El periodista de la BBC Damon Rose perdió completamente la vista cuando era un niño, pero dice que lo que percibe no es completamente negro. ¿Qué es, pues, lo que realmente ve? Lo cuenta él mismo.

Se asume a menudo que los ciegos están inmersos en la más completa oscuridad, pero en mi experiencia esto está lejos de ser verdad.

Entiendo que va a sonar extraño viniendo de una persona invidente, pero cuando la gente me pregunta qué es lo que más me hace falta por no ser capaz de ver, mi respuesta es siempre "la oscuridad".

Permitan que me explique. Pertenezco a ese pequeño número de personas que no ven absolutamente nada. Soy verdaderamente un ciego. Ciego como un topo, como solíamos decir en la escuela.

Perdí la vista hace 31 años por culpa de una cirugía inapropiada, y en mi certificado de incapacidad visual hay tres descoloridas letras: NLP, que significan que no percibo la luz.

La suposición lógica es que cuando la visión desaparece, la persona afectada se queda a oscuras. Si tú buceas bajo las mantas que cubren la cama no puedes ver nada en absoluto.

Si cierras tus ojos entonces todo se vuelve negro. Por tanto, un ciego es igual a esa negrura. Tiene sentido, ¿verdad? Pues parece que no.

Aunque el cable entre mis ojos y mi cerebro ha sido cortado, parece que el mundo no se ha vuelto del todo negro.

Todas las metáforas, símiles, analogías y florituras literarias sobre la ceguera y la oscuridad consiguiente deberían cesar porque, como digo, estoy lejos de tal oscuridad. De hecho es justo lo contrario.

Entonces, ¿qué remplaza la visión 3D en tecnicolor una vez que se ha ido?

La respuesta, al menos en mi caso, es la luz. Fragmentos de ella. Brillante, colorida, siempre cambiante y que, a menudo, te distrae terriblemente.

Cómo empezar siquiera a describirlo… Justo ahora tengo un fondo de color marrón oscuro con una luminiscencia turquesa en el centro. En realidad, acaba de cambiar a verde… y ahora es un azul brillante con manchas de color amarillo, y hay algo naranja que amenaza con abrirse paso y romper el conjunto entero.

El resto de mi campo de visión está ocupado por aplastadas formas geométricas, garabatos y nubes que no tengo la esperanza de poder describir, no antes de que todas cambien otra vez a cualquier forma.

Esperen una hora y todo será diferente. Si trato de bloquear todas estas distracciones cerrando mis ojos, no funciona. Nunca se van.

Me faltan esos momentos de paz relacionados con la oscuridad: caminar por la noche mientras te centras en las farolas que salen a tu paso, la atmosfera que crean las sombras de una habitación con una chimenea encendida o volver a casa tarde, en el asiento trasero del auto de mi padre, vislumbrando los destellos de los ojos de gato que separan los carriles de la carretera.

"¿Otros ciegos verán lo mismo?"

Para mí la oscuridad ha llegado a significar calma, y debido a que mis fuegos artificiales incorporados nunca desaparecen, puedo describir lo que yo tengo como un tipo de zumbido visual.

Al principio, cuando me quedé ciego, pensaba que las luces brillantes de colores eran una señal de que mis ojos trataban de funcionar de nuevo.

Me dio algo de esperanza y me fascinaba bastante esta posibilidad. Solía sentarme y contemplarlas. Ahora sé que es mi cerebro compensando el hecho de no recibir imagen alguna.

Algunas personas de fe tratan de decirme de vez en cuando que lo que estoy viendo es la vida después de la muerte, y nunca sé cómo responder a eso.

Pero lo que nunca he sido capaz de averiguar es si otras personas con mi misma condición ven también lo que yo veo. Y, asumiendo que ver bien y conducir un auto no es posible, me pregunto si ellos anhelan también un poco de oscuridad.

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