Es temprano en la tarde en el este de Londres y Daniel acaba de terminar su primera cita del día.

Después de dejar la universidad hace una década, optó por el trabajo sexual y a eso se ha dedicado desde entonces.

Es uno de los 20.000 hombres que se calcula viven de la prostitución en Reino Unido. El resto, unas 80.000, son mujeres.

"Suelo quedar sobre todo con hombres solteros", le cuenta al programa Victoria Derbyshire, de la BBC.

"La mayoría suelen ser hombres homosexuales que ya salieron del armario, pero otros suelen ser casados que ocultan lo que están haciendo".

Quienes acuden a él suelen tener entre 35 y 85 años. Y su lista de servicios, que promociona por medio de páginas web y aplicaciones, incluye masajes, relaciones sexuales o pasar toda la noche con un cliente.

Lo que hace es legal. En Inglaterra, Gales y Escocia el trabajo sexual es ilegal cuando alguien se ve obligado a vender su cuerpo contra su voluntad, si se prostituye en la calle o si regenta un burdel.

Hoy un 80% de los que se dedican a la prostitución tienen presencia online.

Para Daniel, es más seguro y por esa misma razón -por protegerse a sí mismo- dice que se niega a mantener relaciones sexuales sin protección y rechaza a la práctica que se conoce como chem sex y que combina el sexo con las drogas.

Pero son muchos los que se exponen a los riesgos que implican esos hábitos.

"Explotación infantil"

Aproximadamente el 5% de los trabajadores sexuales británicos opera en la calle y es Manchester, el segundo núcleo urbano del país, la ciudad en la que más abunda ese tipo de prostitución.

Hayley Speed trabaja en The Men's Room, una de las pocas organizaciones de Reino Unido que ofrece alternativas a hombres jóvenes que quieren dejar las calles.

"Cuando les preguntamos cuándo fue la primera vez que se vieron involucrados en la prostitución, la frase que escuchamos con más frecuencia es: 'Empecé a los 14 o 15 años'", cuenta Speed, "pero eso no es trabajo sexual. Eso es explotación infantil".

Speed teme que muchos trabajadores del sector, ya sean niños o adultos, están siendo sometidos a abusos.

Según los datos recopilados por Beyond the Gaze (Más allá de la mirada), un proyecto fundado por el Consejo de Investigaciones Económicas y Sociales en 2015 para determinar cómo ha moldeado internet el comercio sexual adulto en Reino Unido, más del 12% de los hombres que se dedican a la prostitución consultados aseguró haber sido sexualmente agredido en los últimos cinco años.

Y el 70% reconoció que, de ser víctimas de episodios como esos, probablemente no los reportarían a la policía.

Es más, Speed dice que muchos trabajadores sexuales no se toman ese tipo de agresiones, incluso si son violaciones, en serio. Y explica que "se normalizan comportamientos extremos", que se llegan a considerar "parte del oficio".

La escena de la prostitución callejera de Manchester transcurre en la zona delimitada por los canales, donde The Men's Room hace trabajo de campo dos veces por semana.

Su codirectora, Fergal McCullough, dice que quienes se prostituyen en esa área son los más vulnerables, los que no tienen un techo ni dinero para apenas comer.

"No diría que los que trabajan allá abajo lo hacen como opción racional", concluye.

Tyler ?nombre ficticio? fue uno de ellos. Huyó de su pueblo cuando la familia lo repudió por ser gay.

Sin dinero y sin conocidos en la ciudad, tuvo que resignarse a vivir en la calle. Y una semana después empezó a prostituirse.

"Al principio eran uno o dos clientes por noche, y luego fueron más y más", cuenta, "llega un punto en el que simplemente te abandonas".

Violaciones sin reportar

Aquel trabajo era ilegal y peligroso. Había veces en las que el cliente no quería pagarle y lo encerraba en el coche. No lo dejaban salir hasta que le daba todo el dinero que tenía.

En una ocasión lo violaron en un hotel, después de haberle puesto en la bebida alguna sustancia que le hizo perder el conocimiento.

"Cuando llegué había una persona", recuerda. "Pero cuando me desperté, estaba (desnudo) en la cama, rodeado de cuatro hombres que se estaban masturbando, etcétera".

Al principio temió de lo que podrían hacerle algo si trataba de huir. Pero se dio cuenta de que estaban tan seguros de que no acudiría a la policía, que simplemente le dejaron marchar.

"Literalmente, me dejaron ir, con toda normalidad", rememora. "Ni siquiera estaban preocupados de que los pudiera denunciar. Simplemente no les importó".

Tyler asegura que muchos de los que se dedican a la prostitución deciden no contactar con las autoridades porque temen que les digan: "Bueno, eres un trabajador sexual. Es tu culpa".

"Creo que, como soy un chico, pensarían que no es tan malo como cuando una mujer es violada. Pero es exactamente lo mismo".

En ese sentido, Shaun Donnellan, de la policía de Manchester, dice que son conscientes de que se reportan muchos menos casos de violaciones contra hombres de las que ocurren, por lo que anima a las víctimas a hacerlo.

"Trabajamos sin descanso para que se haga justicia para todo aquel que haya sufrido", subraya, "y colaboramos con la organización Survivors Manchester dando apoyo a los hombres que hayan denunciado (agresiones)".

Tyler tiene ahora un trabajo común y se prostituye ocasionalmente, anunciando sus servicios en internet. Cuando fue violado, no acudió a la policía.

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