-¿Crees que el acuerdo constitucional es una buena noticia para los mercados? ¿Es una señal de estabilidad o aporta incertidumbre?

-Es una excelente noticia. Muestra que Chile eligió un camino institucional para enfrentar sus problemas políticos. Pero lo más importante es que presagia que las ideas absurdas y refundacionales de la antigua convención no serán reeditadas.

Habrá adultos a cargo de la redacción del nuevo texto, el que, con un alto grado de probabilidad, será moderno y ayudará a que nos movamos en la senda de un crecimiento inclusivo, amable y más tolerante; un país unido, con paridad y reconocimiento de los pueblos originarios (lo que no es lo mismo que la plurinacionalidad del proyecto rechazado).

-Un punto de discordia fue el papel de los 24 expertos elegidos por el Congreso/partidos. Hubo muchos especialistas en la anterior Convención. ¿Qué aportan al proceso?

-Los expertos le darán solidez al proceso. Para entender esto es útil volver a la metáfora de “la casa de todos”. Cuando una familia decide embarcarse en un proyecto de una nueva casa, contrata a arquitectos, ingenieros y constructores. Los profesionales, sin embargo, no hacen lo que les da la gana. Siguen las instrucciones de sus mandantes.

Su rol es asegurarse que, dentro del diseño elegido, la casa sea sólida, esté bien construida, y dure muchas décadas. Ese es su rol, y es el papel que jugarán los 24 expertos. Además, estos expertos serán nombrados por un Congreso democráticamente electo, con un nivel de legitimidad mayor que el de la antigua Convección.  Aquí se está reivindicando la democracia representativa, el mejor sistema político en la historia de la humanidad.

-Tú propusiste, junto a Carlos Ominami y otros, integrar a convencionales elegidos al azar. ¿Por qué no tuvo fortuna la propuesta?

-Nuestra idea no era que una convención elegida al azar escribiera la constitución. Nuestra propuesta era que un grupo de ciudadanos y ciudadanas, elegidos por sorteo, asesoraran a la instancia elegida democráticamente. Eso aún es posible.

El Consejo Constitucional y los expertos debieran escuchar a las “personas de la calle”, y la mejor manera de hacerlo es formando un grupo representativo, amplio, y equilibrado, por medio de un sorteo científicamente diseñado. En ese grupo habría dueñas de casa, jubilados, estudiantes, profesores de primaria, pescadores, choferes de microbús, y toda una gama de personas representantes de nuestro país, y de su sentido común.

-El proceso constituyente va a coincidir con los 50 años del golpe. ¿Puede generar ruido y polarizar al país? ¿Sería mejor obviar la efeméride y no darle demasiada fanfarria?

-El que el proceso coincida con el aniversario del golpe puede transformarse en una oportunidad. La nueva constitución debe ser una “constitución protectora”, un texto que nos proteja de episodios tan dolorosos como el golpe de Estado y la dictadura, una constitución que ayude a transformar una visión de país compartida en realidad.

Es necesario que tengamos una conversación nacional alrededor de dos ejes: uno histórico que recuerde lo doloroso del 11 de septiembre, y un segundo eje que mire al futuro sobre la base de un “nunca más” muy amplio. Si logramos esto, el proceso constitucional será un éxito rotundo.

-¿Sería una buena señal que el Presidente, que ha elogiado a Aylwin y su “medida de lo posible”, recupere la política de los acuerdos?

-Gabriel Boric aún tiene la oportunidad de ser un muy buen presidente. Pero para que eso sea una realidad tiene que hablarle a todo el país, y no tan solo a su 25%, que es lo que obtuvo en la primera vuelta. Ello requiere tender puentes —  a través de Javier Macaya y otros — y usar el lenguaje en forma cuidadosa.

Sus discursos formales, escritos con antelación, son buenos y llaman a una visión conjunta de país, pero a los pocos días, en comentarios al vuelo, nuevamente se transforma en el Boric partisano. Si Boric se convirtiera en otro “presidente de los acuerdos”, Chile tendría la posibilidad de retomar la senda de progreso que llevaba hasta hace unos años. Ojalá se anime.

-¿Qué debería hacer el Presidente, junto a su ministro Marcel, para acelerar el tranco de la economía, en medio del proceso constitucional y en un escenario local y externo complejo?

-El acuerdo constitucional es una gran noticia para Mario Marcel, quien ha sido un muy buen ministro. Volverán las inversiones y se activarán los proyectos. Pero, y esto es muy importante, los inversores seguirán mirando a las políticas públicas y las actitudes del gobierno. Marcel tiene que seguir protegiendo la posición fiscal, y mantener el rumbo de equilibrios presupuestarios.

Asimismo, es importante que el gobierno negocie de buena fe, aprovechando el cambio de ambiente de los últimos días. En particular, es esencial que las dos grandes reformas ya presentadas – de pensiones y tributaria — se moderen y que se opte por sistemas modernos y eficientes que eviten la burocracia y los papeleos. La reforma de salud, por presentarse, también debe transitar hacia la moderación y la gradualidad. Hoy podemos estar mucho más optimistas que hace una semana.

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