Carlos Caszely habló sobre los duros momentos que vivió bajo la dictadura militar de Augusto Pinochet, en una entrevista publicada hoy por el diario español El Mundo en Barcelona. El ex futbolista de 64 años, comentó sus vivencias a la prensa española debido a la proyección de un documental que protagoniza llamado “Los rebeldes del fútbol”, y que pronto llegará a las salas de Madrid.

 "La prensa me silenciaba, pero cuando marcaba dos goles con la selección, entonces, ¡ping!, y debían ponerme en portada", explica Caszely al diario El Mundo. 

Carlos Caszely, el tercer máximo goleador del país tras Iván Zamorano y Marcelo Salas fue siempre fiel a Salvador Allende, y sus ideales estaban muy ligados al Partido Comunista, “nunca estuve en el entorno de Allende, no fuimos amigos ni nos reuníamos como se dijo. Apenas coincidimos unas cuantas veces. Tenía sus defectos, pero le admiraba, apreciaba su idea de igualdad, de equilibrar la vida entre las mansiones y las casas de cartón”, señaló.

Durante la dictadura, el ex goleador nacional huyó a España para evitar represalias en su contra por sus tendencias políticas. Sin embargo, la tragedia llegó igualmente a su vida cuando jugaba para los equipos Levante y el Espanyol. Su madre fue secuestrada y torturada por los militares. “Nunca entendí por qué la torturaron. Aunque no fue la única, aún pienso que sólo fue por venganza contra mí. Es muy duro sentir eso”. 

Es por ello, que en 1974 cuando la selección se preparaba para viajar al mundial de Alemania, Caszely le negó el saludo a Pinochet frente a todo el público que despedía a la selección. Siendo el único jugador que lo rechazó en ese encuentro. “Me salió espontáneo. Aún no sé si fue un acto de valentía o me paré del susto. Se quedó con la mano estirada y nada, tuvo que continuar”.

Caszely también  participó haciendo campaña por No, en el plebiscito de 1988.  Según las declaraciones del jugador a la prensa española, sus motivaciones durante dictadura y como un jugador de futbol tenían como fin distraer a la gente de sus problemas cotidianos: El fútbol no es el opio del pueblo, es su alegría. Es celebración para el que gana y desahogo para el que pierde, porque puede enojarse con los jugadores. Yo seguí jugando con la selección durante la dictadura por eso, porque para muchos era el único consuelo, señaló. 

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