Cuando la escritora chilena Emma Sepúlveda visitó Colonia Dignidad (hoy llamada Villa Baviera) por primera vez en 2019, una mujer de acento alemán le dijo una frase que no olvidará nunca.

"Nosotras estábamos mejor con Paul Schäfer que ahora".

Para la escritora, esas palabras reflejaron lo que ella más temía: que aún existen mujeres viviendo bajo el "dominio mental" del exmilitar nazi, fallecido en abril de 2010.

"Me impresionó mucho que, a pesar de los abusos y las torturas, y luego de tantos años, esa mujer siguiera creyendo que su vida era mejor bajo el mando de ese personaje siniestro, que siguiera presa de ese horror", explica Sepúlveda a BBC Mundo.

Fue en ese momento cuando, en medio de sus investigaciones sobre los macabros hechos ocurridos en el asentamiento de colonos alemanes en el sur de Chile, la escritora se interesó particularmente en la vida de las mujeres que pasaron por ahí.

Una parte de la historia que -para Sepúlveda- ha sido relativamente olvidada.

Paul Schäfer, fundador y líder de Colonia Dignidad, murió en 2010 a la edad de 88 años.

De ahí nació "Cuando mi cuerpo dejó de ser tu casa", una novela basada en hechos reales que, a través de la conmovedora historia de Ilse, una niña alemana que pasó casi toda su vida allí, relata las torturas que sufrieron decenas de mujeres durante décadas en ese lugar.

En su apogeo, más de 300 alemanes y chilenos vivieron en Colonia Dignidad bajo el duro adoctrinamiento de Schäfer. La comunidad -que se asentó en el sur de Chile en 1961- era vigilada de cerca y castigada ante cualquier desobediencia.

Los niños, en tanto, eran obligados a vivir alejados de sus padres y muchos de ellos fueron abusados sexualmente por el propio Schäfer.

El sitio también fue un centro clandestino de detención y de torturas durante la dictadura de Augusto Pinochet.

En esta entrevista con BBC Mundo, Emma Sepúlveda -autora de una veintena de libros y con una vasta carrera en Estados Unidos, donde vivió las últimas tres décadas- repasa los detalles de la investigación que llevó adelante durante años y que revelan parte de la pesadilla que tuvieron que vivir las mujeres en la secta de Schäfer.

La escritora chilena, Emma Sepúlveda.

¿De dónde surgió la idea de hacer este libro? Y ¿cuánto esfuerzo y tiempo le llevó la investigación?

Mi inquietud por estudiar a fondo Colonia Dignidad empezó cuando era pequeña.

Un día, mi papá llegó a la casa con una revista, donde había una historia de un joven alemán (Wolfgang Müller) que se había escapado de este lugar siniestro. Y después, en el siguiente número de la revista, se publicaba que este niño había vuelto. Lo habían obligado a volver.

Al tiempo después, salió en las noticias que una mujer también se había escapado de la colonia y había dejado a sus tres hijos ahí.

Esas noticias me impactaron increíblemente. Y desde ese momento, la historia de ese lugar me perturbó.

Y ¿en qué momento empezó a investigar?

Cuando a Paul Schaffer lo detuvieron en Argentina, en 2005.

Entre otras cosas, llegó a mis manos un documento de 400 páginas, que había sido encargado por el Gobierno de Chile, con los detalles sobre lo que realmente había pasado ahí. Y en ese momento me di cuenta de que tenía que escribir esta historia.

Es uno de los libros más difíciles que he escrito en mi vida. Lo más complejo fue entrar en la mente de una mujer torturada.

Se ha hablado y escrito mucho sobre Colonia Dignidad pero usted ha dicho que aún faltan cosas por contar, particularmente desde la perspectiva femenina. ¿Por qué?

Creo que, en primer lugar, nunca ha habido mucho interés en investigar lo que les pasó específicamente a las mujeres ahí, en parte porque eran alemanas.

Y segundo, siempre las investigaciones han tenido más que ver con lo que les pasó a los niños. Y con mucha razón pues muchísimos niños alemanes y chilenos fueron abusados terriblemente.

Así, el tema de la mujer se fue dejando a un lado, aunque hoy, con las distintas películas y series que han salido, hay un poquito más de conocimiento. Aunque creo que aún queda mucho por contar, todavía no hemos visto el fondo de todo esto.

¿Qué trato recibían las mujeres en Colonia Dignidad?

Primero, cuando salieron de Alemania, fueron engañadas. Paul Schäfer y los jerarcas les dijeron que iban a un país que era un verdadero paraíso. Ellas irían a ayudar, a educar y a proteger a los niños huérfanos.

