La carrera para convertirse en el próximo primer ministro de Gran Bretaña ha dado un giro inesperado: muchos de los candidatos no paran de hablar sobre la última vez que tomaron drogas.

Es el último giro en un proceso extraño que involucra solo a una pequeña proporción de la población, pero el futuro del Brexit (y la venidera relación del Reino Unido con la Unión Europea) está en juego.

¿Por qué hay una elección por el liderazgo del Partido Conservador?

En resumen, porque Theresa May, quien presentó su dimisión como primera ministra el 24 de mayo ?se hizo efectiva a partir el 7 de junio?, lo ha pasado realmente mal en el cargo.

Cuando se hizo con el puesto tras la renuncia de su predecesor David Cameron (después de que el Reino Unido votara a favor de abandonar la UE), parecía encaminada a liderar el país durante muchos años.

Su formación, el Partido Conservador, tenían una mayoría en la Cámara de los Comunes (la cámara baja del Parlamento) y el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, había trasladado al Partido Laborista más hacia la izquierda, un movimiento que muchos consideraban un suicidio electoral.

Después de muchos meses diciendo que no convocaría elecciones, May cambió de opinión, llevó al país a las urnas y recibió un martillazo del electorado.

La idea de que la campaña de izquierda de Corbyn asustaría a los votantes era errónea: el laborismo ganó 30 escaños y los conservadores perdieron 13.

May logró aferrarse al poder confiando en el apoyo del Partido Democrático Unionista (DUP) de Irlanda del Norte, un partido mucho más pequeño, pero esto tenía un precio.

Irlanda del Norte tiene la única frontera terrestre del Reino Unido con la UE, y las demandas del DUP en relación con eso le ataron las manos a la hora de finalizar el Brexit.

El DUP odiaba el acuerdo que May negoció con la UE, al igual que muchos en su propio Partido Conservador.

Como resultado, fue rechazado tres veces en la Cámara de los Comunes, una de ellas por 432 votos contra 202, la mayor derrota para un gobierno en el parlamento en la historia.

Después de perder la mayoría de su partido en unas elecciones generales, May no pudo lograr un acuerdo en el Parlamento sobre el Brexit, y con una imagen pública terrible (durante un discurso se quedó sin voz, mientras que su eslogan de campaña se desprendía de la pared detrás de ella), renunció formalmente a su puesto como líder de su partido el 7 de junio.

Eso provocó la carrera actual por el liderazgo, que dará lugar a que el próximo primer ministro británico asuma el cargo a fines de julio.

¿Por qué muchos candidatos admiten que han tomado drogas?

Actualmente hay 11 personas en la carrera para convertirse en el próximo líder del Reino Unido, y siete de ellos han admitido haber tomado drogas ilegales.

Esto es inusual para un grupo de personas que piden que se les ponga en control de la quinta economía más grande del mundo y unas fuerzas armadas equipadas con armas nucleares.

Entre las admisiones más exóticas de los últimos días se encuentran la de Rory Stewart (actualmente, ministro de Desarrollo Internacional) que dijo que fumó opio en Irán; la de Michael Gove (el ministro de Medio Ambiente) que admitió haber tomado cocaína y la de Jeremy Hunt (el ministro de Relaciones Exteriores) describiendo cómo tomó una bebida Lassi a base de yogur mezclada con cannabis en la India.

El favorito para reemplazar a May en las casas de apuestas, Boris Johnson, ya afirmó en un programa de televisión en 2005 que había "intentado, sin éxito," consumir cocaína "hace mucho tiempo", pero que estornudó y la droga se esparció.

Nadie sabe muy bien cómo tomarse esta admisión/negación parcial.

Los tres candidatos restantes que admitieron haber tomado drogas dicen que fumaron cannabis cuando eran más jóvenes.

En el caso de algunos políticos, la prisa para hablar sobre drogas parece estar impulsada por un intento de admisión y disculpa porque estaban a punto de ser expuestos por un periódico, mientras que en relación a otros esto se ha leído como un intento de distanciarse del estereotipo del político estirado, socialmente conservador y alejado de la realidad.

Aquí es donde las cosas vuelven a Theresa May.

Durante su catastrófica campaña electoral, trató de evitar decir algo controvertido, pensando que daría la imagen de una líder seria, estable y confiable.

En cambio, a muchos les pareció lejana y robótica.

Cuando le preguntaron cuál es la mayor travesura que había hecho en su vida, ella vaciló repetidamente antes de responder "cuando mis amigos y yo corríamos por los campos de trigo, los agricultores no estaban muy contentos con eso".

(Si estás confundido por esto, no te preocupes, casi nadie en Reino Unido entendió de qué hablaba).

Al enfrentarse a preguntas similares, los candidatos para reemplazarla están teniendo que encontrar respuestas más interesantes para los británicos, alrededor de un tercio de los cuales ?entre los 16 y los 59 años? admiten haber tomado drogas.

