Los tambores de la guerra suenan otra vez en el "techo del mundo".

La disputada región de Cachemira, a los pies del Himalaya, es otra vez el nudo de confrontación entre dos enemigos y potencias nucleares que se amenazan desde hace décadas: India y Pakistán.

Los dos países -que ya se enfrascaron en tres conflictos armados por esa región dividida entre ambos en 1947- iniciaron una nueva escalada militar el martes.

Ataques aéreos que han culminado con el derribo de aviones e intercambios de disparos entre fuerzas terrestres han formado parte de esta crítica etapa de un conflicto que muy pocos expertos se atreven a pronosticar a dónde va.

Detrás de las nuevas tensiones está un atentado suicida con coche bomba que dejó al menos 40 paramilitares indios muertos hace dos semanas. Un suceso que se atribuyó un grupo armado con base en Pakistán.

Se autodenomina Jaish-e-Mohammed (JeM), el "Ejército de Mahoma", y es considerado por la inteligencia india como la "más mortífera" y "principal organización terrorista" en las disputadas zonas de Jammu y Cachemira.

Como consecuencia, el pasado martes, India cruzó el espacio aéreo del país vecino y bombardeó varias regiones en las que, aseguraron, se encontraban campos de entrenamiento de este grupo.

Las dos potencias nucleares no se enfrentaban de una forma tan agresiva desde hace casi cinco décadas.

Según el Ejército indio, nuevas "informaciones de inteligencia" indicaron que el incidente del 14 de abril era solo el inicio de una escalada de "ataques terroristas".

"Ante el peligro inminente, un ataque preventivo era absolutamente necesario", manifestó el secretario de Relaciones Exteriores de India, Vijay Gokhale.

Islamabad no se quedó de brazos cruzados: derribó dos aviones indios y capturó a uno de sus pilotos.

"Pakistán optó por intensificar el conflicto al contraatacar también contra objetivos militares indios en Cachemira. Esto implica que está equiparando los campos de entrenamientos de terroristas con bases militares formales", explica a BBC Mundo Christine Fair, experta en temas de seguridad de la Universidad de Georgetown.

Pero, ¿qué se sabe de este grupo y cómo se justifica que India atacara territorios de su enemigo histórico?

Una "guerra santa" en Cachemira

El autodenominado Ejército de Mahoma es un grupo extremista relativamente nuevo, pero de rápido crecimiento, cuenta a BBC Mundo Sajid Iqbar, experto en temas de Pakistán de la BBC.

Su principal objetivo, explica, es socavar el control de la región de Cachemira administrada por India y unirla con Pakistán bajo su propia interpretación de la sharía (ley islámica).

Pero su "guerra santa" por Cachemira es solo una "puerta de entrada" a toda India, cuya población musulmana, en criterio de sus seguidores, también necesita la "liberación de los infieles".

De acuerdo con Iqbar, los orígenes de JeM generalmente datan de inicios de los años 2000, luego de que el grupo se organizara en los meses posteriores al secuestro de un avión de Indian Airlines en Katmandú en 1999.

Los secuestradores, miembros principalmente de otro grupo armado, Harkat-ul-Mujahideen, exigieron a cambio de los rehenes la liberación de tres líderes islamistas que estaban presos en India.

Uno de ellos, Masood Azhar, un clérigo de la corriente deobandi (un movimiento revivalista islámico suní) se convertiría en el líder y guía espiritual de la organización.

Un informe de seguridad de la Universidad de Stanford señala que el grupo ha seguido creciendo desde entonces y cuenta con el apoyo de un gran número de seminarios religiosos en Pakistán.

Si en 2009 el Consejo de Relaciones Exteriores, un think tank con sede en Estados Unidos, calculaba sus militantes entre los 100 y los 1.000, ya para el 2013 el Departamento de Estado los estimaba en "varios miles" de soldados armados.

El grupo, señala el experto de la BBC, ha mantenido además estrechos vínculos con otras organizaciones extremistas como Al Qaeda y su antiguo líder Osama bin Laden, así como con sectores de grupos talibanes afganos de la corriente deobandi, talibanes pakistaníes y grupos antichiitas.

