El Fondo Monetario Internacional (FMI) le dijo no a Nicolás Maduro.

El presidente venezolano solicitó por carta US$5.000 millones del Instrumento de Financiación Rápida del Fondo para hacer frente a la pandemia del coronavirus causante de la enfermedad covid-19, del que hasta este miércoles había 36 casos confirmados en Venezuela.

La respuesta no se hizo esperar. Un portavoz del órgano dijo en un comunicado que la petición ni siquiera se estudiará ya que "el compromiso del FMI con los países miembros se basa en el reconocimiento oficial del gobierno por la comunidad internacional" y en el caso de Venezuela, "no hay claridad sobre el reconocimiento en este momento".

Estados Unidos y la mayoría de países europeos y latinoamericanos acusan a Maduro de ocupar ilegítimamente el poder y reconocen como presidente interino de Venezuela al líder opositor, Juan Guaidó, mientras que el mandatario sigue en el Palacio de Miraflores y retiene el apoyo de Rusia, China, Cuba y otros países.

Hasta que el mundo no se ponga de acuerdo, no habrá crédito, vino a decir el FMI.

La petición de Maduro llamó la atención porque durante años le dedicó encendidas críticas y lo acusó de estar al servicio del "imperialismo".

La de Venezuela con el FMI es una historia que viene de tiempo atrás.

Qué es el FMI

En 1944, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, representantes de 44 países se reunieron en Bretton Woods, Estados Unidos, y acordaron la creación de los organismos internacionales que debían presidir el sistema económico internacional al final de la contienda.

De allí surgieron el FMI y también el Banco Mundial.

Según recuerda en un artículo publicado en el portal Prodavinci el historiador de la Economía Carlos Hernández Delfino, Venezuela estuvo representada en la conferencia por su entonces ministro de Hacienda, Rodolfo Rojas.

Ronald Balza, economista de la Universidad Católica Andrés Bello, le dijo a BBC Mundo que "antes de 1989 Venezuela era miembro del FMI, pero no hizo solicitud de préstamos".

"Pudo beneficiarse de asistencia técnica, con lo que el Banco Central de Venezuela logró desarrollar un sistema de estadísticas comparable al de otros países, y los economistas venezolanos seguir cursos de formación en el Fondo".

Pero en la década de 1980, Venezuela, como muchos otros países, comenzó a sufrir crecientes problemas para pagar su abultada deuda externa, por lo que, como hicieron otros muchos gobernantes, el entonces presidente Carlos Andrés Pérez terminó en 1989 por solicitar asistencia financiera al FMI para intentar estabilizar la economía y poder iniciar con apoyo internacional un proceso de reestructuración de la deuda.

Según Hernández Delfino, el plan para Venezuela contempló desembolsos por US$4.800 millones.

Como el resto de gobiernos que recibieron financiación del FMI, el venezolano tuvo a cambio que aceptar un programa de ajustes que causó gran malestar en un país que en la década de 1970 había vivido la bonanza derivada del auge de sus ingresos petroleros.

Para Balza, "parecía un programa de shock, que anunciaba liberación de precios, privatizaciones, control de gasto público, nuevos impuestos e incremento del precio de la gasolina".

Muchos se echaron a la calle a protestar contra las medidas y el 27 de febrero de 1989 se inició en las cercanías de la capital del país el llamado "Caracazo", una jornada de protestas, violencia y saqueos que se saldó con centenares de muertos.

En 1994, al poco de llegar al poder, el nuevo presidente, Rafael Caldera, que hasta entonces se había mostrado contrario a los planes del FMI y a que Venezuela cumpliera sus condiciones, se encontró con una enorme crisis de solvencia de la banca venezolana que forzó la desaparición de muchas y obligó al Estado a acudir en su auxilio.

En 1996, Caldera también firmaba un plan con el FMI y lanzó lo que bautizó como la "Agenda Venezuela", el programa con el que pretendía recuperar la economía nacional.

