La supervivencia política del presidente bielorruso Aleksander Lukashenko puede depender de su gran aliado, su homólogo ruso Vladimir Putin. Pero eso podría costarle soberanía a Bielorrusia.

Desde el 9 de agosto, cuando se anunciaron los resultados de la elección presidencial, decenas de miles de manifestantes se volcaron a las calles de la capital bielorrusa, Minsk, contra Lukashenko.

El recuento electoral -calificado como fraudulento por EE.UU., la Unión Europea (UE) y la oposición bielorrusa- le otorgó la victoria a Lukashenko con más del 80% de los votos frente a Svetlana Tikhanovskaya, quien se presentó a última hora y se perfilaba como ganadora, pero que ahora se encuentra en el exilio.

Lukashenko -quien ha llegado a referirse a los manifestantes como "ratas"- sostuvo recientemente una reunión en Rusia con Putin. El encuentro fue considerado como "crucial" para determinar el futuro del presidente bielorruso y de su país, en medio de un movimiento que exige su dimisión.

"Un amigo está en problemas, y lo digo sinceramente", le dijo Lukashenko a Putin al comienzo de la reunión, antes de agradecerle por su apoyo.

En repetidas ocasiones, el presidente bielorruso ha tanteado la posibilidad de que Rusia intervenga en la crisis, proporcionando incluso ayuda militar. Y Putin confirmó que el Kremlin está dispuesto a utilizar esa vía para socorrer al régimen de Lukashenko, pero que "todavía" la situación no lo requiere.

Según expertos, la vía militar no sería, por ahora, la privilegiada por Putin, que tendría para Bielorrusia planes mucho más ambiciosos que incluirían una "anexión blanda" de la antigua república soviética.

"Los pueblos de Rusia y Bielorrusia (...) son casi lo mismo, étnicamente hablando y también desde un punto de vista histórico y espiritual. Por eso, me contenta mucho que Bielorrusia y nosotros nos estemos acercando tanto", dijo Putin en diciembre del año pasado en Moscú.

Al explicar ese tipo de comentarios, el periodista del equipo ruso de BBC Monitoring, Vitaliy Shevchenko, dice que Putin "se ve a sí mismo como el sucesor de la Unión Soviética".

"Restaurar el poder que Rusia tuvo"

"En su mente, el colapso de la URSS fue lo peor que pasó el siglo pasado y es su misión restaurar el poder que Rusia tuvo".

La política exterior de su líder, calificada por muchos países como "invasiva", es vista dentro del país como un "sacrificio para hacer que Rusia brille de nuevo", agrega el periodista.

"Cuando él interfiere en Ucrania, Georgia, Bielorrusia o Estados Unidos, muchos rusos lo ven como una señal de que su país es temido e influyente".

Por eso, desde hace tiempo flota la idea de que el presidente ruso planea anexionar Bielorrusia.

La Premio Nobel de Literatura 2015, Svetlana Alexiévich, aseguró en una entrevista publicada por la organización Project Syndicate en enero de este año que en Minsk "cada vez se habla más" de los planes de Putin para "absorber" su país.

Una anexión "blanda y discreta"

Y esa "absorción" de la que hablan Alexiévich y otros intelectuales bielorrusos podría comenzar con una mayor integración política y económica.

En 1999 se creó el Estado de la Unión, también conocido como la Unión de Rusia y Bielorrusia, una entidad supranacional que comprende ambos Estados y que busca una mayor integración política, económica y social.

"Para los rusos, el Estado de la Unión que ellos crearon funciona en términos de cooperación económica, con Rusia ofreciéndole a Bielorrusia varios tipos de subsidios", le cuenta a BBC Mundo Aaron Korewa, analista político especialista en Europa del Este del McCain Institute, un grupo de expertos con sede en Washington.

A más de dos décadas de su fundación, analistas creen que el Kremlin pretende unificar algunas normas e instituciones entre ambos países para lograr una mayor cohesión.

"Se está hablando de avanzar hacia organismos como un banco central común, de tomar el control de algunas industrias estratégicas en Bielorrusia, así como también de una integración más profunda en el ámbito militar", dice Korewa.

El experto señala que anexionar Bielorrusia "descaradamente" no es lo que ambiciona el Kremlin, porque eso empujaría las relaciones entre Moscú y Occidente, ya dañadas, hacia un abismo y tendría consecuencias graves para Rusia.

