Al pensar en Galápagos puede que lo primero que le venga a uno a la mente sean tortugas gigantes o playas paradisíacas. Pero para Roberto Jiménez y su familia, es su hogar. Un hogar al que, debido a la pandemia de covid-19, no saben cuándo volverán.

"Primero nos dijeron que hiciéramos una cuarentena de 14 días. Luego, 10 días más y así llevamos más de 40", le dice a BBC Mundo por teléfono.

Sus vacaciones de tres semanas en la ciudad costera de Salinas, donde su hijo mayor va a la universidad, se han convertido en un suplicio desde que el gobierno de Ecuador, uno de los países latinoamericanos más golpeados por el nuevo coronavirus, decretó medidas de confinamiento que incluían la prohibición de ingresar al archipiélago.

La pareja y sus tres hijos, de entre 6 y 19 años, están confinados en el minidepartamento que rentan para que el hijo mayor vaya a clase en Salinas. Tiene una sola habitación que hace de dormitorio, salón y cocina a la vez. "Y ya mis ahorros se están agotando", lamenta Jiménez.

Como él, alrededor de 3.500 residentes de la provincia ecuatoriana de Galápagos se encuentran varados fuera de las islas desde hace más de un mes.

Ellos representan, según fuentes médicas locales consultadas por BBC Mundo, "el mayor desafío" al que se enfrenta este territorio, Patrimonio Natural de la Humanidad, a la hora de frenar la expansión de la covid-19.

El reto no es menor: se trata de más del 11% de la población del archipiélago, donde viven unas 30.000 personas. Allí, pese a que el acceso se restringió fuertemente el pasado 17 de marzo, ya se cuentan 86 casos de covid-19 y dos fallecimientos.

Las autoridades temen que estas cifras empeoren si todos regresan a la vez y sin la seguridad de que no portan el virus.

"La parte continental es muy importante para nosotros", explica Jiménez, un guardaparques de 40 años. "Se sale por salud, a ver médicos que no hay en Galápagos, y, de paso, también a hacer compras para todo el año: ropa, medicamentos, electrodomésticos, cosas que no hay en las islas".

Por eso, asegura, había tantos galapagueños lejos de casa cuando se suspendieron los vuelos comerciales a las islas.

Él viaja al continente cada año con su familia: "Estábamos paseando por Machala cuando oímos las noticias. Volvimos a Salinas pero, como teníamos los billetes para el 22 de marzo, ya no pudimos viajar".

"La gente de Galápagos no está preparada para un sistema de estar encerrados porque somos personas que hemos crecido en un lugar muy tranquilo y en contacto con la naturaleza, un lugar donde puedes confiar en tus vecinos y dejar la puerta abierta", afirma. "Mis hijos pequeños y mi esposa se están estresando. Necesitamos volver a nuestro espacio".

Alta densidad poblacional

Detener los contagios resulta clave en una población altamente concentrada en apenas el 3% del territorio del archipiélago, donde el 97% restante es área protegida.

Por ejemplo, en islas como Santa Cruz, donde residen 18.000 personas, existen barrios donde la densidad poblacional está al mismo nivel de lugares tan hacinados como Hong Kong o Bombay, con entre 400 y 500 habitantes por hectárea; según un artículo del investigador del área de Manejo de Conocimiento de la Fundación Charles Darwin (FCD), Byron Delgado.

"Estamos actuando de manera preventiva en todo lo que podamos", afirma Norman Wray, presidente del Consejo de Gobierno del Régimen Especial de Galápagos. Parte de esta prevención consiste en exigir una prueba de covid-19 con resultado negativo a los residentes que quieran regresar.

"Estamos actuando de una manera muy restrictiva y rigurosa, lo que quizá nos ha permitido obtener la respuesta que tenemos en este momento, en el que no hay una curva alta de casos críticos ni de emergencia", asegura.

Los infectados en Galápagos presentan un bajo índice de hospitalización, le dice Wray a BBC Mundo en una llamada telefónica. La mayoría ni siquiera está en tierra firme: 48 son tripulantes del crucero Celebrity Flora. Uno de los fallecidos también trabajaba allí, como confirmó la compañía.

Sin embargo, Roberto Jiménez teme que, al ritmo al que se están tomando las decisiones de cómo hacer las pruebas, su familia no pueda volver hasta la segunda mitad de 2020: "Tanto tiempo no podríamos [estar fuera de casa]".

Pero el temor de las autoridades es compartido por muchos galapagueños, como Ronny Sánchez, de 32 años.

"Ahorita estamos un poco a salvo porque se están manejando los casos infectados", le dice a BBC Mundo por teléfono. "Pero a quienes estamos en las islas, nos preocupa que si a esa gente la quieren hacer entrar, pueda haber muchos más contagios".

"Y, si hay más infecciones, va a haber un caos total en las islas Galápagos porque no tenemos hospitales de cuidados intensivos, no tenemos la maquinaria total para poder atender más casos".

Sánchez, que vive en Santa Cruz, la misma isla en la que reside Jiménez; opina: "Yo, al menos, no estoy de acuerdo con que a esa gente la hagan entrar, por el momento".

El "colapso absoluto"

Wray insiste en que el retorno de estas personas se hará de manera controlada y pausada, teniendo en cuenta criterios como si hay niños separados de sus padres, mujeres embarazadas o precariedad económica. Todos deberán ser testeados antes del viaje.