Qué hizo Chávez

Mientras los gobiernos de los partidos que tradicionalmente habían dominado la escena política venezolana se sucedían en el poder sin lograr liberar al país de la espiral de la deuda ni frenar el deterioro económico y social, la figura del coronel Hugo Chávez fue ganando popularidad.

Encarcelado tras su intento fallido de derrocar por las armas a Carlos Andrés Pérez en 1992, fue indultado por Caldera y finalmente llegó a la presidencia en las elecciones de 1998.

Según Balza, su triunfo se basó en su mensaje claro "contra la corrupción y contra el programa de ajustes".

Durante su gobierno, Chávez fue elevando cada vez más el tono contra el FMI, al que acusaba de seguir exclusivamente las directrices "imperialistas" de Estados Unidos, e incluso llegó a abogar por su disolución.

Fortalecido por el auge de los precios del petróleo, el fallecido presidente apoyó a los gobiernos de corte izquierdista que alcanzaron el poder en muchos países de América Latina a comienzos del siglo pasado, animándolos a ignorar las políticas "neoliberales" promovidas por el FMI.

E incluso impulsó organismos multilaterales alternativos como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), con los que pretendía competir con la hegemonía de Estados Unidos en América Latina.

¿Y Maduro?

Desde que lo sucedió en 2013, Maduro mantuvo el tono crítico de su predecesor y fueron frecuentes sus críticas.

El pasado noviembre, sin ir más lejos, expresó su rechazo a lo que llamó "el modelo de exclusión, privatización, empobrecimiento, individualismo del capitalismo salvaje y neoliberal del Fondo Monetario Internacional".

Aunque el contexto económico con él en el poder ha sido muy diferente al de la época de Chávez.

La economía venezolana ha sufrido en los últimos años una grave crisis que la ha llevado a perder más del 50% de su Producto Interno Bruto y en estos años el país dejó de honrar sus compromisos de deuda.

El gobierno culpa de los problemas a las sanciones de Estados Unidos, mientras que la mayoría de expertos y la oposición lo achacan a su mal manejo de la economía.

Venezuela dejó además de hacer públicos los datos económicos, una exigencia incluida en el Convenio Constitutivo del Fondo.

Pese a que en los últimos meses su gobierno ha tolerado una liberalización de facto de la economía, que ha conducido a una creciente circulación del dólar en el país y al abandono del control de precios y de cambios aplicado durante años, Maduro no había desistido de sus críticas al Fondo.

Pero ante la llegada del coronavirus, parece haber rectificado y en la carta dirigida a su directora, Kristalina Georgieva, califica al FMI como "honorable organismo".

Maduro afirmaba en su misiva que la pandemia supone una "emergencia de salud pública de importancia internacional que requiere la unión de todos los países".

Y a partir de ahora, ¿qué?

La carta de Maduro no ha servido para convencer a los gestores del FMI, que recordaron que primero debe resolverse el conflicto de legitimidad con Guaidó.

Tal solución no se ve cercana, pero, aunque llegará a suceder, quedarían muchos obstáculos.

Según escribió Hernández Delfino, "el apoyo del FMI puede constituirse en una condición necesaria para convocar otras voluntades cuando las autoridades del país asumen un compromiso responsable de solución de sus problemas".

Para el economista Omar Zambrano, "el problema de fondo es que Venezuela no posee las condiciones técnicas, ni políticas, ni la disposición real para una re-aproximación efectiva a los organismos de crédito multilateral".

La crisis económica mundial en medio de la pandemia del coronavirus ya ha castigado al país al hacer caer los precios internacionales del petróleo por debajo de lo que le cuesta producirlo, como admitió Maduro en una reciente alocución.

A la espera de conocer el alcance del impacto que la pandemia tendrá sobre la economía global, Asdrúbal Oliveros, de la consultora Ecoanalítica, asegura que "esta crisis toma a Venezuela en su peor momento histórico".

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