La mujer que más poder ha tenido en la historia de Argentina no quiere dar por terminada su carrera política. Dos periodos presidenciales no parecen haber sido suficientes.

Cristina Fernández de Kirchner quiere, muy por el contrario, lanzarse al Senado y, si le va bien, buscar la presidencia 2019

Eso es, al menos, lo que se dicen en los corrillos políticos de Argentina por estos días. Que, como siempre, ni es poco ni es aburrido.

Este sábado, a horas de que venciera el plazo, Kirchner presentó ?después de días de especulación, discursos y negociación? su postulación a las legislativas de octubre.

Lo hará con un nuevo partido, Unidad Ciudadana, que como su nombre sugiere busca dejar atrás la división; esa famosa "grieta" que durante sus gobiernos presidenciales dividió ?y aún divide? a los argentinos.

"Yo he tenido todos los honores y todos los cargos gracias a ustedes. Vengo ahora a sumarme a este espacio. Vengo a poner la cabeza, el cuerpo y el corazón", dijo el martes, en un multitudinario mitin en la provincia de Buenos Aires, la más pobre y populosa, donde competirá por un escaño.

Kirchner no quiso salir de la escena política: dedicarse a sus nietos y jubilarse en la Patagonia, la hermosa tierra en el sur donde posee grandes y cómodas propiedades.

Por lo que dejó ver el martes, la expresidenta se siente en la obligación de volver para "detener el ajuste" que Mauricio Macri está haciendo de la economía y, según ella, ha disparado la inflación, la pobreza y el desempleo.

Pero para los expertos también parece buscar dos otras cosas: o evitar que la metan a la cárcel o legitimar su poder político, cuestionado por las acusaciones de corrupción (que ella niega y atribuye a una persecución política).

El contexto

Para muchos, las elecciones de octubre, que renovarán un tercio del Senado y casi la mitad de la Cámara de Diputados, son un estilo de plebiscito sobre la gestión de Macri y serán cruciales para su futuro.

Si consolida una mayoría, el mandatario podrá ejecutar cómodamente su plan de gobierno y sentar bases para una reelección en 2019, intención que ya ha admitido.

Pero si las elecciones son sobre Macri, también son sobre Kirchner: "Lo que se juega es cuánto va a influir Kirchner en la política de acá en adelante y será un termómetro de su posible candidatura en 2019", le dijo a BBC Mundo Nicolás Charry, director de Instituciones Políticas en Cippec, un centro de estudios políticos.

Lo que puede ganar

Kirchner llega a las elecciones con una popularidad de entre 20 y 30%, números que, en teoría, le aseguran un escaño.

Tiene dos armas para agrandar esa popularidad (aunque para muchos el rechazo del 60% es inamovible).

Primero, su carisma. Como demostró el martes, la exmandataria mantiene la vitalidad que enamoró a millones durante la última década.

Segundo, la economía. Por mucho que sea o no legado del anterior gobierno, Macri está en el poder ahora y la recuperación que promueve no termina de dar resultados visibles: el consumo está caído, la inflación sigue alta, el desempleo aumentó y el crecimiento que vuelve lo hace a cuenta gotas.

En los próximos dos años, además, se espera que Macri haga más recortes de subsidios y aumentos de tarifas, lo que le dará municiones a Kirchner para hacer una oposición sonora desde el Senado.

Muchos creen, también, que más allá de la política, un escaño le dará a Kirchner inmunidad parlamentaria, con lo que evita la cárcel, si resulta culpable en alguna de las cuatro causas en que está procesada.

Sería algo parecido a lo que hizo el expresidente y hoy senador y candidato Carlos Menem, de 87 años, quien fue condenado a 7 años de cárcel por contrabando de armas y sigue sin cumplir un día de prisión.

El riesgo

Ahora bien: algunos observadores creen que es más lo que Kichner puede perder que lo que puede ganar en esta elección.

La exmandataria, de 64 años, se está jugando todo o nada.

En la elección al Senado por la provincia de Buenos Aires se juegan tres escaños: dos para el partido ganador y uno para el segundo.

Si Unidad Ciudadana es vencido por el partido de gobierno, el PRO, y el peronista Partido Justicialista, que lidera el exministro de Kirchner Florencio Randazzo, la expresidente se queda sin escaño. Con eso, para muchos puede dar por terminada su carrera política en medio de una bochornosa derrota.

Incluso si queda de segunda y obtiene el escaño, es probable que, como ocurrió con otros, los argentinos luego recuerden más la derrota que el puesto en el Congreso.

¿Y Macri?

Macri llega a las elecciones con varias ventajas.

Primero, mantiene entre 40 y 50% de aprobación gracias a que muchos conservan la esperanza de que este país cambie tras al menos dos décadas de crisis económicas, polarización e inestabilidad política.

Segundo, lo que el oficialismo llama "la herencia" sigue siendo parte de la ecuación: tanto Kirchner como una decena de sus exasesores están acusados de corrupción o en la cárcel misma y el desbarajuste económico es todavía visto por la mayoría como una consecuencia del "populismo" implantado entre 2003 y 2015.

En tercer lugar está la división del peronismo, la corriente política más grande del país, que irá en tres bloques a las legislativas.

El beneficiario principal de esto es Macri, que una vez pasadas las elecciones intentará negociar con las diferentes facciones, como hizo estos dos años.

Mucho se habla sobre dónde prefiere Macri a Kirchner: en la cárcel, a manera de mártir, o en el Senado, donde se puede desgastar y dividir a la oposición.

El presidente ha querido minimizar la candidatura de Kirchner: "Tiene todo su derecho, pero no me preocupa". Pero es lo que dice.

Es como funciona la política Argentina. Que de enredada tiene mucho, pero de aburrida poco.

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