Cuando la carta llegó a las puertas de Daniel Guzmán, fue como un rayo de esperanza durante uno de los momentos más difíciles de su vida.

"Sigue adelante, cuando todo esto termine, saldrás de la casa con la cabeza en alto y tu corazón dispuesto a dar lo mejor de ti", se leía.

Estaba firmada simplemente como "Niña Peregrina".

Fue una de las cientos de cartas que han sido intercambiadas por completos desconocidos en la ciudad colombiana de Medellín durante la cuarentena que se ha prolongado durante meses en el país.

El intercambio forma parte de un proyecto de una red de bibliotecas en la ciudad.

Palabras de extraños

Llamado "El amor en tiempo de coronavirus", está inspirado en la novela Gabriel García Márquez "El amor en los tiempos del cólera".

La novela del nobel de Literatura colombiano cuenta la historia de una pareja que se enamora en su juventud pero se ve obligada a dejar su cortejo cuando el padre de ella descubre su relación secreta.

Durante las siguientes cinco décadas intercambian cartas de amor usando seudónimos.

Cuando las bibliotecas de Medellín cerraron como parte de las medidas adoptadas para frenar la propagación del coronavirus, Bibiana Álvarez decidió jugar con la idea retratada por García Márquez décadas antes en su libro.

Ella y otros líderes de la comunidad hicieron un llamado a los residentes para que enviaran cartas anónimas de amistad, amor o simplemente apoyo.

Cada vez que el equipo recibe una carta, la decoran y luego la envían a alguien que también ha enviado una misiva. El destinatario se elige al azar y ni el destinatario ni el escritor saben la identidad del otro.

Álvarez explica que la idea es mostrar que "las palabras tienen mucho poder" y que pueden transmitir un sentido de unión.

"Escribir ha sido increíblemente poderoso, como una especie de catarsis, pues ellos pueden desahogarse y sienten que no están solos", dice.

Incluso con el distanciamiento por la cuarentena, dice, las cartas hacen posible que las personas "sepan que los demás sienten lo mismo que ellos".

Al principio, Álvarez no sabía si la idea despegaría, pero pronto llegaron cientos de cartas.

Entre ellos estaba una de Daniel, de 30 años. Su esposa tenía cuatro meses de embarazo cuando los primeros casos de coronavirus se reportaron en Colombia, en marzo.

A pesar de llevar tres meses de cuarentena, el número de casos confirmados ha seguido aumentando de manera constante y ahora asciende a más de 120.000.

La preocupación se convirtió en su nueva normalidad: "Hay tantas cosas que se te pasan por la cabeza", dice Daniel sobre las preocupaciones mutuas de la pareja.

"Ha sido realmente aterrador para mi esposa y ha sido muy difícil para nosotros pensaren cuando dé a luz".

Cuentos de reyes y caballeros

Daniel había estado leyendo un libro sobre reyes y caballeros cuando vio la convocatoria de cartas y decidió escribir sus misivas con la voz de un personaje ficticio al que llamó "cardenal Cervantes de Guzmán".

"Extraño tus ojos, azules como el cielo, durante estos días grises de encierro. Todavía tengo en mi memoria ese maravilloso sonido de ti riendo a carcajadas, no puedo olvidar tu aroma... esa mezcla de ciudad en caos con hermosos paisajes de lavanda. Quiero verte de nuevo, incluso sin estar seguro de cuándo será ese encuentro", escribió, añadiendo una firma: "eternamente tuyo, cardenal Cervantes de Guzmán".

El joven describe a su personaje como alguien que sueña con viejos recuerdos y anhela un amor del que se separó.

Mientras que algunos aprovechan la oportunidad para componer poemas o cuentos de ficción como Daniel, otros, como "Niña Peregrina", usan el espacio para escribir palabras de aliento.

Daniel recibió una misiva de ella. Piensa que "estas cartas llegan en los momentos que más las necesitas".

Bibiana Álvarez opina que dar consuelo en tiempos de crisis era solo uno de los objetivos del proyecto. El otro era mostrar las crudas realidades del momento en palabras de las personas.

Las bibliotecas públicas han jugado un papel importante en la historia de Medellín.

En las décadas de 1980 y 1990, la ciudad estaba en el centro de una violenta guerra contra las drogas que se desarrollaba en toda Colombia.

Las tasas de homicidio se dispararon, pero eso comenzó a cambiar a medida que la ciudad comenzó a invertir en proyectos públicos en áreas peligrosas de la ciudad.

El sistema de metro ofreció un modo de transporte seguro y las bibliotecas se convirtieron en espacios libres de violencia para las comunidades acostumbradas a vivir bajo la amenaza constante.

"Son las bibliotecas las que han estado disponibles cuando otras instituciones han cerrado en tiempos de violencia", explica Álvarez.

"En momentos de crisis, en momentos de incertidumbre, han estado allí para sus comunidades".

Ahora, con el continente americano como el nuevo epicentro del coronavirus, dice que esperan seguir cumpliendo ese mismo papel, incluso cuando tienen que encontrar formas innovadoras de conectarse con las personas.

Está especialmente interesada en llegar a familias en las zonas más pobres.

Antes de la cuarentena, los empleados iban a zonas rurales fuera de Medellín para prestar libros y leer a las familias que no gozan de acceso a una biblioteca.

El proyecto, llamado "Letras Viajeras", se ha vuelto digital.

Envían videos de ellos mismos leyendo a aquellos que no tienen acceso a internet a través de WhatsApp, o llamando a las familias directamente y leyéndoles en voz alta.

"Todavía no sé si podemos ver una luz al final del túnel, pero tenemos la esperanza de que todo llegue a estar bien", dice.

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