Impacto del libro. “Sabía que iba a producir un nivel de ruido. Porque cuando uno tiene que hacer un análisis del Gobierno militar, no puede dejar de lado a quien estuvo en el mando como jefe y, a la vez, como presidente de la República (Augusto Pinochet) Todavía existen personas que piensan que no hay que tocarlo. Yo creo que toda persona tiene luces, pero también sombras”.

Origen del texto. “El 2018, con ese cuerpo de generales, hablamos de la necesidad de incorporar esta reflexión en una planificación estratégica, que se llamó Plan de Acción Carrera, 2019-2022. Tenía 13 objetivos estratégicos. Uno de ellos era esta revisión. Se llamaba Reflexión sobre las actuaciones del Ejército en los últimos 50 años (…) Todos estuvieron de acuerdo en que las violaciones de los derechos humanos, los desaparecidos, no tenían ninguna explicación. Se logró ese consenso. Yo tenía previsto que estas reflexiones se difundieran en 2020. No quería que fuera en el último momento; quería estar en la mitad de mi período, para asumir toda la responsabilidad. Pero en octubre del 2019 viene el estallido social y al año siguiente el Covid-19. Toda esa planificación se vino abajo”.

Participación del Ejército en abusos. “Yo diría que en las primeras semanas, los primeros meses, el Ejército tuvo participación en hechos reprobables. Pero después, volvió a sus tareas. La persecución de personas que el Gobierno veía como enemigos quedó en las manos de la DINA y la CNI, que estaban compuestas por varias instituciones y dependían directamente, no del Ejército, sino de la Junta de Gobierno en el caso de la DINA y del Ministerio de Interior, la CNI”.

“El 11, hasta las 24 horas, hubo 36 muertos. Y desde ahí hasta el 31 de diciembre, se llega a 1.823. Entonces, ese periodo es el que comprometió más al Ejército. Mi crítica es que, si la Junta de Gobierno emite el 12 el decreto ley número 5, que implanta el estado de sitio en todo el territorio y agrega que debe entenderse como estado de guerra interna, en ese momento debieron generarse los tribunales en tiempos de guerra, que son los Consejos de Guerra”.

“Por eso, para mí, la responsabilidad mayor en lo que ocurrió es de los mandos superiores, porque ellos debieron haber establecido que se cumplieran los Consejos de Guerra”.

“Es cierto que había poca preparación de las Fuerzas Armadas en el trato de los prisioneros de guerra. Es una responsabilidad de las Fuerzas Armadas, pero también una anterior del Estado, que es el que tiene que asegurar que las Fuerzas Armadas tengan la preparación, los valores y los principios que se requiere”.

Figura de Pinochet. “(El Ejército) tiene 213 años de vida, aunque la gente piense que es poco menos que Pinochet. No, Pinochet fue un comandante en jefe por 25 años. Mucho, pero no todo. Por ese tiempo y por los cargos que ejerció, se constituyó, en la práctica, en un caudillo, y así parecen considerarlo quienes piensan que es intocable”.

Caravana de la Muerte. “Las personas que estaban en esas unidades supieron que se fusiló a prisioneros, pero con pretextos falsos. Se les dijo que eran resoluciones de Consejos de Guerra. Pero esos Consejos no se habían configurado. Entonces, a un subteniente se lo ordena su capitán, cómo le va a mentir. Hubo oficiales que hicieron presente que les parecía fuera de lugar hacerlo a esas horas. Pero se les recuerda que hay estado de guerra y el incumplimiento de una orden significa que puede ser fusilado”.

La figura de Arellano Stark. “Arellano hizo dos giras, una al sur, a fines de septiembre, y otra al norte, en octubre. Yo reproduzco un careo, cuando se enfrenta el general Arellano con el capitán que cumplió la orden. El general niega haber dado la orden y dice que esto fue de los oficiales del regimiento. El capitán dice: ‘Fíjese que todas las muertes fueron desde que llegó el general Arellano hasta que se fue’. No hay más muertes. La responsabilidad es del general Arellano, pero al ser delegado, bueno, también del general Pinochet”.

Asesinato de Carlos Prats. “Eso es inaceptable. No es aceptable ninguna pérdida de vida que no sea a través de un proceso en el cual todos nos hemos puesto de acuerdo”.

“Yo leí las memorias de Prats siendo oficial. Pero creo que eso no era muy bien visto. En esa época también se dudaba de quién estaba detrás de su asesinato. Hace unos días se publicó una nota donde se revelan escritos del general Sergio Nuño y el general Arellano, dos de los generales que estuvieron en la planificación previa del golpe. Meses antes”.

Revolución de 1891. “Hay escritores que han comparado esa guerra civil con el golpe de Estado de 1973. Creo que es una mala comparación, porque entonces hubo ejércitos que se confrontaron. Una guerra civil: un buque por un lado, un buque por otro lado, y ejércitos que lucharon con cañones, con infantería, con caballería, con todo”.

Responsables de las violaciones a DD.HH. “Para mí, el punto más importante es que en ese período se violaron derechos humanos y la responsabilidad tiene que llegar hasta el nivel más alto. Es una mirada solamente institucional. No puedo referirme a los otros temas: para eso hay historiadores, cientistas políticos, en fin. A mí me interesaba, como comandante en jefe, cómo esto había afectado al Ejército. Y de eso vendría el ruido de las personas a las que no les gusta el libro”.

Estallido social. “El 18 de octubre el presidente toma contacto conmigo a través del ministro de Defensa y me indica que va a declarar el estado de emergencia. Yo ya había acuartelado a las tropas. Antes de recibir ninguna instrucción del presidente, al ver los incendios que se estaban produciendo en Santiago y la magnitud del daño, me imaginé inmediatamente que iba a haber una situación del más alto nivel y ordené el acuartelamiento inmediato. Y le informé al ministro de Defensa”.

Uso de la fuerza durante el estallido. “Las reglas de uso de la fuerza que estaban vigentes las había trabajado en su momento el ministro de Defensa Andrés Allamand, en el primer Gobierno del presidente Piñera. Estaban más enfocadas para catástrofes. Y ahora teníamos que emplearlas para el orden público. Lo que hicimos fue entregar instrucciones a una tropa que no tenía experiencia en desórdenes. Y en términos de heridos y muertos, el Ejército sólo tuvo problemas en las primeras 48 horas.

“Lo que hice fue instalar un cuartel general, que fue monitoreando todo lo que ocurría en el país y empezó a emitir documentos de resolución. Uno de ellos tuvo que ver con el comportamiento de los soldados en la calle. Por ejemplo, nos dimos cuenta de que los soldados estaban ocupando munición a fogueo, de salva, pero la población creía que eran disparos reales. Se producía un problema de información que afectaba a la credibilidad y al sentido que queríamos darle a la salida de las tropas, que no era confrontarnos contra la población. Allí dictaminamos que había que reducir el uso de la munición a fogueo”.

Comportamiento de los miembros del Ejército en el estallido. “Los oficiales, los suboficiales, los soldados, tuvieron un comportamiento admirable. Había mucha gente que los insultaba a medio metro. Hubo personas que quisieron quitarles sus fusiles. Aún así, no hicieron uso de sus armas”.

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