Verdes y celestes: dos colores en el Congreso, dos colores en las plazas.

El Senado argentino debate este miércoles un proyecto de ley para la amplia despenalización del aborto y la votación se anticipa reñida, tal como ocurrió en la Cámara de Diputados en junio, cuando la propuesta consiguió media sanción tras una maratónica sesión de 23 horas y por apenas cuatro votos de diferencia.

Desde hace meses, el aborto, instalado en la agenda pública, divide al país.

Son "la marea verde" versus "la ola celeste": quienes promueven la ampliación del derecho al aborto (que actualmente se permite en casos de violación o cuando la salud de la madre está en riesgo) y quienes se oponen a la norma porque defienden "las dos vidas", según reza su propio eslogan.

En BBC Mundo hablamos con cuatro mujeres que, junto a cientos de miles más, se han tomado las calles y han convertido las movilizaciones en una estrategia de lucha. Aquí, sus voces.

El pañuelo de la "sororidad"

Ingrid Beck es periodista, guionista y una de las organizadoras del colectivo Ni Una Menos.

Como activista, me involucré con la movilización y con poner el cuerpo, con recorrer lugares y replicar el mensaje sobre la necesidad de legalizar el aborto.

Lo que estamos viendo - a nivel global, pero fuertemente en Argentina dada su larga tradición de movilización popular- es que hay un actor político muy novedoso: el movimiento de mujeres ocupando la calle. Esto tiene uno de sus puntos de partida en la convocatoria [contra la violencia de género] Ni Una Menos de 2015, y partir de entonces no se ha detenido.

El 13 de junio [mientras se daba el debate en Diputados], sacamos casi un millón de personas a la calle: prueba de que somos actualmente uno de los movimientos con mayor poder de convocatoria.

Es además muy horizontal, sin jerarquías ni dirigentes, lo que lo vuelve muy difícil para la clase política, que no sabe cómo capitalizar este poder de movilización.

Esto el gobierno argentino lo leyó y lo que hizo fue canalizar este reclamo por la vía que hay que canalizarlo, que es el Congreso nacional. Si la iniciativa no la tomaba el gobierno, la iba a tomar la oposición.

En Argentina, el aborto legal existe de los años de 1920 [actualmente, es no punible en casos de violación o de riesgo para la salud de la madre], lo que estamos buscando es que se legisle para la ampliación de este derecho: que sea para todas las mujeres, en cualquier circunstancia.

El pañuelo es un ícono ligado con las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo. Nosotros adoptamos el verde y fue muy interesante lo que pasó: hasta hace muy poco, llevarlo era peligroso, te exponías a que te dijeran cosas horribles. Hoy, genera un efecto de sororidad: te vas mirando con otras mujeres que lo llevan y te sentís hermanada en la misma lucha.

Con ley o sin ella, el tema del aborto está instalado en la agenda, ya es una batalla ganada. Ya se sabe que hay abortos clandestinos e incluso los [grupos] más conservadores lo admiten, con lo cual van a tener que hacer algo para resolverlo. De lo contrario, es una irresponsabilidad absoluta.

"Nos cuesta la calle"

Camila Duro, 24 años, es encargada de formación de voluntarios en la ONG Frente Joven, que es apartidaria y no confesional.

Nuestra organización es provida en un sentido amplio porque buscamos lograr una sociedad más digna a través de los derechos humanos fundamentales, entre ellos el derecho a la vida.

¿Nuestro mensaje? Primero, que el aborto es un fracaso social. Cuando una mujer llega a un aborto es porque fallaron muchas cosas antes.

Segundo, que la mortalidad materna por abortos se puede bajar con otras estrategias que no son la legalización.

Como ocurrió en Chile, uno de los países de la región con menores índices de mortalidad materna por aborto: en el 1989, cuando se prohibió el aborto, se establecieron algunas estrategias que fueron exitosas, como por ejemplo la creación de centros de salud intermedios para que las mujeres puedan dar a luz sin tener que ir a los hospitales, lo que reduce la mortalidad materna por sepsis.

Tercero, decimos que no es una buena solución eliminar con violencia una vida para arreglar otro problema, porque eso es poner un parche. Defender las dos vidas es decir "hay soluciones integrales que no necesitan descartar a nadie".

Hicimos varias estrategias de acción ciudadana, como la pegatina de autoadhesivos en las calles, intervenciones en las principales intersecciones de la ciudad y "timbreos" casa por casa para discutir la ley con la gente.