Pero apenas llegaron a Chile, el paraíso se convirtió en un infierno. Inmediatamente se separaron los sexos, las mujeres las pusieron a un lado y a los hombres al otro. Y los niños pasaron al cuidado de Paul Schäfer.

Las madres tuvieron que entregar a sus hijos. Y tuvieron que renunciar a su libertad básica, a hablar, escribir, estudiar, leer, comer cuando tenían hambre o ir al baño para hacer sus necesidades.

Y así es como empieza este camino de torturas.

¿A qué tipo de castigos eran sometidas?

Se les torturaba para controlarlas. Se les aplicaba electrochoques, latigazos, se les daban enormes cantidades de fármacos para que no pudieran pensar por ellas mismas o tener la libertad de moverse físicamente.

No tenían apellido, no sabían ni cuántos años tenían, cuándo era su cumpleaños, quiénes eran sus padres.

El lugar se convirtió en un verdadero campo de concentración para las mujeres y los niños.

¿Y por qué Paul Schäfer era tan duro con las mujeres?

Según lo que pude investigar, Paul Schäfer tuvo una infancia compleja, con una relación complicada con su madre.

Perdió a su padre a muy temprana edad y siempre fue una persona que estaba llena de odio, pero al mismo tiempo tenía una capacidad extraordinaria de persuasión. Entonces era capaz de esconder este odio a través de su palabra, de convencer a la gente.

Pero la verdad es que tenía un odio muy enfermizo en contra de las mujeres. Él realmente creía que eran inferiores a los hombres. Él pensaba que las mujeres habían nacido para servir al hombre y para ser sacrificadas por el pecado original. Lo dijo en muchas ocasiones.

¿Por qué por el pecado original?

Él pensaba que Eva había sido culpable de la desgracia de Adán. Entonces él incluso predicaba ese odio. Con eso, las mujeres tenían que ser castigadas y tenían que pasar por este mundo sufriendo para poder llegar a la vida eterna.

Por otra parte, a Paul Schäfer no le gustaba que se viera ninguna indicación de lo femenino. Por eso muchas tenían que ponerse trapos apretados para no mostrar los senos.

Y no podían menstruar. Se le daban inyecciones para que no menstruaran.

¿Con qué propósito?

Para que pudieran trabajar más y para que, si eran violadas, no quedaran embarazadas. Paul Schäfer tenía una verdadera obsesión con el embarazo, no quería que nadie tuviera hijos.

Hay un médico, que hoy camina libre por Alemania, que lo llamaban el carnicero de las mujeres, porque su especialidad no era solamente el aborto, sino que también quitarles los órganos de reproducción a las mujeres. Su nombre es Hartmut Hopp.

Hartmut Hopp, médico alemán conocido como mano derecha de Schäfer, fue condenado por un tribunal chileno a 5 años de prisión. Sin embargo, huyó a Alemania, donde hoy está libre.

¿Qué cree que era lo más difícil que les tocaba enfrentar a las mujeres?

Creo que para las mujeres casadas y con hijos, lo más difícil fue tener que entregar a sus hijos y nunca más poder llamarles por su nombre, nunca más poder tocarlos ni abrazarlos. Ni siquiera podían hablarles.

Algunas, incluso, se dieron cuenta de que sus hijos estaban siendo abusados por Paul Schäfer. Y no podían hacer nada. Además, por su creencia religiosa, y por el lavado de cerebro al cual fueron sometidas, no podían aceptar que algo así estuviera ocurriendo. Se engañaban a sí mismas.

Algunas mujeres les tocaba presenciar los castigos en contra de sus hijos…

Las mujeres llevaban una vida llena de tortura, no solamente física sino que también mental.

Podían ver a sus hijos de lejos, pero sus hijos ya no sabían quién era su madre.

Y en repetidas ocasiones, cuando los niños eran castigados físicamente por Paul Schäfer, él les pedía a sus madres que participaran en este castigo.

Los niños no sabían que la persona que los castigaba era su madre, pero ellas sí sabían que el chico al cual estaban haciendo sangrar a azotazos era su hijo.

A veces, cuando los niños habían sido torturados al extremo y podían morir, se les pedía a sus madres -que eran llamadas tías- que los cuidaran en el hospital. Y ellas veían a sus niños ahí, a punto de morir. Creo que eso debe haber sido una tortura inimaginable.

Colonia Dignidad fue fundada en los años 60. En la actualidad se conoce como Villa Baviera.

¿Y para las mujeres que no tenían hijos?

También se les torturaba física y mentalmente, y se las trataba de convertir en verdaderos robots. Les pedían que trabajaran de sol a sol, e incluso muchas veces de noche.