En busca de sus raíces

Y es que sus verdaderas raíces, según Iqbar, hay que buscarlas no en el secuestro del avión que formalmente les dio origen, sino más atrás: en los tensos años de la Guerra Fría, cuando la URSS invadió Afganistán.

"En 1980 cuando los soviéticos invaden Afganistán, se forma una colación entre Pakistán, Arabia Saudita y Estados Unidos para tratar de contener la expansión soviética. Muchos grupos islamistas fueron apoyados y armados y, luego, cuando termina ese conflicto, algunos se mudaron a Cachemira y continuaron sus actividades allí", señala.

De ahí que las relaciones con uno de los países que los armó y entrenó estén entre las frecuentes denuncias contra el gobierno de Pakistán desde la década de 1990.

Islamabad niega apoyar estas organizaciones, pero, según el especialista de la BBC, la aspiración compartida de lograr la liberación de Cachemira ha sido interpretada como una especie de "apoyo moral".

Según la experta en temas de seguridad de la Universidad de Georgetown, la supuesta cercanía de este grupo con las autoridades de Pakistán ha dado paso a cuestionamientos no solo por la parte india, sino también de las agencias de inteligencia de varios países.

En su opinión, desde sus orígenes, estos militantes radicales han sido apoyados por la Dirección de Inteligencia Inter-Servicio de Pakistán (ISI), un extremo que Islamabad también rechaza.

Pakistán declaró el movimiento ilegal tras un ataque al parlamento indio en 2001, pero varios informes de inteligencia de Estados Unidos alegan que los miembros de la organización viven en libertad y tienen campos de entrenamiento en varias zonas apartadas de Cachemira.

El auge del "terror"

Y es que, tras su consolidación, el Ejército de Mahoma apostó por el conflicto en esa región del Himalaya y llegó incluso a desplazar a otro grupo extremista que también actuaba en la zona en la década de los 90: Lashkar-e-Taiba (LeT).

"Mientras LeT fue pionero en las ´misiones de alto riesgo´, Jaish fue pionero en el uso de ataques suicidas en Cachemira", agrega Christine Fair.

En 2001, el grupo realizó como "bautizo de fuego" varios ataques en Jammu, en la asamblea legislativa de Cachemira y en el Parlamento indio.

Tras varios años con ataques de menor escala, reapareció en 2016 con otro contra dos bases militares y la Misión India en Mazar-i-Sharif, en Afganistán.

Desde entonces algunos reportes de inteligencia de India sugerían que su número de militantes seguía creciendo y la aparente calma de los últimos meses fue vista como el silencio "antes de la tormenta":, hasta que el bus cargado de paramilitares indios voló cerca de la ciudad de Pulwama hace dos semanas.

Las consecuencias de ese ataque que llevó a la mayor escalada entre los dos países desde 1971 todavía están por verse.

En un discurso televisado el miércoles, el primer ministro pakistaní, Imran Khan, llamó a India al diálogo.

En su opinión, ninguno de los dos países se puede permitir un error de cálculo.

"Con las armas que ustedes tienen y las que tenemos, ¿podemos permitirnos un error de cálculo? ¿No deberíamos pensar que si esto se intensifica, a qué conducirá?", manifestó.

Según reportes de medios locales, Srinagar, la capital de la región de Cachemira controlada por India, dio señales de estar "preparándose para la guerra": se registraron movimientos de equipos militares y se pintó una cruz roja en el techo de su hospital más grande.

En los supermercados de las ciudades pakistaníes de Lahore e Islamabad, los pobladores almacenaban víveres, mientras que en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa se cancelaron las vacaciones de todos los policías y trabajadores del sector sanitario, indican los reportes.

"Es demasiado pronto para saber qué pasara. Sospecho que el conflicto será limitado. Pero nadie puede predecirlo", opina la experta de la Universidad de Georgetown.

"Algo como esto no se había dado antes".

Publicidad