Una fría mañana de noviembre de 1978, el joven policía Ron Stallworth detuvo su mirada en un aviso clasificado del periódico.

"Ku Klux Klan. Para información", decía el escrito, seguido de una dirección de correo postal.

El detective respondió al aviso, con la curiosidad de que ello pudiera llevar a una investigación que lo solidificara como detective.

Pero había un detalle. Stallworth, de 25 años, era un hombre negro queriendo infiltrarse en el grupo más notorio de supremacistas blancos de Estados Unidos.

Aunque parezca imposible, lo logró. Y su historia parece sacada de un guion de cine.

Décadas después, en eso se convirtió. Este viernes se estrena en EE.UU. el filme BlacKkKlansman ("Infiltrado en el KKKlan", en español) que, bajo la dirección del reconocido cineasta Spike Lee, cuenta la historia de Stallworth (con ciertas licencias creativas).

Lee conoció su extraordinaria historia a partir de un libro que Stallworth publicó en 2014 en el que detalla cómo fue la operación encubierta para entrar en el KKK e, incluso, llegar a conocer en persona a su líder, el polémico David Duke.

Un policía negro

Stallworth llevaba un año trabajando en el departamento de la policía de Colorado Springs (Colorado, oeste del país) cuando se unió a la unidad de inteligencia.

Fue el primer policía negro que contrató la ciudad y era también el más joven de todos sus compañeros.

En una entrevista con la BBC en octubre del año pasado, Stallworth contó que siempre había querido ser policía pese a incidentes de discriminación de esta institución hacia los negros.

"Cuando me entrevistaron (en Colorado Springs) me preguntaron cómo me sentiría en un ambiente en el que algunas personas tenían una actitud negativa hacia los negros. Yo respondí que me ocuparía de mis asuntos".

Como detective, la primera asignación que le encargaron fue monitorear una charla de Stokely Carmichael (Kwame Ture), un líder del movimiento por los derechos civiles asociado al Partido Pantera Negra, una organización nacionalista negra que, entre otras cosas, denunciaba abusos de la policía.

"Lo que él decía en cuanto a las relaciones raciales tenía todo el sentido para mí. Pero, al mismo tiempo, yo era policía y lo que él decía iba en contra de lo que yo representaba", dijo Stallworth.

Encuentro con el "Klan"

Pero fue el anuncio del periódico lo que cambió el curso de la vida del joven detective.

En la carta que envió al KKK, Stallworth decía ser un hombre blanco que "odiaba lo que estaba pasando en el país" y que creía en la raza blanca y pura.

Sin darse cuenta, cometió un error que puso en peligro su vida. Firmó la carta con su nombre verdadero.

"Al menos escribí mi teléfono de policía encubierto", le dijo a la BBC.

Esperaba que le enviaran un panfleto con información sobre el grupo radical. Pero una semana después, recibió una llamada del líder local del "Klan".

"Se refirió a sí mismo como organizador local", recordó. El hombre le preguntó cuándo podían conocerse en persona y ahí empezó formalmente la investigación, contó Stallworth.

"Obviamente no podía ir a las reuniones. El plan que diseñé es que yo hablaba con él por teléfono y cuando hubiese una reunión en persona, iría un agente blanco. Ese agente era Chuck (no es su nombre real)", dijo.

Chuck se adhería un pequeño micrófono a la camiseta y grababa las conversaciones en persona con los miembros del KKK, que Stallworth escuchaba desde su auto.

En el operativo encubierto descubrieron que la célula de Colorado Springs hablaba de reunir armas automáticas para prepararse para una "guerra racial" y tenían la idea de plantar explosivos en dos bares gay.

En los casi 8 meses que duró la investigación, cuenta Stallworth, incluso el FBI fue alertado de los movimientos del grupo supremacista.

El gran líder

Durante la operación, el detective llegó a hacerse miembro oficial del KKK.

Un retraso en el envío de su tarjeta de membresía provocó que entablara una relación completamente improbable.

Llamó a la sede principal del KKK en el estado de Luisiana y le contestó David Duke, nada menos que el líder nacional de "la organización", como le llamaban sus miembros.

"Me dijo un día que sería capaz de reconocer a un negro al teléfono porque hablaban diferente. Y luego me dijo que, por ejemplo, sabía que yo era un hombre blanco. Me reí a carcajadas después", recordó Stallworth.

En un giro inesperado, en enero de 1979 los jefes de Stallworth le asignaron ser el guardaespaldas de Duke en una visita que haría a Colorado Springs.

El detective argumentó que esto podría poner la operación encubierta en peligro, pero le dijeron que no había nadie más disponible, recordó Stallworth.

"Me presenté, le dije que no estaba de acuerdo ni con su filosofía ni ideología pero que era un profesional y haría lo que fuese para asegurarme de que estuviese seguro. Me lo agradeció".

Tras su retiro como policía, Stallworth decidió publicar sus memorias. Y el rechazo de grupos de supremacistas blancos fue inmediato.

"Una página web publicó una foto a color mía, lo que pensaban que era mi dirección y teléfono. El FBI me notificó que había amenazas de muerte en mi contra y que tomara precauciones. Empecé a cargar mi arma otra vez y a estar alerta en la calle", le contó a la BBC.

Otra cosa que nunca deja en casa es su tarjeta de identificación como miembro del KKK.

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