Es una de las imágenes más desoladoras que está dejando el brote de coronavirus: personas, principalmente de edad avanzada, que mueren en hospitales o residencias sin poder despedirse de sus seres queridos.

Esta dramática situación se ha repetido en los últimos días en Italia y España, los dos países con más muertes por coronavirus.

Violeta Torrent es enfermera en el hospital de Mataró, en la provincia de Barcelona, y conoce muy bien esta triste realidad.

Ella misma ha tenido que ser la intermediaria para que la hija de uno de los pacientes que atendía pudiera despedirse de él por teléfono.

"No es lo mejor, lo óptimo sería que pudieran despedirse de forma presencial, pero en época de pandemia como estamos es muy arriesgado venir al hospital", le dijo la enfermera, de 24 años, a BBC Mundo.

"Al menos ahora, gracias a la tecnología, pueden comunicarse de otra manera".

Lo que sigue a continuación es el testimonio de Violeta, quien lleva casi tres años trabajando de enfermera.


Desde el 9 de marzo estoy trabajando en la zona de sospechosos de coronavirus y casos confirmados en el hospital de Mataró [provincia de Barcelona].

La primera semana todo parecía bastante tranquilo. Iba llegando gente, pero las otras unidades seguían con su funcionamiento normal. A partir de los días 12 y 13 de marzo empezó a haber un boom de gente.

Ahora mismo hay muchísimos pacientes, se ha reubicado todo el hospital, urgencias ya no es urgencias, la unidad de cirugía sin ingreso ya tampoco lo es, se han abierto nuevos espacios para la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

En la UCI están saturados porque el empeoramiento de los enfermos por coronavirus implica una afectación respiratoria, por lo que los pulmones y el corazón se cansan. Otros tienen que ir a la UCI directamente para prevenir daños mayores.

Ahora mismo hay muchos positivos en el hospital, los que habían diagnosticado ingresados, y 14 en la UCI, la mayoría intubados. Pero aunque hay más casos, todo está más controlado.

Desde el día 9 hasta este fin de semana (21 y 22 de marzo), que no me tocó trabajar, solo había descansado un día. Entre semana trabajo de 14:15 a 21:00 y en fin de semana hacemos 13 horas y media, de 7:30 a 21:00.

Pero es un hospital con mucho personal y no he tenido que hacer muchas horas extra. También han reubicado gente porque han cerrado consultas y cancelado operaciones. Por tanto, podemos rotar y descansar sin sobresaturarnos demasiado.

La mayoría de permisos los hemos cancelado voluntariamente para estar al 100% y poder trabajar el máximo de horas que se necesite.

"Fue un momento duro y a la vez bonito"

En estos días los profesionales sanitarios nos hacemos como un miniescudo para poder enfrentarnos a esta situación durante tanto tiempo. Y me iba muy bien ir a casa, desconectar porque no veía casi las noticias, miraba series u otra cosa para no pensar en el coronavirus y cuando iba a trabajar estaba enfocada y concentrada en trabajar.

Pero este fin de de semana que no trabajé me dio tiempo para pensar un poco y ver toda la realidad desde fuera, y fue más impactante.

Fue después de vivir la situación más dura que he enfrentado estos días, el viernes pasado [20 de marzo], cuando me di cuenta de todo lo que estaba pasando.

El viernes tenía un paciente que ya llevaba mucho tiempo ingresado, primero en planta y luego en la UCI. Después volvió a planta pero estaba bastante mal.

Tenía una edad avanzada, por lo que se decidió entre la familia y el personal sanitario no hacer nada más.

Como los familiares habían estado en contacto con el paciente no podían acceder al hospital para no ponerse en riesgo ellos ni a más gente. Se tuvieron que despedir por teléfono.

Llamé a la hija para decirle a qué hora me vestiría para entrar a la habitación (el personal sanitario que atiende a infectados por el covid-19 lleva un traje de protección especial) y quedamos en que a esa hora llamaría a la habitación.

Primero hablé con ella, que estaba bastante desanimada y triste, le dije que era posible que su padre no le respondiera porque estaba bastante mal.

Después le puse el teléfono en la oreja al paciente y ella se despidió por teléfono. Para mí este momento fue el más duro.

Ella iba despidiéndose sola porque él ya no hablaba. Pero sí escuchaba porque todavía estaba despierto, no estaba sedado.

Él se emocionaba y escuchaba a su hija cuando le hablaba. Estoy segura de que reconocía la voz porque la cara también le cambiaba.

Su hija estaba afectada, pero la verdad es que me lo agradeció muchísimo, porque al menos se pudo despedir de su padre. Fue un momento duro y a la vez bonito.

Este fin de semana pasó con otro paciente, pero este tenía un teléfono dentro y pudo hacer una videollamada con la familia, por lo que se pudieron despedir en viva imagen.

"Las emociones están a flor de piel"

A mí personalmente el domingo me entró un bajón emocional, porque el fin de semana tuve más tiempo para pensar, encerrados en casa, y con todo lo que iba leyendo? hay situaciones muy tristes.

Me entró como miedo de ir a trabajar, por exponer a mi pareja, por estar exponiéndote tú y por la situación que te vas a encontrar.

Pero al entrar en el hospital todos hacemos un cambio de chip y volvemos a trabajar como siempre, con la valentía con que lo hacemos siempre.

También estás más pendiente de tu cuerpo, si tienes síntomas, si no tienes?

Las situaciones son duras, y sí que estábamos preparados porque durante todo el año pasan muchas cosas, peores incluso. Estamos acostumbrados a estas situaciones.

Pero en este momento todo el mundo está más sensible, con las emociones a flor de piel porque cuando terminas de trabajar te encierras en casa como el resto de la población y todo te afecta más.

Lo bueno que hemos hecho en el hospital es que el equipo de psiquiatras y de psicólogos nos han brindado la posibilidad de que cualquier persona que necesite ayuda psicológica puede hacerlo, y quien lo necesita seguro lo utilizará pero quien no lo necesite te da tranquilidad, que estamos todos a una y tienes alguien allí por si te hace falta.


Cada día a las 20:00 horas, los residentes en muchas ciudades y pueblos españoles salen a su balcón a aplaudir a los trabajadores sanitarios como Violeta por el esfuerzo que están haciendo en medio de esta crisis.

Normalmente a esa hora Violeta está trabajando. Pero el sábado 14 el aplauso fue a las 22:00. A ella, que había salido del hospital a las 21:00 se le había olvidado hasta que empezó a escucharlos. Se puso a llorar.

"Reconforta mucho que te valore tanto la sociedad. Ves que la mayoría de personas están respetando el confinamiento y te aplauden de este modo y se agradece muchísimo".

Publicidad