Dos veces en una semana, policías de la ciudad de Ellwangen, en el sur de Alemania, se presentaron en un centro de refugiados ubicado en esa localidad. El jueves tomaron en custodia a un togoleño de 23 años cuya deportación hacia Italia estaba programada para el lunes 30 de abril, y que había sido obstaculizada ese día por cerca de 200 solicitantes de asilo.

El 3 de mayo, 27 solicitantes de asilo ofrecieron resistencia al nuevo operativo, en el que participaron cientos de policías armados. Algunos solicitantes de asilo saltaron por las ventanas, resultando heridos. Otros cinco fueron detenidos bajo la sospecha de haber cometido robos o estar involucrados en delitos relacionados con las drogas.

Antes de los sucesos del lunes y el jueves, "cientos de deportaciones" habían sido llevadas a cabo sin que ocurriera algo similar, dijo Bernhard Weber, vicepresidente de la policía de Aalen. Sean McGinley, director del Consejo de Refugiados en Baden-Württemberbg, dijo a DW que el centro de Ellwagen no había presentado problemas de ese tipo. "Existen condiciones que no son las adecuadas, y en algunos casos, son jurídicamente cuestionables. Pero no estoy seguro de si son un factor para explicar lo ocurrido en los días recientes."

"Una bofetada"

El nuevo ministro del Interior de Alemania, Horst Seehofer, aseguró en conferencia de prensa que los sucesos en Ellwagen son una "bofetada a todos aquellos que respetan la ley." Para él, está claro que "las normas de hospitalidad no deben ser pisoteadas."

Seehofer es partidario de que se construyan grandes centros en los cuales los solicitantes de asilo deben permanecer durante todo el tiempo que dure el proceso de su solicitud, y no como ahora, que los refugiados llegan primero a un centro provisional. Políticos de otros partidos critican la iniciativa. En centros de acopio más grandes, "se generaría una dinámica con mayor potencial de violencia, y todo a costa de los policías", aseguró Irene Mihalic, experta de Los Verdes en asuntos de seguridad interna.

Sentados durante meses

Stephan Dünnwald, del Consejo de Refugiados de Baviera, califica como "insostenibles" las condiciones de los campamentos para refugiados. "Imagínese estar recluido junto con otras 300 ó 400 personas. Cada dos noches llega la policía y se lleva a una para deportarla, y usted no sabe si será el próximo. Naturalmente, tales circunstancias crean una enorme tensión entre los refugiados."

Los solicitantes de asilo a menudo permanecen meses en los centros especiales. Mientras esperan una decisión sobre su caso, no pueden buscar empleo, ni pueden estudiar, y ni siquiera pueden ir a clases de alemán. "El primer mes es como de vacaciones, pero cuando se alarga el plazo medio año y no sabes nada, quizá comienzas a pensar: ¿Debo permanecer aquí? ¿Debo esconderme en otro lado? ¿Podría buscar empleo de manera ilegal? ¿Me integro a una banda criminal?", dice Dünnwald.

"Naturalmente, las personas que se sienten en una situación urgente y que tienen miedo, harán todo lo que puedan para evitar ser deportadas", indica McGinley. "A menudo, refugiados que debían ser deportados hacia Italia acaban en la calle."

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