Cuando el 5 de enero de 2016, la Policía española entró a la casa de la familia Hopkins en Gerona, los agentes se encontraron con una desagradable sorpresa.

Habían acudido allí a petición de la propietaria de la vivienda, harta de que los Hopkins no le pagaran el alquiler.

Los Mossos D´Esquadra, la policía de Cataluña, no imaginaban que encontrarían allí el cadáver medio momificado de un niño de 8 años.

Se trataba de Caleb, uno de los tres hijos de la pareja formada por los ciudadanos estadounidenses Bruce y Schrell Hopkins.

El hedor que se adueñaba de todas las estancias hacía sospechar que el menor había muerto hacía días.

Lo más desconcertante fue la respuesta de los padres, que a las preguntas de los agentes contestaron que el niño no estaba muerto, sino dormido.

La autopsia estableció posteriormente que llevaba muerto al menos un mes cuando la Policía lo encontró.

El Periódico de Cataluña informó que a los agentes les sorprendió que, de las dos plantas de la vivienda, la inferior parecía abandonada, mientras que era en la superior donde, junto al cadáver de Caleb, parecían seguir su rutina diaria el resto de miembros de la familia.

Según sostiene la Fiscalía en el juicio que estos días se celebra por la muerte del niño, la familia llevaba semanas haciendo una vida normal junto a sus restos.

Sin atención médica

El fiscal no cree que sus padres mataran al pequeño Caleb, pero sí que no le prestaron los cuidados médicos necesarios que hubieran salvado su vida.

La Fiscalía pide para Bruce y Schrell tres años y tres meses de prisión por un delito de homicidio imprudente.

Los Hopkins habían abandonado la ciudad de Detroit, donde vivían, para dirigirse a España en 2014, donde Bruce gestionaba su propia empresa y había llevado a cabo trabajos para el Consulado de su país.

El matrimonio le dijo al juez que el pequeño era asmático y falleció al día siguiente de haber sufrido una crisis respiratoria.

Contaron que el niño superó el episodio y con sus cuidados "mejoró mucho".

De acuerdo con su relato, esa noche, tras el ataque, Caleb se fue a dormir en buenas condiciones.

Al día siguiente, lo encontraron muerto en su cama.

El escrito de acusación sostiene que la pareja antepuso sus creencias religiosas, contrarias a las prácticas de la medicina tradicional, a la salud de su hijo.

Según publicó El Periódico, los Hopkins practican el pentecontalismo, una rama del cristianismo protestante.

Sin "sentido de la realidad"

Sus progenitores han declarado durante el juicio que combinaban la medicina tradicional con la homeopática para hacer frente al asma del niño.

El fiscal aseguró que, pese a su enfermedad crónica, solo habían llevado a su hijo al médico una vez desde que se instalaron en Cataluña.

Durante el examen del hogar familiar posterior al hallazgo del cuerpo de Caleb, los investigadores encontraron diversos medicamentos homeopáticos.

Pero, ¿qué fue lo que llevó a sus padres a no informar de su muerte?

Según le dijo el fiscal Enric Barata a la prensa, tras encontrar muerto a Caleb, "la familia perdió el sentido de la realidad".

Cuando en el juicio se les preguntó por qué no avisaron a una ambulancia al ver que el niño no despertaba, los padres respondieron que habían entrado "en estado de shock".

También declararon que, cuando los policías llegaron a su casa, les dijeron que el niño estaba durmiendo y "cuando despertara podrían hablar con él".

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