La pandemia del coronavirus nos ha enfrentado a situaciones para las que no estábamos preparados.

En cuestión de semanas nos hemos visto obligados a tomar decisiones que nos ponen a prueba como humanidad.

¿Cuáles son esos dilemas a los que se están enfrentando las sociedades para sobrevivir a esta crisis?

Amy L. Fairchild es historiadora especializada en ética de salud pública e investiga qué valores moldean los límites de los Estados a la hora de intervenir en situaciones como una pandemia.

Es coautora del libro "Ojos que buscan: privacidad, Estado y vigilancia de enfermedades en Estados Unidos" y es decana de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Estatal de Ohio, EE.UU.

BBC Mundo habló con ella sobre esas difíciles decisiones que estamos tomando como sociedad para evitar la mayor cantidad de muertes posibles.

Los gobiernos están frente a la difícil situación de salvar vidas al tiempo que tratan de reducir como puedan los estragos en la economía. ¿Cómo resolver ese dilema?

La manera de resolver el dilema entre salvar vidas y salvar la economía es esperar tanto como sea razonablemente posible para promulgar medidas de distanciamiento social y ampliarlas en forma progresiva hasta llegar al aislamiento.

La razón de que estas medidas se tomen gradualmente es que tratamos de ir un paso adelante de lo que nos dicen las estadísticas.

Es decir, mientras no sepamos que en una ciudad está ocurriendo un brote o mientras no podamos predecirlo, no queremos limitar las libertades o causar estragos en la economía, pero una vez el brote ya está en marcha tenemos que acogernos a medidas de distanciamiento social.

Y tenemos que aferrarnos a ellas incluso hasta después de que pase el apogeo de la epidemia.

No podemos levantar las todas las medidas al mismo tiempo, si lo hacemos regresaremos a la situación que teníamos antes.

No hay una fecha mágica en la que todo volverá a la normalidad, eso irá variando de país en país, dentro de cada país, e incluso entre instituciones.

En países con economías fuertes como Estados Unidos o algunos países de Europa quizás es un poco más fácil tomar estas medidas. Pero, ¿qué ocurre en regiones como América Latina donde hay muchos menos ingresos?

En este punto debemos pensar en el principio de reciprocidad, tenemos que pensar de manera global. Qué le deben los países ricos a los países de menores recursos en términos de proveerles comida, agua, asegurándose de que tengan lugares habitables.

El reto ahora es que muchas de las naciones que tienen la posibilidad de ayudar económicamente están también en el calor de la batalla contra el virus.

¿Crees que en situaciones como una pandemia se justifiquen medidas autoritarias con el argumento de proteger a la población?

Un enfoque autoritario para hacer cumplir el distanciamiento social o la cuarentena puede ser efectivo, pero viene con un precio.

Viene con el precio de la libertad, puede venir a costa de la confianza o de la solidaridad social, así que no será una estrategia efectiva para países que tienen democracias constitucionales.

En Estados Unidos las libertades individuales son muy importantes, así que usar una ley marcial para contener el virus no creo que sea un estrategia políticamente viable.

Tampoco creo que vaya a ser viable en países de América Latina donde hay un fuerte sentido de comunidad y solidaridad.

Ahí, lo que los políticos tendrán que hacer un llamado a las obligaciones mutuas que tiene la comunidad, a que hagan sacrificios y se ayuden entre ellas para hacer estos sacrificios por el bien de todos.

En países como Corea del Sur o Singapur se han utilizado apps que rastrean el movimiento de las personas para seguirle el rastro a posibles transmisiones del virus. ¿Crees que esta pandemia cambiará el valor que le damos a a privacidad?

Eso puede variar de país en país. No creo que vaya a cambiar en países de Europa donde hay leyes de privacidad muy fuertes.

Ni en EE.UU., donde no solo se tiene una tradición de privacidad de alguna manera robusta, sino también compañías de celulares que están interesadas en mantener esos datos privados.

En países como Italia los médicos se han visto frente a la desesperada situación en la que deben decidir a quién le salvan la vida, porque no dan abasto para atender los miles de pacientes que reciben. ¿Qué criterios prevalecen en estas decisiones?

Eso depende de cada país y de valores como qué tanto valoramos a los mayores o qué tanto valoramos a los jóvenes y saludables que tienen la capacidad de trabajar.

Si queremos sentir que hay cierta equidad, puede ser que se decida atender al que primero llegue, pero en realidad creo que la manera en que está ocurriendo es que la gente que tiene la capacidad de beneficiarse del tratamiento es la que tiene más probabilidades de recibirlo.

Tenemos que pensar es en esto: cómo hacer sentir cómodos a aquellos a los que no podemos ayudar y asegurarnos de que estamos usando los recursos para aquellos que tienen posibilidades razonables de recibir un ventilador.

Muchos médicos y enfermeros están arriesgando sus vidas atendiendo a pacientes sin los equipos de protección necesarios. ¿Trabajar en esas condiciones implica un dilema para ellos?

Los médicos y enfermeros tienen códigos de ética en los que siguen la misión de brindar atención. Saben que se ponen en riesgo por el bien de todos.

Durante la epidemia del SARS hubo hospitales en los que ellos mismos se aislaron. En ese aislamiento murieron médicos y enfermeros, que siguieron tratando a los enfermos mientras podían, al tiempo que se aislaban para proteger al resto de la población.

Esperemos no llegar a ese punto, pero debemos rodearnos globalmente para hacer todo lo que podamos para que tengamos suficiente equipo de protección para el personal médico. Esta es una crisis de escasez de recursos, tanto como una crisis de un virus nuevo.

¿Cómo abordar la situación de los migrantes que buscan refugio en medio de la pandemia?

Este es un problema histórico y previsible. Cuando las poblaciones están amenazadas comienzan a moverse. Esta pandemia ocurre cuando ya hay personas que son refugiadas o en busca de asilo. Debemos prepararnos para recibir a esas personas de manera humanitaria.

Los expertos llevan años advirtiendo que podría ocurrir una pandemia, ¿es posible identificar sobre quién recae la responsabilidad de lo que está ocurriendo?

No hay una única persona, un único país o un único gobierno responsable. Globalmente tenemos un sistema de salud subvalorado y con pocos recursos. Hay algunos países europeos con sistemas de salud pública robustos.

Esos países también están sufriendo, pero si hubiera más consistencia a nivel global habría mejor capacidad de responder ante una pandemia.

Durante décadas hemos escuchados estas alertas, esto no es un caso extraordinario, no es algo que vaya a ocurrir una sola vez, podemos contar con que va a ocurrir de nuevo.

La decisión que tenemos que tomar ahora es si vamos a esperar a volver a sufrir las consecuencias o vamos a entender que los sistemas de salud pública fuertes son esenciales para prevenir otra pandemia, porque habrá nuevos virus como éste.

¿Qué tan diferente es esta pandemia a otras que haya enfrentado la humanidad?

No sé si esta es una pandemia totalmente distinta a otras que hayamos tenido antes.

El mundo estaba mucho menos poblado en 1918 cuando tuvimos la pandemia de la gripe española y murieron millones de personas, con amplias medidas de distanciamiento social.

Esta pandemia no es un suceso que fuera impredecible, es algo a lo que como sociedad decidimos arriesgarnos.

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