Para unos, la solución pasa por mayores controles a la venta de armas. Para otros, por hacer mucho más en materia de salud mental.

Pero Donald Trump parece creer que el problema de las matanzas en las escuelas de Estados Unidos -como la que dejó 17 víctimas en Parkland, Florida, la semana pasada- se puede solucionar armando a los profesores.

"Si el entrenador (Aaron Feis, quien perdió la vida tratando de salvar a varios estudiantes durante el tiroteo de Parkland) hubiera tenido una pistola en su casillero (?) le habría disparado (al atacante) y ese habría sido el fin del asunto", dijo el presidente estadounidense este miércoles durante un encuentro con víctimas de varios tiroteos escolares.

"Eso se llama portación oculta: un maestro llevaría una pistola oculta consigo, irían a recibir un entrenamiento especial y estarían allí", explicó el mandatario, quien tampoco dudó en criticar el concepto de las escuelas como lugares libres de armas.

Y Trump -quien este jueves aclaró que no estaba proponiendo dar armas a todos los maestros, sino nada más considerar la posibilidad de armar "a los más adeptos, con entrenamiento especial o experiencia militar"- no es el único que piensa que el problema se podría solucionar con más armas en las salas de clase, en lugar de con menos armas en casas y calles.

De hecho, a inicios de mes, un legislador de Kentucky reaccionó a la muerte de dos estudiantes en una escuela local con una propuesta de ley que permitiría la presencia de alguaciles armados en las escuelas del estado.

Y en noviembre pasado, el Senado de Michigan aprobó una ley que permite la portación de armas ocultas por parte de profesores de primaria y secundaria, mientras que Florida, Indiana, Pensilvania, Mississippi, Carolina del Sur y Virginia Occidental ya están debatiendo leyes similares.

De ser aprobadas, estos estados se sumarán a cuanto menos nueve que ya permiten algún tipo de portación oculta en sus escuelas secundarias.

"Un punto muy bajo"

Como explica Joel Gunter, un periodista de la BBC que ha estado analizando el tema, "cada tiroteo fatal reaviva el viejo debate sobre si la solución es más armas o más control de armas".

Y Tom Kurowski, presidente de la federación de profesores de Newtown, Connecticut -el pueblo donde se produjo la matanza de Sandy Hook, la más letal en una escuela de EE.UU. hasta la fecha- pertenece al grupo de quienes creen que armar a los profesores para evitar nuevas tragedias no es una buena idea.

"No nos hicimos profesores para llevar armas. Y creo que si nuestro gobierno tiene que armar a los maestros para proteger a nuestros estudiantes, es que hemos llegado a un punto muy bajo", le dijo Kurowski a la BBC.

"No creo que esa sea una dirección que nadie que se dedique a la enseñanza esté dispuesto a apoyar", agregó.

Los esfuerzos en ese sentido, sin embargo, adquirieron fuerza precisamente luego de la matanza de Sandy Hook, en donde perdieron la vida 20 niños y seis maestros.

Ante la avalancha de voces demandando un mayor control a la venta de armas, la influyente Asociación Nacional del rifle (NRA, por sus siglas en inglés) decidió empujar en la dirección contraria.

"La única forma de detener a un tipo malo con una pistola es un tipo bueno con una pistola", dijo, una semana después del tiroteo, Wayne LaPierre, vicepresidente ejecutivo de la NRA.

Y la idea -que LaPierre recalcó de nuevo este jueves, durante su comparecencia en la conferencia conservadora CPAC- rápidamente pasó a convertirse en la filosofía detrás de las prioridades legislativas de la asociación.

Poco después, el grupo publicó un reporte recomendando la presencia de personal armado en todas las escuelas de EE.UU.

Y en 2013, un año después de la masacre de Sandy Hook, siete estados aprobaron leyes permitiendo la portación de armas por parte de maestros.

Respuesta armada

"En los últimos dos o tres años hemos visto una explosión de propuestas legislativas para obligar a que las escuelas armen a los maestros o les permitan portar armas", destaca Adam Skaggs, del Centro Legal Giffords para la Prevención de la Violencia Armada.

"Y no solo impulsan la idea de que la gente necesita armas en las escuelas para hacerlas seguras, sino la idea de que la gente necesita armas en todas partes: en las calles, parques, incluso en los edificios gubernamentales", agrega.

Los impulsores de este tipo de medidas insisten en que son la única forma efectiva de proteger a los estudiantes, ofreciendo como ejemplo sobre todo a las escuelas rurales, donde la respuesta de la policía en caso de ataque puede tardar demasiado.

Y también critican el concepto de las escuelas como zonas libres de armas, pues aseguran que eso las convierte en blancos fáciles; una idea con la que Trump parece estar de acuerdo.

"Una escuela 'libre de armas' es un imán para gente mala", insistió este jueves.

"Profesores bien entrenados (?) servirían como un disuasivo para los cobardes que hacen este tipo de cosas. Muchos más elementos y menos costosos que guardias (...). ¡LOS ATAQUES SE ACABARÍAN!", escribió en Twitter.

https://twitter.com/realDonaldTrump/status/966653833047887874

La idea también fue retomada por LaPierre en sus primeras declaraciones públicas después de la matanza de Parkland.