"Sobre todo nos preocupa la ciudad de Guayaquil", dice en referencia a la localidad con más casos y fallecidos por coronavirus del país, donde se ha visto escenas dramáticas de cadáveres abandonados en la calle ante la saturación sufrida por hospitales y funerarias.

"Y justamente es en Guayaquil donde tenemos cerca de un 49 punto algo por ciento de gente que está allá", explica.

BBC Mundo habló con galapagueños varados en Guayaquil que no quisieron que se diera a conocer sus identidades y ellos coincidieron en que viven con dos miedos: el de contagiarse del virus y el de ser puestos últimos en la lista de retorno por estar en la ciudad más afectada por la covid-19.

Wray no quiere dar una estimación de cuánto durará el proceso, pero sí admite que no va a ser "inmediato".

"Podríamos hacerlo [traer a los 3.400 que están fuera] Galápagos manejaba un ingreso de entre 1.000 y 1.500 personas diarias. Podríamos hacerlo en dos días, pero sería el colapso absoluto de nuestro sistema de salud", concluye.

A gente como Jiménez le queda probablemente varias semanas por delante lejos de casa, a las que posiblemente se sume una cuarentena en un centro designado en las islas, algo que las autoridades todavía están evaluando.

Seguridad alimentaria en riesgo

Hasta antes de la pandemia, ninguno de los hospitales de las islas Galápagos contaba con una unidad de cuidados intensivos (UCI). Cuando la salud de los pacientes empeora, se les traslada al primer hospital del Ecuador continental donde haya una cama disponible.

El coronavirus ha obligado a esta pequeña provincia a equiparse a toda velocidad. "Estamos avanzando contrarreloj", asegura Wray, cuya meta es alcanzar las 20 camas de UCI. De momento, han conseguido cuatro.

También afirma que se ha contratado a personal especializado en cuidados intensivos para los próximos tres meses y que, gracias a donaciones privadas, ahora tienen nueve ventiladores y han adaptado un laboratorio que estaba dedicado a las labores de investigación y conservación de la naturaleza para que ahora pueda realizar pruebas de covid-19.

Pero el impacto sanitario no es lo único preocupante respecto a la pandemia en las islas. "El otro aspecto complejo es lo que tiene que ver con la seguridad alimentaria en Galápagos", dice Wray.

"Nosotros tenemos una alta dependencia de productos importados del continente".

La oferta de alimentos se está viendo afectada por la caída de la actividad económica: más del 75% de la economía de la provincia depende del turismo y, con el confinamiento, este se ha paralizado.

Wray asegura que esto ha hecho que haya menos dinero circulando por las islas y que, por tanto, cada vez cueste más llenar los barcos que traen alimentos desde el continente.

Si bien las autoridades trabajan con agricultores, ganaderos y pescadores para intentar "garantizar y fortalecer nuestras redes de producción local de alimentos", el político admite que, al menos los dos primeros, son sectores muy pequeños.

¿Éxodo de las islas?

A nivel mundial, ya no hay dudas de que la covid-19 no solo está causando una crisis sanitaria, sino también económica.

Esto es lo que más preocupa a los galapagueños con los que habló BBC Mundo.

"Aquí, la mayor fuente de ingresos es el turismo, pero actualmente, no tenemos", lamenta Ronny Sánchez, que tiene una agencia de viajes y trabajaba representando legalmente a compañías.


"Pero me cerraron el convenio porque eran de turismo en la parte continental y ya no hay turismo. Así que ahora estoy a la deriva", afirma.

Tras un mes sin ingresos, dice haber tenido que despedir a sus tres trabajadores: "Aquí el mayor problema ahora mismo es la afluencia de dinero, no hay nada. Las ayudas económicas solo se les da a los pobres extremos".

Norman Wray admite que este es un problema que puede causar un éxodo de las islas.

"Yo creo que esa es una realidad concreta y no tengo por qué esconderlo: si no hay trabajo en Galápagos, si no hay oportunidades económicas, hay gente que va a tener que regresar al continente a buscarlas", afirma.

No cualquiera puede vivir en Galápagos, ya que se necesita un permiso de residencia permanente o temporal. Como explica Wray, las islas resultaban un destino codiciado: "Galápagos era un atractivo de migración porque había una actividad económica, el turismo, que ha llegado a generar a la economía del país poco más de US$200 millones al año de manera bruta, es muy importante".

"Y obviamente, esos recursos generaban una economía que tenía un circulante que históricamente hacía que Galápagos viviera las crisis económicas nacionales de manera diferenciada: mientras a veces en el continente había condiciones muy complejas de crisis económica, Galápagos las vivía de manera muy diferente porque la actividad turística no cesaba".

"Esta es la primera vez que la actividad turística se frena absoluta y completamente", dice. Incluso si se levanta el confinamiento en Ecuador, queda por ver cuándo este se retirará en otros países de dónde puedan venir turistas y si habrá en el sector y el público la confianza suficiente para volver a a viajar tras una pandemia.

Galápagos ya ha empezado a perder residentes temporales, afirma Wray.

Esta situación ha dejado un sabor amargo en pobladores como Sánchez, que reprocha la falta de ayuda procedente de las grandes empresas turísticas: "Galápagos es una potencia turística a nivel mundial, pero ahora todos los que se lucraban de ella, nos han dado la espalda".

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