Una mujer de 40 años en el norte de India se suicidó en enero luego de que un video de su violación circulara a través de WhatsApp. La periodista de la BBC Divya Arya viajó hasta su ciudad en Uttar Pradesh para conocer la historia completa.

Geeta* era una mujer valiente. Trabajadora de salud en una zona rural en el norte de India, un trabajo en el que a menudo debía caminar sola entre villas aledañas, a veces al anochecer, visitando casas de extraños.

Su ingreso mantenía a toda su familia, incluyendo su esposo alcohólico y tres hijos adolescentes. Todos vivían en una casa de ladrillos que no tenía puerta ni sanitario, pero Geeta se sentía orgullosa de haber podido educar a su hija y sus dos hijos.

Hacia el final de 2015, un hombre joven de una población cercana empezó a seguir a Geeta. La había visto por primera vez cuando ella ayudó a la esposa de su hermano a dar a luz.

Cuando Geeta rechazó hablarle, él comenzó a amenazarla. Según la amiga y colega de Geeta, Khushboo*, el hombre le arrancó el teléfono de las manos en plena calle y le dijo, "Si te encuentro sola, no te soltaré".

Geeta debió escuchar historias de abuso sexual en los lugares donde trabajaba. 18 meses antes, en 2014, su estado originario, Uttar Pradesh, apareció en los titulares internacionales luego de que dos adolescentes fueran violadas y asesinadas en la villa de Badaun.

Geeta debía saber también que en la cultura patriarcal atada al honor de su pueblo, podrían culparla por "incitar" los avances sexuales de un hombre, así estos fuesen rechazados, intimidantes o violentos.

Cuando a Geeta le pidieron volver al poblado donde vivía aquel hombre, le dijo a Khushboo que tenía miedo de ir sola.

Su amiga se ofreció inmediatamente a ir con ella y se alarmó al ver al hombre "merodeando" la localidad. Le pidió a Geeta que le hablara a los ancianos del pueblo de la situación.

Convencida de que cualquier solicitud la iba a perjudicar, Geeta se negó: "Ellos solo me verán como la culpable", dijo.

Días después, cuando ambas iban a administrar vacunas contra la polio a los niños, Geeta le dijo a Khushboo que "algo malo había pasado".

Cuando Khushboo la interrogó, Geeta dijo que el hombre, junto a tres de sus amigos, la habían seguido en el pueblo.

Los hombres, dijo, habían abusado de ella y le "rasgaron la ropa".

"No hagas nada drástico"

Khushboo está convencida de que, aunque angustiada, Geeta no era una potencial suicida.

"Le dije, 'Todos estamos contigo: no hagas nada drástico'. Pero en ese punto Geeta no pensaba en la muerte. De hecho, quería ir a la policía. Me dijo: 'Los denunciaré. Encontraré a los nombres que abusaron de mí y los haré arrestar'".

Pero antes de que Geeta pudiera reunir el coraje para ir a las policía, un video de la violación empezó a circular en el servicio de mensajería WhatsApp.

A las pocas horas ya lo habían compartido hombres jóvenes y mayores a través de sus celulares, mientras que las mujeres lo comentaban entre susurros.

"Ella me llamó", dice Khushboo, "para decirme que era difícil salir de la casa porque todos los vecinos sabían de 'eso'.

"Sonaba tan preocupada. Me preocupó si alguien sabía de 'eso' en mi vecindario".

La intuición de Geeta de que la culparían y avergonzarían por atraer avances predatorios de un hombre eventualmente se confirmó.

"En esos días estuvo tan triste", dice Khushboo. "Ni siquiera quería comer bien... El día antes de su muerte, me dijo que había ido al médico local y le había contado todo. Él le dijo, 'Vuelve a tu casa y quédate callada, es tu culpa'.

También acudió al antiguo líder de la villa, pero él le contestó, 'Es tu culpa, ¿qué podemos hacer?".

Ese fue el golpe final.

La tarde siguiente, Geeta fue hallada con espuma saliéndole por la boca en una carretera a las fueras de su pueblo. Murió antes de que pudieran llevarla al hospital. La autopsia confirmó muerte por envenenamiento.

No es la única

El abuso sexual y humillación que sufrió Geeta no es un incidente aislado.

En años recientes, los celulares y las apps de mensajería instantánea han llegado hasta a las áreas más pobres y remotas del país, e India ha visto una serie de casos en los que las violaciones en grupo se han filmado en móviles y han circulado en estos servicios.

En agosto de este año, el diario Times of India encontró cientos -y pueden ser miles- de videos de abuso sexual a la venta en diferentes tiendas de Uttar Pradesh todos los días.

Un comerciante en Agra le dijo al periódico: "La pornografía pasó de moda. Estos crímenes de la vida real son lo de ahora".

Sunita Krishnan, una activista que dirige una ONG contra el tráfico de personas en Hyderabad, le dijo a la Corte Suprema recientemente que ha recolectado más de 90 videos de violaciones en redes sociales.

Pavan Duggal, defensor de la Corte Suprema, le dijo a la BBC que los jueces estaban tan "horrorizados" por dos reportes de violación grupal que circularon por WhatsApp en el sur de India que habían emitido una orden especial al Buró Central de Investigación para identificar a los posibles responsables.

En muchos pueblos, a sus residentes les preocupa más si las mujeres usan celulares en lo absoluto que el hecho de que los hombres los usen para intimidar a víctimas de abuso o compartir videos de esos asaltos.

Un número de concejos locales en Uttar Pradesh, preocupados que la tecnología corrompa el efecto de los valores morales tradicionales, les prohibieron a las niñas usar celulares.

"Hay tanta presión sobre las niñas, y si por casualidad llegan a sostener un celular o usan audífonos para escuchar música, se les etiqueta como 'sin carácter' (de moral floja), dice Rhana Adib, trabajadora social que formó parte de una misión de verificación para estudiar el caso de Geeta.

Secuelas

Luego de varias protestas lideradas por trabajadores de la salud en pueblos cercanos, tres hombres han sido arrestados por la presunta violación de Geeta y por realizar y circular el video.

Pero en su pueblo natal, la rabia tras la muerte de Geeta todavía está silenciada con preguntas sobre su honor.

Hasta su propio esposo, quien se enteró del video por los vecinos, comparte la sospecha de que ella pudo haber hecho algo para fomentar el ataque.

"Si me hubiera dicho", dice él, "le habríamos preguntado si se hizo con su consenso. Luego hubiésemos reunido a los más viejos de la villa para decidir qué acción debía tomarse".

No muestra ninguna señal de disgusto sobre la violación y no ha hecho demandas para exigir acción policial.

Cuando la BBC habló con el doctor y el exlíder del poblado, ambos hombres negaron haber desalentado a Geeta de ir a la policía, y la culparon de lo que le pasó.

Para otro residente, quien pidió no ser nombrado, la muerte de Geeta no requería de una explicación especial: "¿Cómo pudo continuar viviendo después de esta humillación pública?", se preguntó.

La muerte de Geeta fue, para muchos, inevitable. Pero eso no cambia nada para los que quedaron, especialmente para su hija.

"Es muy difícil", dice. "Cada vez que salgo a la calle, alguien me señala y dice '¿No te da vergüenza lo que le pasó a tu madre?".

*Los nombres "Geeta" y "Khushboo" son inventados para proteger las identidades de las mujeres involucradas

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