"Putin lo sabe, por eso no hará nada estúpido y probablemente quiere que la anexión se haga de una forma blanda y discreta, y que no conlleve a una crisis".

Contactado por BBC Mundo, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso no respondió a nuestras solicitudes de comentarios.

Una situación diferente a la de Ucrania y Georgia

El enfoque expansionista de Rusia no es nuevo.

En 2008, Rusia apoyó a las autoproclamadas repúblicas de Abjasia y Osetia del Sur, dos regiones en disputa desde la desintegración de la Unión Soviética. El anuncio provocó una guerra entre Rusia y Georgia que duró cinco días y que resultó en una victoria militar rusa.

Desde entonces, el 20% del territorio reconocido internacionalmente como parte de Georgia se encuentra bajo ocupación militar rusa.

Y más recientemente, en 2014, el presidente Putin tomó el control de la península ucraniana de Crimea para proteger a los llamados rusos étnicos de la amenaza de la "extrema derecha" que, según Moscú, derrocó al expresidente Yanukóvich, que era aliado de Moscú.

Pero para Aaron Korewa, ninguna de estas opciones son viables en Bielorrusia.

"No hay manera de hacer eso en Bielorrusia. ¿Qué parte del país se supone que va a anexar? Tendrían que hacer una intervención completa, como lo hicieron en Hungría en 1956 o en Checoslovaquia (en 1948). Eso sería demasiado costoso, demasiado complicado y resultaría en un desastre", explica.

"Es mucho más difícil que hagan en Bielorrusia lo que hicieron en Georgia o Ucrania, porque realmente no hay ninguna parte del país en el que los rusos puedan intervenir discretamente. Va a ser sangriento y desordenado y a los rusos les gustaría evitar eso".

"Una nueva 'federación' está naciendo en Eurasia"

El 31 de agosto, Lukashenko evocó la idea de organizar un referéndum constitucional para descentralizar el poder en en su país, una propuesta que para el canciller ruso, Sergey Lavrov, ayudaría a estabilizar la situación en Minsk.

Pero para Putin, que no tardó en respaldar la idea, el objetivo final de estas reformas sería "federalizar Bielorrusia", según afirmó Alexander Morozov, de la Red de Acción Estratégica Internacional para la Seguridad (iSANS, pos sus siglas en inglés), en un artículo publicado el 11 de septiembre.

"La intención real es crear una situación en la que se pueda decir que está surgiendo algo así como la 'Unión Europea': una moneda común, un parlamento común, pero al mismo tiempo los gobiernos nacionales podrán tener sus propios presupuestos de forma completamente independiente. Por consiguiente, una nueva federación está naciendo en Eurasia. De dos Estados. Y en el futuro histórico, las puertas están abiertas a otros".

Koreva, del McCain Institute, comparte esta hipótesis, pero agrega que la situación actual en Bielorrusia es "muy impredecible".

"Es posible que Lukashenko esté contemplando llevar a cabo esas reformas para obtener más apoyo ruso. Pero corre el riesgo de enfurecer aún más a la población bielorrusa, que de manera general no apoya una unión con Rusia", prosigue el experto en Europa del Este.

Una encuesta realizada por el Taller Analítico de Bielorrusia, publicada en agosto de 2019, arrojó que el 75,6% de los bielorrusos son favorables a una relación de amistad entre su país y Rusia, con fronteras abiertas, sin visado y sin aduanas, pero como países independientes.

Solo el 15,6% está de acuerdo en que se conviertan en un solo Estado.

Incrementar el contacto con la oposición

De acuerdo a los expertos, el presidente bielorruso y Putin no son precisamente amigos, pero las circunstancias los han llevado a unirse.

"Históricamente, a Putin no le gusta Lukashenko para nada, no se agradan entre sí. Si evaluamos el lenguaje corporal de la reunión en Sochi, era casi cómico cómo Putin se veía tan aburrido y no muy feliz de tener que estar allí. Últimamente, Rusia ha aceptado que debe apoyar Lukashenko, a quien ve como una especie de colega autócrata y que también es presidente de un país vecino", dice Korewa.

Mientras tanto, el experto dice que Occidente debería incrementar el contacto con la oposición bielorrusa y dejar claro que no aceptará una anexión de Bielorrusia.

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