-¿Usted califica como “impasse” el incidente diplomático con Israel? ¿Qué efectos observa?

-Los efectos afortunadamente ya fueron controlados con las explicaciones entregadas por las autoridades de nuestra Cancillería al propio embajador, a escasas horas del incidente, y luego por la aceptación de esas disculpas por parte de la Cancillería israelí. Ayudó la fijación inmediata de una fecha concreta para la ceremonia suspendida de recepción de las cartas credenciales.

-En Emol, usted dijo: “No recuerdo un episodio semejante en la historia diplomática nacional en democracia”. Si no hay parangón en democracia, ¿a qué otro hecho le parece equivalente?

-En democracia hay pocos impasses que se le puedan comparar. No recuerdo que a un embajador citado a presentar cartas credenciales, estando ya en La Moneda listo para la ceremonia y habiéndosele rendido honores, se le haya pedido abandonar el palacio sin presentar las cartas, por la causa que sea. En democracia, lo único que se me viene a la mente es el bochorno del entonces presidente Piñera cuando en una visita a Berlín, reunido con el presidente alemán, al firmar el libro de visitas ilustres, escribió “Deutschland über alles” frase de connotación nazi eliminada del antiguo himno germano.  La hoja tuvo que ser removida del libro de visitas. Por cierto, no son situaciones comparables. Claro, durante la dictadura hubo episodios de antología de payasadas diplomáticas como la suspensión de la visita oficial del dictador Pinochet a Filipinas, cuando estaba en pleno vuelo, agravada por una humillante parada en Fiji.

-Hubo una acusación infundada al rey de España el día del cambio de mando. En junio hubo un ninguneo a John Kerry y una disputa por protagonismo entre la entonces jefa del Segundo Piso, Lucía Dammert, y la canciller Antonia Urrejola, en la gira a California. La Moneda amenazó con detener exportaciones de materias primas si los países desarrollados no cambian su conducta. Ahora hay un incidente con Israel. Y Chile sigue sin embajador ni en México, ni Brasil ni China. ¿Es exagerado criticar todo eso?

-No es exagerado. Hay una acumulación de tropiezos y errores no forzados. Falta experiencia; escuchas a los profesionales y expertos en política internacional. Aprender mientras se hace política exterior tiene costos, y la improvisación es aún peor. Chile debe cuidar su imagen de país serio, un “soft power” clave para un país pequeño como el nuestro.

-¿No es suficiente el plantear como aspectos positivos que se retomó el diálogo con Bolivia, se puso fecha a la modernización del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea (noviembre), se votará el TPP en el Senado y se potencia una política exterior “turquesa” y “feminista”?

-Valoro que se esté retomando el diálogo con Bolivia, con la salvedad de que el tema marítimo no está en agenda puesto que la Corte Internacional de Justicia falló a favor de Chile de manera contundente en la demanda marítima interpuesta por Bolivia. Igualmente, fue positivo suscribir el Acuerdo de Escazú, y que el presidente recogiera lo que hicimos en la administración Bachelet en materia de protección oceánica y lo llevase adelante. Y ha sido una señal positiva el que el gobierno reabra la discusión sobre el TPP11 con miras a su eventual ratificación en el Senado. Pero, evidentemente, los errores no forzados tienden a opacar los logros, especialmente si aquellos se repiten.

-En un discurso en Madrid, el embajador de Chile en España, Javier Velasco, volvió a culpar a los “30 años” por el Estallido Social. ¿Era apropiado el lugar y el momento?

-Esa declaración es sorprendente. Primero, es infundada pues durante esos 30 años las políticas no profundizaron la desigualdad, como afirma el embajador. De hecho, la inclusión social aumentó; la desigualdad, medida incluso por el coeficiente de Gini, se redujo, y los salarios reales aumentaron. Claro, las grandes desigualdades de arrastre y los abusos persistieron; muchas cosas no se hicieron ya sea por timidez de las autoridades o por los obstáculos de la Constitución del 80 reformada. Segundo, un embajador no debe criticar a su propio país, y a las fuerzas que componen la actual coalición de gobierno, en el lugar donde está acreditado; tal actitud, además, no infunde el debido respeto a su figura. Y, tercero, el embajador en España debiera saber que él no es embajador del Frente Amplio, sino de Chile, y que si quiere entrar al debate político doméstico debiera haber postulado a parlamentario y no a embajador. Me parece que hay que imponer disciplina en la diplomacia.

-Pocas horas después del embajador Velasco, el Presidente Gabriel Boric expuso por primera vez ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Allí recordó que hace casi 50 años allí mismo habló Salvador Allende. ¿Cómo valora usted el discurso de Boric a la comunidad global?

-Fue un buen discurso. Fue distinto al de Allende hace 50 años, en otro contexto, que marcó una época. Boric le habló a Chile y a la comunidad internacional, y el hilo conductor fue el de la democracia en nuestro país y en el mundo. Al referirse al proceso político nacional no sólo le habló al país, sino que procuró explicar por qué el estallido social que llevó al plebiscito y a la convención constitucional terminó en el contundente triunfo del Rechazo al texto constitucional. Mucha gente afuera se pregunta por las causas de este desenlace, y Boric argumentó que la gente quiere cambios con estabilidad, y que la derrota, que obviamente fue también del gobierno, derivará en más democracia, a través de fórmulas consensuadas para llegar a la nueva constitución. Y vinculó nuestra realidad a la de otros países que enfrentan tensiones sociales que deben ser resueltas construyendo puentes y evitando la violencia. Por otra parte, abordó temas de la coyuntura mundial con claridad, condenando la “injusta guerra de agresión” de Rusia en Ucrania, y llamando la atención a las crisis humanitarias o violaciones de los derechos humanos en Nicaragua, Irán, Venezuela, y retomando la postura oficial de Chile en favor del respeto a los derechos humanos del pueblo palestino y su derecho a un Estado libre y soberano, junto al legitimo derecho de Israel a vivir en fronteras seguras e internacionalmente reconocidas.

-Ahora mismo el ministro de Hacienda está en Nueva York para convencer a inversionistas de apostar por Chile. A la luz de la actual política exterior de Chile, ¿será una tarea simple o compleja?

Creo que los inversionistas confían en Chile, pese a los tropiezos de la política exterior, y saben que el gobierno tiene una política económica seria y un ministro de Hacienda competente. Claro, en estos tiempos para ningún país atraer inversiones es tarea fácil. Espero que una eventual aprobación del CPTPP, o TPP11, ayude en esta dirección.

-Después del viaje a Cúcuta del entonces Presidente Sebastián Piñera, pareció haber un quiebre en la idea de que la política exterior de Chile era una política de Estado. ¿Opina que estamos mejor o peor que entonces?

-Espero que recuperemos la política exterior de Estado, sin perjuicio de los énfasis diferentes que cada gobierno le imprime a las relaciones internacionales del país.

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