Un enclave del consumismo capitalista acaba de abrir las puertas en uno de los últimos bastiones del comunismo.

Se trata de la Manzana de Gómez, un centro comercial y hotel de lujo inaugurado oficialmente este miércoles en el corazón de La Habana.

Las lámparas finamente acabadas, suelos de mármol pulido y relucientes accesorios decorativos son comparables con el lujo de cualquier boutique de Nueva York.

En el flamante centro comercial, encuentras sucursales de marcas de renombre mundial como Mont Blanc, Gucci o Lacoste, muchas de ellas en venta en Cuba por primera vez.

Hay relojes Longines y Bulgari, y joyas a la venta que cuestan más de US$10,000, cifra que está mucho más allá del presupuesto anual de muchas familias cubanas.

La Manzana de Gómez

Colegiales tomándose selfies fuera de las tiendas de lujo es sin duda una de las imágenes cotidianas de los centros comerciales de gama alta en todas partes.

Sin embargo, durante años, no había ningún lugar en La Habana (ni en toda Cuba) para hacer eso.

Ahora, en cambio, los jóvenes pasean por este centro comercial tan lujosamente restaurado.

Cuando veo a un grupo de adolescentes con uniforme de escuela, sonrientes pero con las manos vacías, en una tienda de cosméticos L'Occitane en Provence, les pregunto qué opinan del precio de las cremas de manos y exfoliantes faciales que allí se vendían.

"¡Imposiblemente caro!", me respondió uno de ellos riendo.

Sólo para mirar

"Sólo estoy aquí para ver y admirar", me cuenta Diana, una mujer de mediana edad con la vista puesta en la ventana de las cámaras Nikon.

Por su parte, Antonio simplemente se rió de las etiquetas con el precio de los trajes de Armani.

"¿Sabes lo que ganan los cubanos?", me preguntó retóricamente.

Oficialmente, los salarios estatales en Cuba se sitúan alrededor de los US$25 al mes, lo que da a entender que todas estas tiendas están destinadas a visitantes extranjeros y a los emergentes cubanos ricos, que los hay.

Desde 1900

En su apogeo, hace varias décadas, la histórica Manzana de Gómez ofrecía la mejor experiencia de compras en el Caribe.

Hoy, el flamante centro comercial es el más reciente paso dado en la reconstrucción de La Habana Vieja, el envejecido centro colonial de la capital cubana.

Construido a principios del siglo XX por el empresario cubano José Gómez-Mena Vila, el edificio de cinco plantas fue cuidadosamente restaurado en los últimos años y convertido en un hotel de cinco estrellas, el Hotel Manzana, dirigido por la cadena suiza Kempinski.

Los precios de hotel, que van de US$440 por noche para la habitación más barata y casi US$$2.500 para las más caras, dan idea del tipo de clientela al que apunta la Manzana de Gómez.

Aunque es gestionado por la firma suiza, el complejo de lujo es propiedad de la empresa de turismo del ejército cubano, Gaviota.

Se trata del tipo de sociedades mixtas que desde hace un tiempo se perfilan como el futuro para la infraestructura turística de Cuba.

En un momento de incertidumbre

El miércoles, la alta sociedad cubana hizo su aparición en la inauguración oficial de la Manzana de Gómez.

Aunque las autoridades cubanas sin duda estarán encantadas con nuevas habitaciones de hotel en medio del auge turístico, el complejo de lujo también llega en un momento difícil.

Tanto cubanos como estadounidenses están pendientes de si el presidente Donald Trump mantiene la política de apertura del expresidente Barack Obama con Cuba o la revierte, parcial o totalmente.

Muchos temen lo último.

Trabajar específicamente con Gaviota, o cualquier compañía de propiedad militar en Cuba, es considerado por expertos una de las actividades con las que el gobierno de Trump está en desacuerdo.

Y puede ser una de las razones clave por las que la Casa Blanca considere revertir el deshielo hacia la isla caribeña iniciado en 2014.

Los grupos anticastristas de Florida llevan meses instando a Trump a impedir que cualquier entidad estadounidense trabaje con las ramas comerciales del ejército cubano y le piden al mandatario "tratar a Cuba como la dictadura"; así lo señaló el senador cubanoestadounidense Marco Rubio.

Además, el presidente de EE.UU. podría hacer más difícil que los estadounidenses lleguen a la isla restableciendo la prohibiciones de viajar levantadas parcialmente por su predecesor.

En cambio, los partidarios de la política de descongelamiento destacan los números publicados por el popular sitio web de alojamiento, AirBnB.

Según esas cifras, las reservas a través de esa página han generado US$40 millones para cubanos desde 2015 y el 58% de los beneficiarios son mujeres.

Mientras tanto, el grupo Engage Cuba, una coalición de compañías y organizaciones estadounidenses que presiona para levantar las restricciones económicas hacia la isla, argumenta que revertir la política de descongelamiento significaría US$6.600 millones en ingresos perdidos para las compañías aéreas y de cruceros, entre otros.

De vuelta a La Manzana

En medio de los caros bolsos y aretes de Gucci, conocí a Francisco, un agrónomo jubilado de piel oscura que reconoce que hay quienes están molestos por los precios exorbitantes de la Manzana de Gómez.

Sin embargo, para él esa reacción sólo cuenta la mitad de la historia.

"El turismo es el motor de nuestra economía ahora", me dijo con un mucho convencimiento.

"Estos precios, entiendo, son los mismos en todo el mundo, ¿por qué los turistas no querrían comprar un recuerdo así en Cuba?", señaló dirigiendo la vista hacia una vitrina con costosas plumas de escribir plateadas.

"Vivo de la libreta", me confiesa Francisco, en referencia al inventario de raciones que todavía cubre los productos básicos como huevos y leche en polvo para la mayoría de los hogares cubanos.

"Aunque ahora hay cubanos que pueden permitirse estas cosas", concluye encogiéndose de hombros.

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