

Intentaron evitar una revisión, pero no tuvieron éxito. Y en octubre de 2019, Irons finalmente pudo argumentar su inocencia ante un juez.

El 9 de marzo de 2020 la condena de Irons fue revocada.

La libertad

El juez Daniel Green describió el caso original como "muy débil y circunstancial en el mejor de los casos".

En su decisión, el juez citó una huella dactilar encontrada dentro de una puerta en la casa de Stotler que no coincidía con éste ni con Irons.

Era una prueba que podría haber demostrado que otra persona cometió el crimen, pero nunca fue facilitada al equipo de la defensa en el juicio de 1998.

La historia de Irons no es única y está arraigada en sistemas y problemas muy complicados de desentrañar.

En 2016 el documental "13vo", de Netflix, arrojó luz sobre las estadísticas que demuestran cómo las cárceles en los Estados Unidos están desproporcionadamente llenas de afroamericanos.

Quizás la más reveladora fue esta: mientras que un hombre blanco en el país tiene una probabilidad entre 17 de terminar tras las rejas, para los hombres negros es una de cada tres.

Pero muchas veces, para que se produzca un cambio, las estadísticas no son suficientes. Se necesita una historia humana real.

La muerte de George Floyd en Mineápolis, Minnesota, por ejemplo, provocó reacciones en todo el mundo.

La gente vió a Floyd como un padre, un hermano, alguien que llamaba a su madre en sus últimos momentos.

Y así como la muerte de Floyd ha iniciado una conversación mundial sobre la raza, Moore espera que la historia de Irons pueda conducir a un cambio en el sistema judicial estadounidense.

"Este es un tema de deshumanización a largo plazo que se ha expresado intencionalmente a través de los sistemas de nuestro país", dice Moore.

"Los sistemas que se tejieron intencionalmente en la estructura de nuestro hogar todavía están aquí y nos han impactado durante generaciones", explica la basquetbolista.

"George Floyd era un ser humano, como lo son todos los demás. Cuando deshumanizas a alguien, también te deshumanizas", agrega.

Constancia

Con solo hacer clic en un botón se puede firmar una petición en línea para solicitar la liberación de una persona condenada injustamente.

Pero Moore no opera de esa forma.

No les pide a todos los atletas que dejen su trabajo y se unan a ella. Pero tampoco le importa lo que digan las redes sociales.

Para ella, lo que importa es lo que hace la gente cuando nadie está mirando.

Moore luchó contra la deshumanización de la que habla jugando a las damas con Irons.

Lo visitaba los días festivos. Y cuando fue liberado, lo invitó a su casa.

Toda su filosofía se puede resumir en una palabra: constancia.

"Si tienes algún tipo de poder o recursos, los cedes y empoderas a otros", dice.

Moore cree en sacrificar lo que tiene para animar a los demás y, a su vez, convertirse en una mejor persona.

Es un desinterés que nos excede a muchos de nosotros. Pero el altruismo es quizás lo que el mundo necesita para impulsar un cambio real.

Y al haber estado tan involucrada en luchar por el futuro de un hombre significa que, aunque ha tenido éxito en esta ocasión, sabe exactamente lo difícil que puede ser la batalla.

Cuando se le preguntó qué había aprendido del proceso de liberación de Irons, la lista de Moore fue larga y el alcance de los problemas abrumador.

¿Deberían cambiarse las leyes sobre drogas? ¿La policía tiene demasiados recursos o demasiado pocos? ¿Qué es mejor, la justicia punitiva o la reparadora? ¿Cómo se pueden cambiar los procedimientos de votación?

La reforma de la Fiscalía ha sido el foco principal de la lucha de Moore y Irons, pero ahora reconoce la importancia de la reforma de la justicia penal y de cambiar el enfoque de Estados Unidos sobre el encarcelamiento.

"Es tan amplio...", dice Moore.

"Cuando comencé a informarme quedé abrumada, como todos aquellos a los que se nos han abierto los ojos más recientemente".

Poco a poco

Hay una inmensa cantidad de trabajo por hacer.

Y Moore sabe que no puede enfrentar todo, pero también que no está sola en su lucha.

Ella ha inspirado a otros atletas a seguir su ejemplo.

Sus excompañeras de equipo de la Universidad de Connecticut Renee Montgomery y Tiffany Hayes se tomarán libre esta temporada de la WNBA para ayudar con el registro de votantes y la reforma de la justicia social.

Y, por ahora, Moore seguirá trabajando por reformar la forma en la que trabaja la Fiscalía.

Su campaña "Ganar con justicia", busca desafiar una cultura de "ganar" que se considera que está "erosionando la confianza que nuestra comunidad debe tener en los encargados de promover la seguridad pública".

"Veo un fuerte conexión entre los deportes y el liderazgo que tienen los fiscales para ganar y perder. ¿Qué es una victoria y qué es una derrota?", se pregunta.

"Seguiré intentando ayudar, compartir y empoderar a otros para que hagan lo mismo", promete.

Aún no está claro qué forma tomará el trabajo de Moore, ni si regresará al baloncesto.

Y aunque la liberación de Irons, que ahora tiene 40 años, puede representar el final de un largo viaje para él y para Moore, no será el final de su amistad.

"No puedo", dice Irons cuando Moore le pide que describa sus emociones para que la cámara capture el momento de su liberación.

Sacude la cabeza un par de veces antes de eventualmente murmurar: "Vida".

Hace una pausa, luego continúa: "Siento que puedo vivir la vida ahora. Agradezco a todos los que me apoyaron: a Maya y su familia. Estoy muy agradecido de tener un lugar donde estar en casa".

Se limpia las lágrimas de los ojos antes de ponerse una mascarilla que le hicieron otros presos.

Tiene escrito "esperanza" porque eso es lo que necesitan. Eso es lo que Irons y Moore han necesitado durante los últimos 13 años.

"No los voy a olvidar", dice de sus compañeros de cárcel. "Y voy a ayudar a los que pueda".

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