Sofya Kovalevskaya tiene 8 años. Está en su habitación, rodeada de hojas con fórmulas y símbolos matemáticos que su padre pegó en las paredes porque no alcanzó el papel tapiz.

Las ve una y otra vez, se enfoca en una sección e intenta buscar la secuencia en otra parte del cuarto. Pasan horas, siente curiosidad, ansias por entender ese mundo "nuevo y maravilloso", como después lo describiría.

Crece, se hace mujer y su veneración por las matemáticas se intensifica.

Decide que debe casarse, pero no porque esté enamorada, desee tener hijos o quiera salir de la casa de sus padres. Quiere casarse porque quiere ser libre para estudiar, quiere ser libre para salir de Rusia.

En su sociedad, la del imperio ruso, las mujeres tienen prohibido estudiar en la universidad y las que aspiran a hacerlo en uno de los poquísimos países con menos restricciones, tienen que contar con el permiso de su padre o de su esposo.

Viajar sola también es complicado. De hecho, estar casada le facilitará obtener un pasaporte. Sofya tiene una meta clara.

Rumbo al altar

"Aunque el papá de Kovalevskaya era más receptivo que muchos padres de la época a la idea de que su hija estudiara matemáticas en un nivel avanzado, tanto ella como su hermana creían que nunca les daría permiso para ir a estudiar a Europa Occidental", le cuenta a BBC Mundo Ann Hibner Koblitz, autora de "A Convergence of Lives: Sofia Kovalevskaia - Scientist, Writer, Revolutionary" ("Una convergencia de vidas: Sofia Kovalevskaia - científica, escritora, revolucionaria").

Fue así como Sofya, quien nació en 1850 y también era conocida como Sonya, ideó un plan junto a su hermana mayor, Aniuta.

"Se puso de moda un tipo especial de matrimonio por conveniencia. Se buscaba a un hombre liberal, comprometido políticamente, que se prestara a fingir un matrimonio legal con el único objetivo de ayudar a su esposa a eludir las trabas y dificultades de una sociedad que discriminaba brutalmente a las mujeres. Después, cada uno hacía la vida por su cuenta", cuenta el profesor J.M. Méndez Pérez, del departamento de Análisis Matemático de la Universidad de La Laguna, de Tenerife, en una biografía de Kovalevskaya.

Para ese fin, Aniuta escogió a un editor y traductor que simpatizaba con ideas políticas liberales y que era aficionado a la biología: Vladimir Kovalevsky.

Pero él tenía otra en mente: a Sofya.

Aunque aceptó que sería un matrimonio por conveniencia, prefirió a la hermana menor.

La esposa

El padre de Sofya, Vassily Krukovsky, quien ignoraba la verdadera intención de la pareja, no estaba muy convencido del matrimonio, pero terminó cediendo ante la determinación de su hija, como cuenta Roger Cooke en su libro "The Mathematics of Sonya Kovalevskaya" ("Las matemáticas de Sonya Kovalevskaya").

La boda de Sofya y Vladimir se celebró en 1868 y el apellido de ella pasó a ser: Kovalevskaya.

Se fueron a vivir a San Petersburgo, "donde al menos podría asistir a algunas clases en la universidad, eso sí, siempre que fuera acompañada de su marido o tío", indica el autor.

Y es que su tío, al igual que su padre, fue clave para que Sofya empezara ?cuando era una niña? a fascinarse por los números.

"La familia de Kovalevskaya era rica y noble", me cuenta Sergei Pilyugin, profesor de la facultad de Matemáticas y Mecánica de la Universidad de San Petersburgo.

En casa tuvo una gran educación.

El famoso Karl Weierstrass

En compañía de Vladimir, Sofya abandonó Rusia. Estuvieron en Viena y después se radicaron en Alemania.

"Allí, aunque no era legal, si los profesores lo autorizaban, podía asistir a clase", explica Méndez Pérez.

Y lo logró, pudo escuchar a eruditos de la física y la matemática de la época.

