Cuando la pandemia azotó al mundo y muchas puertas se cerraban, una historia sabrosa —y muy tierna— comenzaba a tomar forma en Maitencillo. Se trata de Empanadas Maitencillo, un emprendimiento que mezcla tradición familiar, amor de pareja y muchas ganas de salir adelante, y que hoy se está transformando en un verdadero fenómeno costero.
Victoria Tolosa, fundadora del negocio, compartió con T13.cl cómo nació esta fábrica de empanadas al horno que ya conquista a locales y turistas en Maitencillo y Zapallar.
“Trabajaba con mi mamá, Orquídea Órdenes, en su mini restaurante. Vendía varios platos, pero uno de los más pedidos eran las empanadas con una receta familiar. Durante la pandemia, me pidió que la ayudara y así empecé a hacerlas con ella”, recordó Victoria.
Pero cuando el confinamiento pasó, las ventas bajaron... y el espíritu emprendedor de Victoria no se quedó tranquilo. Fue entonces cuando apareció Ignacio Aldunate, su actual pareja y socio, quien sin saberlo se convertiría en el mayor fan de sus empanadas y también en el motor para llevarlas al siguiente nivel.
“Nos conocimos haciendo surf y le empecé a llevar empanadas. Le encantaron. Luego se las dimos a probar a nuestros amigos surfistas y fue un éxito. El boca a boca hizo su magia y un día me llamó un dueño de café que quería venderlas en su local. Ahí partió todo”, dijo la emprendedora.
Hoy, con una fábrica instalada, Empanadas Maitencillo ofrece ocho sabrosos sabores: pino carne, pino vegetariano, queso espinaca, queso camarón, queso champiñón, queso solo, mechada y espinaca queso. Cada una cuesta $4.000 y el foco está puesto en la venta al por mayor, manteniendo siempre un sello claro: la calidad.
“La masa es delgada, crujiente, no es la típica del retail. Nosotros queremos que nos recuerden por lo sabroso. Hemos trabajado incluso de noche para cumplir los pedidos. Lo más importante es que la calidad no baje”, afirmó Victoria.
Pero no todo es cocina en la historia de este emprendimiento. También hay amor, crecimiento mutuo y aprendizaje conjunto. Sobre trabajar con Ignacio, o Nacho, Victoria no esconde su emoción:
“Emprender con Nacho ha sido maravilloso. Él no sabía nada de cocina y le enseñé todo lo que sé. Y él me ha aportado su visión de negocio, escucha podcast de emprendimiento mientras hacemos empanadas, me dice que hay que pensar en grande. Yo soy más de la cocina, y él viene con esa energía de crecimiento. Hacemos un gran equipo”, dijo Victoria.
Hoy el sueño de ambos es llegar con sus empanadas a Santiago, y aunque el camino ha sido intenso, Victoria asegura que ha valido la pena. “Ha sido emocionante ver cómo hemos crecido en tan poco tiempo. De estar con mi mamá en un lugar chiquitito, a tener nuestra fábrica, equipamiento top y una meta clara: seguir creciendo”.
Aunque se considera aún pequeña para dar consejos, deja uno que refleja todo lo que han vivido: “Hay que tirarse y partir. Hacer algo bueno, de calidad. Hay una frase que me encanta: uno tiene que ser el mejor, el primero o el distinto haciendo algo. Nosotros queremos ser distintos, ser recordados por lo ricos que son nuestros productos”, aseguró la emprendedora.