Desde las calles de Montmartre hasta las obras de arte del Louvre, París tiene una reputación de belleza y cultura.

Pero la niebla mezclada con humo se ha vuelto tan densa que hasta se puede sentir en el cuerpo.

La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha convertido la guerra contra la polución en uno de los ejes centrales de su gestión. Su estrategia incluye nuevas medidas como sacar de circulación los vehículos más antiguos y eliminar los que utilizan diésel.

Al mismo tiempo, ha ofrecido subsidios para apoyar otras formas de transporte.

Pero organizaciones de automovilistas y algunos políticos locales han criticado estas medidas.

Muertes por contaminación

Según un estudio realizado por la Agencia Nacional de Salud de Francia en 2016, la contaminación del aire ha sido responsable cada año de 48.000 muertes registradas en el país.

París ha sufrido los efectos dañinos del esmog, particularmente en invierno. Y aunque los automóviles no son los únicos responsables del aire contaminado, forman parte importante de la ecuación.

 

En momentos críticos, las autoridades de la capital han puesto en práctica medidas de emergencia, como prohibir la circulación de la mitad de los automóviles que habitualmente recorren sus calles y la obligación de reducir la velocidad.

Recientemente comenzó la aplicación de un esquema conocido como Crit'Air, que clasifica los autos en relación a su nivel de emisiones y los obliga a usar adhesivos de colores para identificarlos.

El sistema permite que el gobierno parisino ordene restricciones parciales que afectan a los vehículos más contaminantes.

Otras ciudades como Grenoble, Lyon, Estrasburgo y Toulouse se han unido a la iniciativa.

La guerra contra el diésel
A largo plazo, París tiene planeado deshacerse de los autos que funcionan con petróleo y diésel.

Hasta ahora, el municipio ha prohibido el ingreso a la ciudad de todos los autos convencionales fabricados antes de 1997 de 8:00 a 20:00 de lunes a viernes.

También están prohibidos los vehículos que usan diésel fabricados antes de 2001. Y los conductores que violen las normas se exponen a considerables multas.

El próximo año, las restricciones serán ampliadas para incluir a los automóviles diésel inscritos antes de 2005. La prohibición aumentará de manera escalonada, con el objetivo de que París quede libre de autos diésel en 2024 y de petroleros en 2030.

A la vez, el ayuntamiento está entregando subsidios a las personas que dejan sus autos y optan por movilizarse en bicicleta, transporte público o en autos compartidos.

La resistencia
Julien Constanti, abogado representante de la Federación Francesa de Ciudadanos Automovilistas, dice que la política de las autoridades parisinas discrimina a las personas que no tienen el dinero para reemplazar sus autos antiguos.

Constanti piensa que el mensaje es contradictorio. "Te dicen que tienes que comprar autos para que la economía funcione... pero no los uses".

Otras ciudades europeas como Oslo y Madrid, por ejemplo, tienen planes para establecer áreas centrales donde no puedan ingresar los vehículos motorizados en los próximos años. Hamburgo también ha tomado medidas para deshacerse de los autos más viejos.

Son experimentos que apuntan a mejorar la calidad del aire con medidas más drásticas de las que se habían empleado hasta ahora.

De sus resultados dependerá que otras ciudades se sumen a aplicar medidas similares o a buscar otro tipo de alternativas para disminuir el peligro de la contaminación ambiental.

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