Aunque sabía que en Alemania no iba a poder inscribirse en la universidad, trató de obtener el apoyo de una figura respetada en el mundo de la matemática con algo en la mira: forjar una reputación para buscar trabajo.

Tras impresionar con su talento y rapidez para resolver problemas matemáticos a quien es considerado el padre del análisis matemático moderno, Karl Weierstrass, Sofya consiguió que le diera clases particulares en Berlín.

Y se llegó a ese punto porque la eminencia de esa disciplina en el siglo XIX no obtuvo permiso de las autoridades universitarias para que Sofya asistiera a las clases.

Vladimir, el paleontólogo

Su esposo Vladimir era un amante de la investigación científica y llevó a cabo estudios en ciencias naturales y paleontología.

En un viaje que hizo junto a su esposa a Inglaterra, se reunió con un amigo. Nada más y nada menos que con el hombre que cambió la forma como se percibe y estudia la naturaleza: Charles Darwin.

Y es que, como indica Cooke en su libro, Vladimir había publicado una traducción de "Variación de plantas y animales domesticados" ("Variation of Plants and Animals under Domestication") de Darwin.

En el capítulo del Diccionario Completo de Biografía Científica, dedicado a Vladimir, se le llama uno de los fundadores de la paleontología evolutiva.

"Basando su argumentación evolutiva en la teoría de Darwin, Kovalevsky estableció la concepción de la evolución adaptativa e inadaptativa en el caso especial de las extremidades de los ungulados", señala el diccionario.

"Kovalevsky era un darwinista consecuente y atribuía los cambios evolutivos en las formas fósiles no a la autogénesis, ni al uso o desuso de partes (corporales), sino a la selección natural".

También hizo un doctorado en geología y fue profesor asociado en la Universidad de Moscú.

La vida de casados

El matrimonio por conveniencia seguía su curso, cada uno dedicado a su carrera científica.

Pero, como cuenta Méndez Pérez, "las peleas y desavenencias eran cada vez más frecuentes en la pareja".

De hecho, según Koblitz, "Vladimir era muy inestable y volátil".

Y una anécdota que cuenta Méndez Pérez en su biografía, publicada en la Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, es clave para comprender el rumbo que tomaría la carrera de Sofya:

"Un día Sonya le explicó a Weierstrass ?que estaba confuso con la forma tan extraña de comportarse que tenían estos supuestos esposos? cuál era la situación real de su matrimonio. Para ayudarla, Weierstrass se ofreció a dirigirle la tesis (de doctorado)".

El maestro usó su influencia para que la universidad alemana de Gotinga "autorizara en 1874 la lectura de la Tesis in absentia, es decir, sin la habitual defensa oral".

De esa forma, Sofya se convirtió en Doctora en Matemáticas y con ello en la primera mujer en Europa que lo conseguía.

¿Amor?

En 1875, la pareja regresó a Rusia y tuvo una hija.

Le pregunto a Ann Hibner Koblitz: ¿terminaron enamorándose?

"'Enamorarse' podría ser una forma muy romántica de plantearlo", me dice. "Se convirtieron más bien en 'amigos con beneficios' si hablamos en lenguaje moderno".

Pero otros expertos, como Pilyugin, creen que sí hubo amor y que se enamoraron.

Y si hay algo que Hibner Koblitz reconoce es que Sofya "se preocupaba sinceramente por el bienestar de su esposo" y de su hija.

La tragedia

Estando en Rusia, Vladimir hizo una serie de inversiones en negocios inmobiliarios, en gran parte para financiar los proyectos académicos de ambos, pero los negocios fracasaron dramáticamente.

En un viaje que Sofya hizo a París, recibió una trágica noticia: su esposo se había suicidado.

Vladimir estaba sumido "en una profunda depresión" y "fue incapaz de soportar los fracasos de sus negocios y la acusación de fraude que pesaba sobre él. Este hecho sumió a Kovalevskaya ?que sentía remordimientos por este trágico final? en un estado de absoluto abatimiento y abandono, llegando sus amigos más cercanos a temer por su vida", escribe Méndez Pérez.