También se les privó de cualquier relación humana. No podían tener amigas, tampoco podían enamorarse. Se les negó el derecho a casarse o a la maternidad.

Vivían en un verdadero campo de concentración y fueron tratadas como máquinas; las obligaron a pensar y a actuar de una manera, y no existía ningún tipo de comunicación.

Nadie se podía tocar ni abrazar, nadie podía llorar. Si alguna mujer lloraba mucho, le daban más inyecciones para que anduviera atontada.

De su investigación, ¿qué fue lo que más le sorprendió?

Realmente no me imaginaba el extremo de la tortura.

Fotografías de los primeros colonos alemanes que llegaron a Colonia Dignidad en la década del 60.

Paul Schäfer y los jerarcas crearon un sistema que se llamó la confesión pública. Entonces las mujeres tenían que confesar públicamente lo que habían escuchado y lo que se habían imaginado que había pasado.

Con eso se creó un sistema donde lo más importante era no confiar en nadie, ni en uno mismo.

Y así, las mujeres no sólo no podían tener relación con el sexo opuesto, sino que tampoco con sus pares, vivían en una constante incertidumbre y se decían entre ellas: 'no me hables, por favor, no me hables, porque si tú me hablas, yo voy a tener que confesar lo que tú me dijiste o si no me voy a ir al infierno'.

Esa paranoia colectiva hizo que las mujeres estuvieran sometidas a una locura constante.

¿Por qué algunas mujeres nunca quisieron escapar? Hubo algunas que incluso escaparon y luego decidieron volver…

Muchas tenían más miedo de vivir afuera de la colonia que en la colonia, porque les habían creado un mundo externo horroroso, les filtraban noticias espantosas de lo que pasaba en el mundo.

Habían unas pocas mujeres líderes también…

Sí. Habían unas tres o cuatro, que eran cómplices de Paul Schäfer en este odio hacia las mujeres. Habían unas que de todas maneras eran criminales pero otras que lo hicieron por una especie de protección. O sea: torturo o me torturan.

El libro "Cuando mi cuerpo dejó de ser tu casa", de Editoral Catalonia.

¿Qué tipo de trabajos tenían que hacer las mujeres en Colonia Dignidad?

No había ninguna diferencia entre el trabajo que hacían los hombres y las mujeres.

Y las mujeres participaban en la fuerza de trabajo incluso más que los hombres. Hay algunas descripciones que dicen que trabajaban más que los animales, tenían que arar la tierra, tenían que cortar a toda la fruta, cocinar y manipular maquinaria pesada. Incluso fabricaban armas, ropa, zapatos…

Paul Schäfer aborrecía a las mujeres pero a la vez las necesitaba para la supervivencia de la Colonia.

Exacto. La mujeres eran importantísimas para el funcionamiento económico de la Colonia, que era bastante lucrativo.

Fueron explotadas y hoy nadie se ha hecho cargo de esas víctimas. Sé de una mujer que vive en el sur, que nunca recibió un peso de salario obviamente, y que en este momento no tiene ningún tipo de previsión y vive en la miseria.

¿Cómo es hoy Colonia Dignidad?

Hoy se llama Villa Baviera. Hay una especie de hotel, un restaurante y también una sala de eventos, donde se hacen bautizos, cumpleaños o matrimonios. Hay todo un turismo en torno al lugar, lo que me parece patético.

La mayoría de las personas que viven ahí no quieren hablar. Le pregunté a una de las meseras del restaurante por Paul Schäfer y me dijo, con acento alemán: 'él murió y a mí no me interesa hablar del pasado'.

Tampoco puedes pasear por el lugar libremente, a mí me siguieron dos hombres todo el tiempo.

Lo vivido en Colonia Dignidad, ¿es una herida que aún sigue abierta para las mujeres que fueron víctimas?

Sí y todavía no se cierra porque no se ha hecho justicia. Muchos de esos niños, que hoy son adultos, no han podido ni encontrar a sus padres, tampoco saben quiénes son sus hermanos.

Creo que falta un esfuerzo serio de parte de los gobiernos de Chile y Alemania para que se termine esta historia. A mí me parece terrible que estas mujeres no tengan, por ejemplo, una jubilación digna.

Me sorprende que en Chile la gente no haya tenido más curiosidad sobre lo que pasó en Colonia Dignidad. Cómo Colonia Dignidad no se estudia en las universidades, cómo las feministas no fueron y defendieron a esas mujeres que estaban en ese campo de concentración.

Me inquieta ese silencio y esa aceptación que ha tenido Chile con este lugar.

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