En 2015, el cofundador de Microsoft, Bill Gates, subió a un escenario en la ciudad de Vancouver, Canadá, empujando en una carretilla un gran barril negro con los sellos del Departamento de Defensa de Estados Unidos.

El barril, explicó, era lo que muchas familias guardaban en el sótano de sus casas cuando él era niño y estaba lleno de comida enlatada, agua y otros artículos necesarios para sobrevivir la gran amenaza de la época: una guerra nuclear.

Pero, en esta ocasión, Gates no venía a hablar de un apocalipsis atómico, sino de lo que él vaticinaba sería el próximo gran riesgo de una catástrofe global: una pandemia causada por un virus altamente infeccioso que se propagaría rápidamente por todo el mundo y contra el cual no estaríamos listos para luchar.

Esa es precisamente la situación en la que nos encontramos ahora: una amenaza "no de misiles, sino de microbios", como expresó.

"Un fracaso global"

Bill Gates dio su charla TED en el contexto de la epidemia de ébola que, entre 2014 y 2016, cobró unas 10.000 vidas y afectó principalmente a tres países en África Occidental antes de extenderse limitadamente a otros países, incluyendo Estados Unidos, Italia y España.

A través de la Fundación Bill y Melinda Gates, el multimillonario empresario y benefactor estuvo vinculado muy de cerca con el brote de ébola, concentrando su inversión y esfuerzos en desarrollar nuevos diagnósticos, tratamientos y vacunas contra una epidemia que tenía una alarmantemente alta tasa de mortalidad.

En el proceso le quedó claro que el problema no fue que el sistema contra la propagación de la epidemia hubiera funcionado mal, sino que "no teníamos sistema alguno".

Gates reconoció que la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras hizo una gran labor coordinando voluntarios para enfrentar la crisis, pero señaló que a nivel de infraestructura global hubo enormes baches clave.


* Puedes ver la charla de Bill Gates aquí:

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Gates expuso que no había epidemiólogos listos para ir al foco del brote a analizar la enfermedad, su diagnóstico y su propagación. Nadie que mirara qué tratamientos se podían aplicar, qué herramientas usar.

Apuntó a una serie de errores como el envío de reportes sobre casos escritos en papel que había que transcribir online, lo que atrasaba la distribución y contribuía a la inexactitud de la información. También que no hubiese un equipo médico listo para actuar ni una manera de preparar a la gente.

Esas faltas, esa escasez, las tildó de un "fracaso global".

Factores "1.000 veces peores"

El ébola se podía haber propagado más de no haber contado con el esfuerzo "heroico de trabajadores de la salud" que evitaron mayor infección, explicó Gates. Sin embargo, hubo otra serie de factores que limitaron la devastación.

Está la naturaleza del virus, que no se propaga por el aire. Además, para cuando sucede el contagio, la mayoría de las personas están confinadas a una cama. También, que la enfermedad no se extendió a muchas zonas rurales.

De lo contrario, la situación hubiera sido diferente. La "próxima vez podríamos no tener tanta suerte", vaticinó. Hay factores que podrían hacer las cosas "mil veces peores".

Como modelo tomó la pandemia de influenza de 1918, en la que murieron entre 30 y 100 millones de personas (las cifras todavía se están debatiendo). Pero la verdad es que el ejemplo lo estamos viviendo en este momento:

Un virus que se propaga por el aire, que se extiende muy rápidamente, del que las personas infectadas no manifiestan síntomas inmediatos por lo que pueden montarse en un avión, desplazarse a diferentes lugares, entrar en contacto con decenas de personas y estas con cientos más creando una reacción en cadena inimaginable.

Igual que prepararse para la guerra

De la misma manera en que una nación se prepara para un potencial ataque enemigo; con un ejército en pie, un sistema de reserva militar al que convocar al instante en grandes números, unidades móviles que pueden ser rápidamente desplazadas, simulacros para saber qué tan bien se puede responder, logística y comunicación, igualmente se debe abordar el riesgo de una epidemia.

Para Bill Gates las piezas claves son:

  • Sistemas de salud sólidos en países pobres, donde dar a luz no sea un peligro y todos los niños estén vacunados.
  • Sistemas de salud que permitan identificar los brotes lo más temprano posible.
  • Un cuerpo médico de reserva: con muchas personas capacitadas y con experiencia listas para desplazarse.
  • Coordinación con las fuerzas militares para la logística, desplazamiento y seguridad.
  • Avanzar en la investigación y desarrollo en áreas de vacunas y diagnósticos.

¿Cuál es el costo?

Aunque en su charla de 2015 dijo no tener una cifra exacta de lo que costaría estar preparados como se requiere, Bill Gates aseguró que sería un precio modesto comparado con el daño potencial.

El Banco Mundial calculó en ese entonces que una epidemia mundial podría tener un impacto financiero de miles de millones de dólares y que millones de personas morirían.

Tal como están las cosas actualmente con los efectos del coronavirus, todos los gobiernos se están preparando para un impacto económico del cual se necesitarán años para recuperarse. Eso sin contar las pérdidas humanas que siguen aumentando y no se sabe cuántas serán al fin de cuentas.

No obstante, Gates aseguró que la inversión en un sistema de preparación adecuado tendría beneficios que irían más allá de estar listos para enfrentar una epidemia.

Se mejoraría el cuidado de salud primario y se avanzaría en los programas de investigación y desarrollo. Todo eso reduciría la desigualdad en la salud global y repercutiría en un mundo más justo y seguro.

"Llamada de atención"

En su charla, Bill Gates se manifestó optimista, indicando que lo positivo de la epidemia de ébola que el mundo atravesaba entonces serviría como una alerta temprana, una llamada de atención para tomar las medidas necesarias.

Aunque resaltó que la preparación debía ser una prioridad absoluta, dijo que no había necesidad de entrar en pánico.

"Si empezamos ahora, podríamos estar listos para la próxima epidemia", declaró esperanzado. "No tendremos que acaparar latas de espagueti o irnos al sótano".

En vista del comportamiento que se está manifestado en algunos lugares, se podría argumentar que eso es precisamente lo que estamos haciendo.

Pero algo que sí es más profético y con lo que concluyó su charla fue que "el tiempo no está de nuestro lado".

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