"El partido más importante de nuestra historia", dice "Bolillo" Gómez y quizás tenga razón. Panamá vive su mejor momento futbolístico, ya estuvo a punto de ganar una Copa de Oro y tiene lo que nosotros conocemos bien: una generación dorada.

La anterior fue en los 90, cuando su ídolo era Rommel Fernández, un delantero de nombre bélico que jugó en Albacete, Valencia y Tenerife y que murió muy joven, a los 27, en un accidente automovilístico. Hoy el principal estadio panameño lleva su nombre.

Nosotros conocimos a Dely Valdés, el mellizo de Julio César, quien brilló en el Cagliari, PSG, Málaga, Oviedo y Nacional de Montevideo. A nosotros nos tocó Jorge Luis, que vino a la Unión Española en 1992, era largo, desarmado y se perdía muchos goles. Los mellizos se diferenciaban por un detalle: uno tenía un diente plateado y el otro dorado. Adivine cuál nos mandaron...

Luis Tejada, una de las figuras de la actual generación panameña. (Foto: AFP)

Ahora Panamá vive su momento mágico. Suma dos vicecampeonatos y dos terceros lugares en la Copa de Oro, además de la clasificación a cinco mundiales sub 20 y dos mundiales sub 17. Sus mayores referentes son el veterano Gabriel Gómez (112 partidos) y Luis "El Matador" Tejada, quien es el máximo anotador del equipo, juega en el Juan Aurich de Perú y, como Julio César Dely Valdés y Pedro Navaja -el inolvidable personaje creado por Rubén Blades- también tiene un diente de oro.

Van segundos en el grupo de las clasificatorias, con muchas posibilidades de llegar al hexagonal final y no se confíen de sus muchas ausencias. Es verdad que no estará Felipe Baloy, su defensa central y capitán; que lamentará la ausencia de Blas "Súper Ratón" Pérez y de Cooper, Godoy y Pimentel, entre suspendidos y lesionados. Porque, como decía Rubén Blades, los panameños llevan las manos escondidas en el gabán, "pa' que no sepan en cuál de ellas lleva el puñal". Hoy quieren hacer historia, y para hacerlo deben eliminarnos.

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