Fue hace exactamente 20 años, entre el 10 y el 13 de julio de 1997. Durante esos días, gran parte de España se paralizó de horror.

La organización separatista ETA, responsable en los últimos 40 años de más de 800 muertes, se encontraba entonces plenamente activa y aún reivindicaba la independencia del País Vasco.

El 10 de julio había secuestrado a un joven de 29 años llamado Miguel Ángel Blanco, un político del Partido Popular -la formación conservadora que entonces gobernaba el país- que ostentaba un cargo municipal en Ermua, un pueblo vasco de unos 15.000 habitantes.

Era un hijo de gallegos y tocaba la batería en un grupo.

La banda armada exigía para su liberación que el gobierno aceptara que los presos de ETA cumplieran sus condenas en el País Vasco y que se pusiera fin a su dispersión por cárceles de todo el país, alegando que aquello era un doble castigo que les mantenía alejados de sus familias.

ETA había dado al gobierno de José María Aznar un plazo de 48 horas para que aceptara sus condiciones. Si no lo hacía, amenazaba con matar a Miguel Ángel Blanco.

España contenía el aliento. El plazo vencía el sábado 12 de julio de 1997.

El principio del fin de ETA

Ese día, al ver que el ejecutivo no cumplía con sus exigencias, los tres militantes que mantenían retenido a Blanco lo introdujeron en el maletero de un vehículo y lo llevaron a un bosque a unos 55 kilómetros de Ermua.

Allí, con las manos atadas a la espalda, le dieron dos tiros en la cabeza. Blanco murió en hospital en la madrugada del 13 de julio.

El asesinato de Miguel Ángel Blanco tuvo una enorme repercusión social, hasta el punto de que desencadenó numerosas movilizaciones populares y protestas por toda España al grito de "Basta ya".

Exactamente 12 días antes, el país había asistido a la liberación por parte de la policía de José Antonio Ortega Lara, un funcionario de prisiones secuestrado por el grupo vasco.

Las imágenes de Ortega Lara completamente demacrado, con la mirada perdida y 23 kilos menos tras pasar 532 días encerrado bajo tierra, en un cubículo húmedo de 7,5 metros cuadrados sin ventanas, crearon un fuerte impacto en buena parte de la población.

Así que cuando ETA secuestró y asesinó a Miguel Ángel Blanco, se desató una oleada de indignación que, para muchos, marcó el principio del fin de ETA.

Disputa política

Ahora que se cumplen 20 años de aquel asesinato y siete desde que ETA declaró el cese definitivo de su actividad armada, una fuerte polémica sacude a España a propósito de Miguel Ángel Blanco.

Mientras el Partido Popular hacen multitud de tributos y recuerdos -instrumentalizando su figura para sus propios fines, en opinión de algunos-, el Partido Socialista, Podemos e Izquierda Unida (las tres, formaciones de izquierdas) se desmarcan de esos homenajes y en varios ayuntamientos no han respaldado que se realicen actos y conmemoraciones en recuerdo de este asesinato.

El Ayuntamiento de la capital de España, dirigido por Manuela Carmona, de la coalición de izquierdas Ahora Madrid, por ejemplo, se negó en un principio a colgar en su fachada una pancarta en su memoria de "para no destacar a unas víctimas sobre las demás".

Así lo justificaba la alcaldesa Carmena, añadiendo que homenajear sólo a Blanco supone "menospreciar" al resto de muertos y heridos por ETA, y que son las propias asociaciones de víctimas del terrorismo las que piden que no se individualicen los actos de memoria.

Pero Carmena, azuzada por un aluvión de críticas, finalmente ha convocado para este miércoles una concentración a las puertas de la alcaldía bajo el lema "En el 20º aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, Madrid con todas las víctimas del terrorismo" y ha accedido a colgar una pancarta en el consistorio de la ciudad.

"Insensibilidad"

Antes de eso en el Ayuntamiento de Cádiz, en Andalucía y gobernado por Podemos, no salió adelante la votación para que en esa ciudad una calle llevara el nombre de Miguel Ángel Blanco.

"Nos abstuvimos porque para nosotros no hay víctimas de primera y de segunda", aseguró el alcalde de la ciudad, José María González.

"Para nosotros son iguales las víctimas de ETA, las del 11-M (el atentado yihadista que el 11 de marzo de 2004 dejó 192 muertos en Madrid) y las de los crímenes de franquismo", dijo.

Y en Bilbao, en el País Vasco, el Ayuntamiento también ha rechazado levantar un monolito en recuerdo de la masiva manifestación que tuvo lugar en esa ciudad tras el secuestro y asesinato de Blanco.

Por su parte, el Partido Popular (PP) arremete contra PSOE y Podemos por sus dudas ante los homenajes en recuerdo de Blanco, calificando su actitud de "bajeza moral" e "insensibilidad".

El PP, con el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, a la cabeza, rendía este lunes pasado homenaje al político asesinado con un acto a las puertas de su sede central en Madrid, donde ha desplegado una gigantesca pancarta en su recuerdo en la que se lee: "Sigues dejando huella".

La hermana de Blanco y en la actualidad diputada del PP, Mari Mar Blanco, acudió a ese homenaje y se pronunció sobre las polémicas que se han desencadenado ahora que se cumplen 20 años de su ausencia: "Recordar a mi hermano es recordar a todas las víctimas".

Los responsables

Respecto a los tres miembros de ETA responsables de la muerte de Blanco, dos de ellos -Francisco Javier García Gaztelu, alias "Txapote", e Irantzu Gallastegi Sodupe, alias "Amaia", cumplen condena en la misma prisión de Pontevedra, en Galicia.

Son pareja y tienen un hijo común.

García Gaztelu fue el que disparó contra Blanco, mientras que Gallestegi Sodupe fue quién le abordó para secuestrarlo en la estación dónde el joven esperaba el tren para acudir a su trabajo.

Él está condenado en total a 450 años de cárcel por ese y otros asesinatos y pasa 20 horas al día completamente solo en su celda. Ella fue condenada a 50 años de cárcel.

El tercer etarra considerado responsable de la muerte de Blanco se llamaba José Luis Geresta Mujika, alias "Oker", y se cree que fue quien sujetó al joven mientras 'Txapote' le disparaba.

Nunca llegó a ser juzgado, ni siquiera arrestado. Se suicidó el 19 de marzo de 1999 en la localidad vasca de Rentería.

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