De pequeño, a Alexander Zverev le dijeron que nunca podría ser deportista de élite debido a una diabetes de tipo 1, pero eso lo motivó para demostrar lo contrario, explicó el sábado el campeón olímpico.

El tenista alemán, que está volviendo de la rotura de tobillo sufrida en Roland Garros el año pasado, fue diagnosticado a los tres años con esta enfermedad crónica que impide al cuerpo producir insulina.

"Mis padres estaban muy asustados. Estaban muy preocupados. Mi madre lloró mucho", contó Zverev a la cadena de televisión australiana Channel Nine sobre cómo reaccionó su familia al diagnóstico.

"Muchos padres quedan intimidados por los doctores que dicen: 'tu hijo está muy limitado', pero no es el caso", indicó.

"Siempre dije a los doctores: 'Sí, bueno, yo quiero jugar a tenis. Es lo único que me importa'", contó.

"Algunos decían: 'No, tienes que parar (...) No hay forma de ser atleta profesional con esta enfermedad. No hay forma de que puedas jugar un deporte tan duro físicamente".

"Eso quedó grabado en mi cabeza, me enfadó bastante, para ser honesto. No creo que se deba poner ningún límite a los niños, porque creo que no es justo para ellos", explicó.

Con 25 años, Zverev está consagrado como uno de los grandes jugadores del mundo, con 19 títulos ATP y la medalla de oro de Tokio-2020, y abrió hace un año una fundación para ayudar a jóvenes con la misma enfermedad.

"Ese fue el objetivo de mi fundación, enviar un mensaje de que puedes tener una vida normal", dijo. "Hay muchos medallistas de oro olímpicos con diabetes, grandes futbolistas en Europa también", agregó.

Zverev admitió que al principio no aceptaba su condición y trató de esconderla al mundo, pero el año pasado lo hizo público y ahora incluso se inyecta insulina durante los partidos.

Antes "iba al baño a hacerlo, pero no es lo correcto, porque no hay nada de qué avergonzarse", dijo.

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