Lo estaban esperando.

Cuando el exagente de la CIA Jerry Chun Shing Lee aterrizó el pasado lunes en el aeropuerto internacional JFK de Nueva York, fue detenido por las autoridades bajo la acusación de posesión ilegal de información clasificada relacionada con la defensa nacional de EE.UU.

Los cargos habían sido presentados en secreto por agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) ante una corte federal de Virginia el sábado pasado, apenas dos días antes de que Lee llegara procedente de Hong Kong, donde reside desde 2013.

En caso de una condena, podría pasar hasta 10 años en prisión.

Ese castigo, sin embargo, podría palidecer si se llega a establecer que el caso de Lee está relacionado con uno de los fracasos de inteligencia más grandes en años recientes en Estados Unidos.

Ocurrió en China entre 2010 y 2012, donde una veintena de informantes y espías estadounidenses fueron apresados y/o desaparecidos.

Según informó el diario The New York Times, los investigadores sospechan que Lee puede haber sido una pieza clave en este episodio.

Por lo pronto, sin embargo, la acusación presentada ante la corte de Virginia no hace mención de lo ocurrido en China.

Un agente descontento

Lee, de 53 años de edad, es un ciudadano estadounidense por naturalización que sirvió en el Ejército entre 1982 y 1986.

Tras graduarse en la Hawaii Pacific University en Gerencia de Negocios Internacionales y de cursar una maestría en Gerencia de Recursos Humanos, entró a trabajar en la CIA en 1994.

En esa agencia recibió formación en temas como comunicaciones encubiertas, detección de vigilancia, reclutamiento, manejo y pago de informantes y agentes; seguridad operacional y manejo de documentación clasificada.

Según la acusación presentada en los tribunales, durante su trabajo en la CIA Lee se desempeñó en varios lugares y cargos en el extranjero que requerían que tuviera una autorización para acceder a información clasificada de máximo nivel.

Pero, al parecer, para el momento en el que se fue de la CIA las cosas no estaban bien.

"Aquellos que lo conocían dijeron que se fue de la agencia disgustado después de que su carrera se estancó", señaló un reportaje del New York Times.

Apuntes clasificados

Tras abandonar la CIA, Lee se estableció en Hong Kong, donde permaneció hasta 2012 cuando regresó a Estados Unidos.

Al retornar al país, el exagente pasó unos días con su familia en un hotel de Hawái y otro en Virginia. Durante esas estancias, agentes del FBI realizaron una inspección de su equipaje y hallaron dos cuadernos con apuntes cuyo contenido fotografiaron.

El análisis posterior de ese material reveló que contenían información clasificada. Uno de ellos incluía datos sobre reuniones con informantes, con sus nombres reales, así como números de teléfono, lugares de encuentro y sedes encubiertas.

El otro cuaderno tenía notas manuscritas con los nombres reales y números de teléfono de informantes y agentes encubiertos de la CIA.

Según el documento presentado en la corte, mucha de la información hallada en los cuadernos está incluida también en reportes que Lee escribió siendo funcionario de la CIA, en los que contaba sobre sus encuentros con los informantes.

La acusación señala que pese a que Lee vivió en Virginia durante unos 10 meses (entre agosto de 2012 y junio de 2013) y que durante ese lapso se reunió en numerosas con excolegas de la CIA e incluso, fue entrevistado por agentes del FBI, nunca reveló que estaba en posesión de esos cuadernos ni los entregó a las autoridades correspondientes como debía hacerlo según los acuerdos de confidencialidad que firmó.

¿El eslabón perdido?

En el año 2010, la CIA comenzó a notar crecientes dificultades para obtener información procedente del interior del gobierno de China.

Un año más tarde sus informantes comenzaron a desaparecer o a ser encarcelados, lo que generó una crisis interna en la agencia, que no sabía si lo que ocurría era producto del trabajo de un infiltrado en sus filas, de un hackeo informático de sus sistemas de comunicación o una mezcla de ambas cosas.

Esta situación llevó a la apertura de una investigación por parte del FBI en la cual, según The New York Times, Lee se convirtió en el principal sospechoso.

El exagente fue entrevistado por miembros de ese cuerpo de investigación en cinco ocasiones entre mayo y junio de 2013. Ese mismo mes regresó a vivir a Hong Kong hasta el lunes, cuando arribó a Nueva York.

Ahora queda por ver si el proceso en su contra termina limitado a las acusaciones de posesión ilegal de información clasificada o si resulta también imputado como el eslabón perdido que explica la debacle que sufrió la CIA en China.

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