Sin embargo, Sofya salió adelante y se dedicó más que nunca a su pasión y catapultó su nombre como una de las matemáticas más brillantes de la historia.

En 1883 aceptó la invitación a impartir clases de matemáticas en la Universidad de Estocolmo. En 1989 fue promovida a Profesora titular, un hecho también histórico: fue la primera mujer que lo conseguía en Europa.

"En el siglo XIX eso era prácticamente imposible", indica a BBC Mundo, Yakov Nikitin, profesor de la facultad de Matemáticas de la Universidad de San Petersburgo.

Sofya, la grande

En muchos aspectos, Sofya fue una pionera.

"Fue la primera mujer en tener una cátedra universitaria y la primera mujer en ser elegida como miembro de la Academia Imperial (Rusa) de Ciencias, cuyas reglas cambiaron para permitir su membrecía", señala Koblitz, quien también es profesora emérita de Estudios de Mujeres y Género de la Universidad del Estado de Arizona.

"Su trabajo fue importante no solo por su aporte a la teoría básica de las ecuaciones en derivadas parciales, sino también porque algunas especulaciones que hizo sobre soluciones posibles a problemas abiertos han terminado siendo correctas".

Sofya inventó formas de analizar el movimiento de un cuerpo en rotación sobre un punto fijo, lo cual, explica Koblitz, se conoce como el Kovalevskaya top.

Y ahí es en parte donde reside la trascendencia de su legado.

"Su logro más importante es la investigación de la teoría de rotación de cuerpos rígidos", señala Nikitin. "Los primeros pasos cruciales fueron dados por los grandes matemáticos Euler y Lagrange. Kovalevskaya resolvió el tercer y último caso de la teoría".

Pero no se limitó a ese campo, también hizo investigación en física matemática, mecánica celeste, teoría potencial y cálculo.

Pilyugin me dice que se siente orgulloso del legado de su compatriota y es que, resalta, fue una de las primeras mujeres cuya investigación científica fue ampliamente conocida en todo el mundo.

"Uno de sus aportes más famosos fue el teorema Cauchy-Kovalevskaya, el cual generalmente se incluye en cursos universitarios de matemática", indica el profesor.

Más allá de la ciencia

Pese a sus grandes logros y a los premios y honores que recibió (en vida), Sofya tenía un salario muy inferior al de sus colegas hombres que desempeñaban las mismas funciones.

Su vida la hizo convertirse en una promotora de los derechos de las mujeres y la llevó a expresar su rechazo al orden social y político que reinaba en la Rusia de su tiempo. Para muchos fue una revolucionaria, una progresista.

Y es que "en la Rusia zarista a lo más que podían aspirar era a matricularse en una especie de curso superior para mujeres, en los que primaba la enseñanza literaria en detrimento de la científica", cuenta Méndez Pérez.

Para Koblitz, Sofya es una inspiración que supera las fronteras de la ciencia y la literatura, pues también fue escritora.

"Fue una pionera (?) Fue realmente cool. La tragedia es que ella probablemente estaría impactada y decepcionada al ver cuánta discriminación de género todavía hay en el mundo", reflexiona la profesora.

Tras un viaje a Italia, Sofya regresó Estocolmo y en el trayecto contrajo un catarro que terminó en neumonía.

Murió el 18 de febrero de 1891. Tenía 41 años.

Michele Audin resumió magistralmente su legado en el libro "Remembering Sofya Kovalevskaya" ("Recordando a Sofya Kovalevskaya"):

"Ella fue sin duda la primera mujer que tuvo una carrera universitaria profesional como la entendemos hoy: probó teoremas originales que le otorgaron el título de doctora, impartió cursos, se preocupó por la política, creyó en las responsabilidades de los científicos, viajó, demostró más teoremas, participó (sin mucho entusiasmo) en reuniones de comité...

....tuvo una hija, fue editora de una revista internacional (Acta Matemática), luchó por los derechos de las mujeres, atendió y contribuyó a reuniones científicas, estuvo lista para ser promovida, escribió informes y cartas de recomendación, viajó para reunirse con colegas de otras universidades".


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