La respiración es quizás el acto espontáneo más natural de todo ser vivo. No es necesario estar pensando constantemente en dejar el aire entrar y salir de sus pulmones.

Pero así es para una joven que se recupera de un grave caso de covid-19 en Reino Unido.

Se llama Ria Lakhani, vive en el norte de Londres y ahora está aprendiendo algo que la mayoría de nosotros nunca imaginaría: respirar sin esfuerzo.

"Solía ser una acción muy natural, pero ahora tengo que recordar cómo inhalar y exhalar", cuenta.

Como está aislada, no puede abrazar a su esposo o ver a sus padres y hermanos.

Y en las noches se despierta luchando por respirar.

Los primeros síntomas

Ria comenzó a mostrar síntomas de covid-19 cuando estaba en el hospital, donde había sido ingresada para una operación.

Hace siete años, le diagnosticaron una rara condición llamada acalasia, que dificulta la deglución y fue sometida a una cirugía para corregirla.

La joven asegura que esa propia enfermedad la hizo especialmente cuidadosa de su salud.

Se suponía que su ingreso al hospital era de rutina, pero mientras se recuperaba, comenzó a tener problemas para respirar.

Luego tuvo fiebre.

Si bien todos esperaban que fuera solo un efecto secundario de su cirugía, le hicieron una prueba de covid-19 como medida de precaución.

Ria estaba inquieta y comenzó a tomar notas en su teléfono, y documentar su experiencia en Facebook.

"Mi habitación fue acordonada y el resto de la sala fue evacuada", escribió.

"¡Cerré toda una sala! Extraño mucho a mi familia. Con las pruebas de covid-19 tan limitadas me sentí avergonzada de que me hicieran una tan rápido cuando hay otros que tienen más probabilidades de tenerlo. Estaba segura de que sería negativo. Seguí todas las medidas de precaución".

La prueba, sin embargo, resultó positiva.

En cuidados intensivos

A medida que su condición se deterioraba y requería más oxígeno, fue transferida a uno de los principales centros de tratamiento de covid-19 de Londres.

Ria recuerda las miradas preocupadas en los rostros de los médicos que la observaron durante esos días y noche difíciles, mientras su cuerpo intentaba desesperadamente combatir la enfermedad.

Dice que lo que pasó en ese tiempo la ha cambiado irrevocablemente.

"Las cosas fueron de mal en peor: respirar se volvió tan difícil como escalar una montaña", escribió en Facebook.

"Pude ver las miradas cada vez más preocupadas en los rostros de los muchos héroes que me trataban. Cada vez más médicos me miraban, murmuraban unos a otros. Miedo, incertidumbre, desconcierto, tantos sentimientos, tantos pensamientos en mi cabeza, tantas preguntas que tenía miedo de escuchar las respuestas".

La mejoría

"Casi me muero", le cuenta a la BBC ya desde su casa.

"Casi no salgo de allí. Hubo un momento en que realmente comencé a escribir mensajes de despedida a mi familia. Casi muero y ahora estoy viva. ¿Cómo puede la vida volver a la normalidad después de eso?", agrega.

Ria no tiene claro si desarrolló neumonía, pero incluso ahora, en su recuperación, puede escuchar un "crujido" en sus pulmones.

Su recuperación ha sido lenta.

En el hospital, al principio, apenas podía moverse y le dieron morfina para dolor.

Dice que incluso le era difícil hablar.

"Decir una frase era como correr un maratón".

La esperanza

Pero en medio de todo, hubo asomos de esperanza.

Desarrolló un vínculo con una mujer sorda de 96 años, llamada Iris, en la cama vecina. Comenzaron a cuidarse la una a la otra a pesar de la diferencia de edad.

"La necesitaba tanto como ella a mí", recuerda.

También encontró esperanza en los pequeños actos de amabilidad del personal médico: "verdaderos héroes" en sus palabras.

"Fueron las pequeñas victorias y cosas como las enfermeras que se aseguraron de que Iris tuviera un suministro constante de té caliente y un trozo extra de tarta las que me devolvían la alegría".

En casa ahora, tiene que mantenerse distante de su esposo y continúa asediada por ataques de tos.

Pero está aliviada de que pudo derrotar al virus, especialmente considerando cuántas personas han muerto.

"Hubo un punto en este viaje en el que no sabía si volvería a ver la luz del día. Nada era seguro, y aunque siempre supe cuánto amo a mi familia, en esos momentos aprendí cuánto los necesito".

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