Desde que el Frente Amplio llegó al gobierno de Uruguay en 2005, los gobiernos de izquierda en el resto de América Latina pasaron por momentos convulsos.

Los presidentes Tabaré Vázquez (2005-2010, 2015-2020) y José Mujica (2010-2015) fueron testigos de los vuelcos políticos y las crisis de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y Venezuela.

Mientras que en territorio uruguayo, estas políticas progresistas se mantuvieron sin grandes sobresaltos durante 15 años.

¿Qué llevó entonces al Frente Amplio a perder las elecciones presidenciales ante la centro-derecha de Luis Lacalle Pou?

No hubo un pecado capital, considera el politólogo e historiador uruguayo Gerardo Caetano, pero sí desatenciones que lentamente fueron cambiando la opinión del electorado del país referente de la izquierda.

"El gobierno frenteamplista tenía desgaste después de 15 años de gobierno", le dice Caetano a BBC Mundo.

Es por eso que considera que la transición hacia la centro-derecha de Luis Lacalle Pou no debería ser motivo de asombro para el resto de América Latina.

Y una alternancia "realmente tranquila", destaca: "Acá todos saben que las cosas se dirimen en las urnas".

En esa tónica, los gobiernos de Vázquez y Mujica se van con "buenos saldos" en la implementación de la agenda liberal poco vista en la región.

Entre ellos estuvo la legalización de la marihuana, el derecho a decidir sobre la interrupción del embarazo, el matrimonio igualitario y también políticas sociales como la mejora de salarios y jubilaciones, baja pobreza y periodos de crecimiento del PIB de casi 8%.

Pero tres factores pueden explicar la salida del poder del Frente Amplio.

1. La inseguridad pública

Una de las mayores preocupaciones de los uruguayos en la actualidad, y de la que no vieron buenos resultados en los últimos años, es la seguridad pública.

A diferencia de otros países latinoamericanos, ha sido recientemente que Uruguay ha comenzado a padecer la violencia del narcotráfico con "ajustes de cuentas" entre bandas.

Este fenómeno ha incrementado los homicidios en 45,8% en 2018 respecto al año previo, informó el gobierno en marzo.

A eso se suma la subida de casos de hurtos, violencia doméstica y violencia de género.

"El miedo responde a una realidad delictiva que se ha incrementado de manera exponencial en varios aspectos (?). Para el uruguayo es una experiencia muy fuerte, porque el uruguayo siempre valoró la cuestión de la seguridad", dice Caetano.

Laura Raffo, una economista y empresaria uruguaya, le dice a BBC Mundo que desde el sector económico privado la inseguridad ha golpeado principalmente a los pequeños comerciantes.

"Ha habido asaltos a mano armada en los comercios, en los barrios, los principales afectados por la inseguridad han sido los pequeños comercios y eso ha generado un descontento muy grande. Comercios han sido robados una y otra vez".

La Encuesta de Expectativas Empresariales muestra que en 2015 el gobierno tenía una desaprobación del 45%, mientras que antes de la elección de este año, la mala nota de los empresarios hacia el gobierno llegó al 74%.

"Donde hay una desaprobación más elevada que el promedio es en seguridad pública", seguido de otros indicadores como la educación, la situación fiscal, la competitividad internacional, explica Raffo.

Para Caetano, el gobierno de Vázquez si bien modernizó la policía, no supo reaccionar ante los problemas de seguridad.

"Sí ha habido una política que sin ser un fracaso total, no estuvo a la altura de los retos enormes que se plantearon a Uruguay", opina.

2. Una economía "estancada"

Uruguay se consolidó como uno de los países con mayor aumento del Producto Interno Bruto (PIB) en América Latina en los gobiernos del Frente Amplio, hasta 7,8% en 2010.

Pero a partir de entonces ese y otros indicadores comenzaron a menguar hasta que la economía se vio "estancada", lo que paulatinamente se empezó a notar en el bolsillo de los uruguayos.

"A partir de 2015, en el caso de Uruguay no hubo recesión, pero sí hubo una caída lenta del crecimiento. Este año hay una previsión del PIB de 0,5%. Es decir, los tiempos económicos no terminaron de calzar con los tiempos políticos", dice Caetano.

La inversión se empezó a decaer, hubo un aumento en el déficit fiscal (5% del PIB), desempleo (9,5%) y un dólar fuerte (pasó de 23 pesos por dólar en 2015 a más de 37 actualmente) que encareció la vida y el comercio. Los combustibles en Uruguay son los más caros en América Latina.

"Se vio una menor proactividad de la política económica. No hubo medidas que intentaran reducir el gasto", considera la economista Laura Raffo.

"El no haber reaccionado a tiempo y el no haber intervenido en el momento, cuando no se estaban cumpliendo los supuestos de crecimiento y tomar medidas para reducir el gasto", es una desatención del gobierno frenteamplista, señala.

"Falta de toma de decisiones, no tanto por decisiones erróneas, sino una parálisis en la toma de decisiones. Algo que es común en tiempos electorales".

3. No reponerse al desgaste

La inseguridad pública y el estancamiento económico son dos de las aristas más visibles que contribuyeron al desgaste natural del Frente Amplio.

"Después de 15 años de gobierno, obviamente siempre hay desgaste", apunta Caetano, quien también señala que el Frente Amplio se topó frente a una campaña mejor articulada de la oposición.

Luis Lacalle Pou generó una coalición "multicolor" de cinco partidos opositores que van desde el centro hasta la extrema derecha y que aglutinaron toda la crítica hacia el gobierno.

"De modo que en la primera y segunda vuelta, el Frente Amplio lidió contra el conjunto de la oposición y eso finalmente ha llevado a una situación de derrota", explica el politólogo.

El candidato del Frente Amplio en estas elecciones, Daniel Martínez, evitó reconocer el triunfo por la mínima de Lacalle Pou en el escrutinio primario, dado que había una diferencia de poco más de 1%, pero mínimas posibilidades de remontar según las tendencias.

Eso fue mal visto por dirigentes del gobierno, incluso el presidente Vázquez, según Caetano. El propio mandatario felicitó a Lacalle.

Pero este jueves se confirmó lo inevitable, el triunfo del Partido Nacional que tomará el poder luego de tres lustros de gobierno del Frente Amplio.


 

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