Reino Unido abandonó oficialmente la Unión Europea. Las banderas se alineaban en la Plaza del Parlamento y el centro comercial, la avenida ceremonial que conducía al Palacio de Buckingham, y los edificios del gobierno estaban iluminados en rojo, blanco y azul del Union Jack.

Se proyectó un reloj de cuenta regresiva en el frente de 10 Downing Street, la residencia oficial del primer ministro, junto con una pantalla de luz conmemorativa para "simbolizar la fuerza y ​​la unidad" del Reino Unido.

"Este no es un final sino un comienzo", dijo el primer ministro Boris Johnson en un discurso ante la nación poco antes de la partida oficial. "Este es el momento en que amanece y se levanta el telón de un nuevo acto".

La partida, 1.317 días después de que Reino Unido votó para abandonar el bloque, no solo tiene un enorme peso simbólico, sino también importantes consecuencias legales. Concluyó tres años de debates frenéticos sobre si el país realmente debería abandonar el bloque, los términos de su partida y el tipo de relación que debería forjar con Europa.

La partida marca el comienzo de un período de transición en el que Londres y Bruselas analizarán los términos de sus futuros lazos.

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