La muerte de Diane Keaton, a los 79 años en California, marcó durante la jornada de este sábado el final de una de las carreras más influyentes del cine estadounidense.

Reconocida por su autenticidad, su estilo inconfundible y su capacidad para combinar humor, inteligencia y vulnerabilidad, Keaton construyó una trayectoria que abarcó más de cinco décadas y dejó huella en algunos de los títulos más emblemáticos de Hollywood.

Su debut fue en 1970 con Lovers and Other Strangers, pero la fama mundial llegó dos años después con El Padrino (1972), donde interpretó a Kay Adams, la esposa de Michael Corleone, el personaje de Al Pacino.

Su participación en la trilogía de Francis Ford Coppola la consolidó como una actriz capaz de transitar entre la inocencia y el desencanto, reflejando la transformación moral que marcó la saga.

“Annie Hall”: el papel que cambió la carrera de Diane Keaton

El punto de inflexión llegó en 1977 con Annie Hall, dirigida por Woody Allen.

En la película, Keaton encarnó a una joven excéntrica, romántica y brillante, que se convirtió en el arquetipo de una generación. Su interpretación le valió el Óscar a Mejor Actriz en 1978, además de posicionarla como una figura clave del cine de autor estadounidense.

El personaje, que llevaba incluso su propio apellido real, reflejaba la esencia libre y moderna de Keaton, tanto que su estilo -pantalones anchos, corbatas y sombreros- marcó tendencia en la moda de finales de los 70.

Tras Annie Hall, Keaton volvió a trabajar con Woody Allen en películas como Interiores y Manhattan, consolidando una relación profesional que perduró incluso después de su romance. Sin embargo, su versatilidad la llevó mucho más allá de esa colaboración.

En 1981 obtuvo una nueva nominación al Óscar por Reds, de Warren Beatty, y más tarde por Simple Secrets (1996) y Alguien tiene que ceder (2003), donde compartió créditos con Jack Nicholson.

En años recientes, continuó sorprendiendo con papeles que exploraban la madurez con humor y sensibilidad, como en Book Club (2018) y Poms (2019), donde interpretó a mujeres que desafiaban los estereotipos de la edad.

Su última aparición cinematográfica fue en Summer Camp (2024), junto a Kathy Bates y Alfre Woodard, donde volvió a demostrar su encanto y vitalidad. Con su partida, Hollywood despide no solo a una intérprete premiada, sino a una mujer que rompió moldes dentro y fuera de la pantalla.

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