Y organizamos las plazas celestes, porque nos tuvimos que mover a la calle. Nos sentimos arrastrados, quizás? Los grupos provida no estamos acostumbrados a tomar la calle, menos en situaciones donde puede haber confrontación.

Cuesta un montón, pero creo que en ese sentido el interior del país dio cátedra porque cientos de miles de personas marcharon en más de 100 ciudades.

Pedimos que haya un plebiscito en Argentina y fue el lado "verde" el que se opuso. Quizá tuvieron miedo de preguntarle a la gente, sobre todo porque cuando uno sale de Buenos Aires ve que hay más gente que opina diferente [en contra de la despenalización].

Que la ley no sea aprobada es para nosotros el mejor de los escenarios, pero no una fiesta. Sería el puntapié inicial para que se puedan tratar otros proyectos relacionados - nosotros presentamos 17, como una propuesta de ley de maternidad vulnerable-, que antes no tenían cabida porque no existía conciencia política y social sobre estas problemáticas.

"Nada de esto es espontáneo"

Celeste Mac Dougall es docente y activista de la campaña nacional por el derecho al aborto legal.

Hace nueve años que soy parte de esta campaña, que nació hace 13. Presentamos un proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo siete veces consecutivas, la primera en 2007: cuando un proyecto no llega a tratarse en el Congreso por dos años, se cae y hay que volverlo a presentar.

Pero, en paralelo, trabajamos en lo que nosotras llamamos "despenalización social": organizamos mecanismos de lucha en pos de construir consenso en relación al derecho al aborto.

Desde construir una red de profesionales de la salud, que son los que realizan la práctica, hasta trabajar con universidades, artistas, el mundo de la cultura.

Es un activismo de muchísimos años, nada de esto es espontáneo o natural. El movimiento feminista y de mujeres en Argentina gestó esta lucha, con encuentros nacionales que se llevan a cabo desde hace 30 años para discutir problemáticas y reivindicar derechos, en contra del machismo y el patriarcado.

De allí sale la potencia conseguida, con las más de 500 organizaciones que integran la campaña.

Nosotras siempre estuvimos en la calle, de diferentes maneras. Las encuestas y actividades que hacíamos nos mostraban que el aborto sí era un tema del que la sociedad quería hablar.

Donde no estaba instalado era en la agenda de quienes tienen que legislar, ni en los medios de comunicación. Eso es lo que ha cambiado ahora.

Música de percusión

Clarisa Rodríguez, 43 años, es esteticista, estudiante de psicopedagogía y una de las organizadoras del movimiento contra la legalización en la provincia de Corrientes.

Mi militancia más activa surgió como una necesidad después del 14 de junio, cuando se sancionó el proyecto de ley en Diputados.

En donde vivo, a 1.000 kilómetros de Buenos Aires, se vivió un tiempo de silencio y desorientación. Pero nos dimos cuenta que la batalla no estaba acabada, que no todo estaba perdido.

Para nosotros el aborto es asesinato. Queríamos concientizar a la gente de que, aunque una ley lo valide, no significa que esté bien.

Así comenzamos a salir a las calles, para que esta "ola celeste" se volviera visible. Comenzamos organizando un "percusionazo", una juntada con música de percusión, muy arraigada en nuestra cultura.

La gente se fue sumando de a poco, había que ir quebrando la barrera del temor a manifestarnos. Quizá nuestra lucha hubiera tomado otros rumbos, pero ante la necesidad, salimos: fuimos impulsadas a las calles por la necesidad de demostrar que hay otra postura frente a esta "marea verde" que venía avanzando. Y sirvió mucho para expresar lo que es para nosotros el verdadero feminismo.

Tuvimos que aprender de leyes, de psicología, de activismo. Hoy somos un equipo afianzado que nos llamamos "Correntinos por la vida".

Si la ley se rechaza en el Senado, no queremos festejar en un tono de burla, como si hubiéramos ganado algo. Todo este proceso nos hizo tomar conciencia de que [el aborto clandestino] es un flagelo para las mujeres.

Más allá de lo que suceda, seguiremos trabajando por los derechos del niño por nacer. Queremos darles otras herramientas a mujeres vulnerables que tienen que recurrir al aborto porque carecen de un trabajo digno o tienen sus necesidades básicas insatisfechas.

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