Para Rory Stewart, su confesión de que tomó opio en una boda en Irán hace 15 años ("alguien pasó una pipa por la habitación y yo fumé") probablemente realza su atractivo como un inconformista con una historia de vida muy diferente a la mayoría de los políticos.

Estuvo brevemente en el ejército británico antes de unirse al servicio diplomático, finalmente se convirtió en vicegobernador de dos provincias de Irak tras la invasión en 2003, y luego pasó 21 meses caminando por Irán, Afganistán, Pakistán, India y Nepal, alojándose en 500 casas en aldeas durante el viaje.

Su padre era controlador del Lejano Oriente para el Servicio Secreto del Reino Unido.

Para otros candidatos, sin embargo, el uso de drogas ha sido un problema político.

La confesión de Michael Gove sobre haber consumido cocaína cuando era periodista fue contrastada con su época como ministro de Educación, cuando su departamento prohibía ejercer la profesión a los maestros que habían sido encontrados tomando esta droga.

Esto lo ha llevado a ser acusado de hipocresía.

¿Por qué solo podrán votar 124.000 personas?

Una vez que los candidatos hayan terminado de confesar sus pasados en relación a las drogas, e incluso hayan establecido algunas de sus propuestas políticas, comenzará la votación para decidir quién se convertirá en líder del Partido Conservador y, por lo tanto, en el próximo primer ministro del Reino Unido.

No es un proceso en el que todo el país pueda dar su opinión.

En las primeras rondas, solo los miembros conservadores del Parlamento pueden votar, y los candidatos que obtengan la menor cantidad de votos serán eliminados en rondas sucesivas.

Una vez queden los dos últimos, todos los miembros del Partido Conservador participan en una elección postal para decidir el ganador.

Pero este electorado es de tan solo 124.000 personas (según una encuesta académica del año pasado) de un total de 47 millones de votantes en el Reino Unido.

Esto es un diminuto 0,26%.

Aunque ha habido quejas en Reino Unido, esta es una forma bastante estándar de elegir nuevo primer ministro.

En los últimos 45 años, la mitad de los ocho líderes del país han sido elegidos por sus partidos políticos y no por el público en general.

Esto se debe en parte a que, en el sistema político británico, los jefes de gobierno son muy vulnerables a ser destituidos por sus partidos si pierden el apoyo del mismo, a diferencia de los sistemas presidenciales como el de Estados Unidos.

Pero la membresía de los partidos políticos no es representativa del país en su conjunto.

El 97% de los miembros del Partido Conservador es blanco.

Esto significa que "las minorías étnicas, que representan más del 10% de los británicos, están muy poco representadas entre los tories", según el profesor Tim Bale, de la Universidad Queen Mary de Londres.

"Los miembros del partido conservador son considerablemente más ricos que la mayoría de los votantes", agrega, y su edad promedio es de 57 años.

Cuando se elija a un nuevo primer ministro, son los jóvenes, los grupos étnicos minoritarios y los pobres quienes tendrán menos voz.

¿Cómo afectará esto al Brexit?

El Brexit, el proceso por el que Gran Bretaña dejará la Unión Europea, es el tema que domina la política británica, por lo que no es sorprendente que sea una cuestión central en las elecciones por el liderazgo conservador.

Los 11 candidatos ofrecen una amplia gama de planes.

Dominic Raab tiene una de las políticas de línea más dura, diciendo que forzará a la UE a ceder en temas sobre los que ya ha dicho que nunca cedería durante las negociaciones, o que retirará al Reino Unido de la UE sin ningún tipo de acuerdo.

Si los parlamentarios británicos intentan detenerlo, dice que pondrá fin a la sesión actual del parlamento y no iniciará una nueva, lo que les impediría bloquear sus planes.

Pero esto llevaría al Reino Unido a una crisis constitucional.

En el otro extremo del espectro está Sam Gyimah, quien estaría abierto a la posibilidad de un segundo referéndum sobre el Brexit si las negociaciones están siendo problemáticas.

Sin embargo, se dice que tiene pocas posibilidades de victoria, y es probable que cualquier candidato exitoso tenga que complacer a los miembros del Partido Conservador, que son fuertemente euroescépticos.

Quizás el mayor problema es que todos los candidatos están en modo electoral, vendiendo esperanzas y sueños a sus partidarios para unir a la tropa y ganar votos.

Esto es muy diferente del arduo trabajo de detalladas negociaciones que se llevarán a cabo con la UE para asegurar cualquier acuerdo sobre el Brexit.

Esas conversaciones están en espera y volverán a comenzar cuando un nuevo líder asuma el cargo a fines de julio.

Gane quien gane, habrá una carrera frenética para reiniciar las negociaciones y terminarlas antes de la fecha fijada para el Brexit, el 31 de octubre.

 

 

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