"El mal camina entre nosotros y Dios nos libre si no protegemos a nuestras escuelas", dijo, también este jueves, en la CPAC.

Tres días de entrenamiento

Los tiroteos en las escuelas de EE.UU. irrumpieron en el imaginario colectivo del país en abril de 1999, cuando Eric Harris y Dylan Kleblod mataron a 12 alumnos y un profesor de la escuela secundaria de Columbine, en Littleton, Colorado.

Catorce años después -y numerosas matanzas más- Littleton volvió a vivir otro tiroteo, a poco más de 10 km de Columbine.

En diciembre de 2013 Karl Pierson, de 18 años, llegó armado a la secundaria Arapahoe y le disparó a Clare Davis en la cabeza, antes de suicidarse en la biblioteca de la escuela.

Y uno de los primeros policías en acudir a le escena del crimen fue Quinn Cunningham, quien ahora coordina cursos de tres días para profesores armados financiados por el Instituto Independencia y Ciudadanos de Colorado por las Libertades Civiles.

Los cursos, llamados "Faster", incluyen un día de "desarrollo de mentalidad" orientado a preparar a los maestros para la posibilidad de que tengan que disparar a matar a uno de sus propios alumnos.

Cunnighman, de 44 años y todavía en servicio activo, les pide a los profesores que cierren los ojos e imaginen al estudiante entrando a clases con un arma.

En la vida real, un profesor puede tener nada más una fracción de segundo para evaluar la situación y reaccionar. Esta es la parte más difícil de todo el entrenamiento, al punto que hace llorar a algunos participantes.

"Pero si podemos hacer que, en sus mentes, le ganen a ese estudiante, entonces cuando ocurra el incidente se van a imponer", dice Cunningham.

El año pasado, cinco miembros del equipo de la secundaria Fleming, en Colorado, participaron en el entrenamiento, que tiene lugar durante las vacaciones de verano para que los estudiantes no sepan qué profesores están involucrados.

Y una de ellos, que pidió permanecer en el anonimato, cuenta que decidió imaginarse a su estudiante favorito durante los ejercicios, para estar lista para el peor de los escenarios.

"Se supone que los maestros no debemos tener favoritos, pero pasa. Y si ese estudiante toma la mala decisión de poner a otros en peligro, voy a tener que hacer algo al respecto", le dijo a la BBC.

Aunque Kurowski, el profesor de Newtown, Connecticut, cree que ese enfoque es errado.

"Yo me inclinaría más bien por dar asesoría a ese mismo alumno, ayudar a encaminarlo para que nunca llegue al punto de sentir que debe traer un arma a la escuela y empezar a matar a sus compañeros y amigos", dijo.

En cualquier caso, ahora la secundaria Fleming tiene letreros en todas las entradas en los que se advierte que algunos profesores están armados.

Y, según la profesora, los estudiantes pasaron "una o dos semanas" tratando de averiguar quiénes llevaban armas, antes de rendirse. Aunque ella tuvo que hace cambios en su guardarropa para poder llevar una pistola.

A favor y en contra

Los voluntarios de la secundaria Fleming también tuvieron que someterse a una revisión de antecedentes, entre otras pruebas, explica el superintendente de la escuela, Steve McCracken.

Todos las pasaron. Y ahora los cinco portan armas dentro del recinto escolar.

Según una encuesta de 2013 de la Asociación Nacional de Educación, sin embargo, sólo el 22% de los profesores dijo apoyar la idea de armar a los docentes, mientras que un 68% se opuso a la medida.

En otra encuesta, realizada el mismo año, 72% de los maestros dijeron que no portarían armas aunque la ley lo permitiera.

"Jugar a ser Rambo"

En Michigan, donde en noviembre pasado el senado estatal se aprobó una ley que permite la portación escondida en secundarias, iglesias, guarderías y eventos deportivos, el exprofesor y ahora senador demócrata Jim Anaich dijo estar convencido de que "la inmensa mayoría" de sus excolegas está en desacuerdo con la medida.

"Tratar de jugar a Rambo simplemente no calza con la realidad de lo que pasa en una situación de peligro. Y las personas no entrenadas son mucho más propensas a dispararle a un transeúnte, a un oficial de policía o a un niño", explicó Ainach.

En su opinión, ni los tres días de entrenamiento de "Faster", ni el mínimo legal de ocho horas para profesores armados fijado por Michigan, son remotamente suficientes.

"Seguir la filosofía de la NRA de que se pueden poner armas en manos de profesores y gente sin entrenamiento, y esperar que tomen el tipo de decisiones que en principio les competen a las fuerzas de seguridad, es regresivo y peligroso", declaró.

Y aquellos que luchan para mantener las armas afuera de las escuelas también dicen que armar a los profesores es una mala solución para el problema equivocado, especialmente en aquellos estados donde no hay leyes que obliguen a poner las armas a resguardo en el hogar.

Según el Centro Legal Giffords, en 27 estados y el Distrito de Columbia tienen algún tipo de ley que determina qué tan seguras deben estar las armas guardadas en casa.

Pero en algunas -como la de Kentucky, donde el tirador tomó el arma del armario de sus padres- los padres o tutores solo rompen la ley si conscientemente le proporcionan un arma a un menor acusado de un crimen violento o con altas probabilidades de cometer un crimen.

"Si queremos evitar tiroteos en las escuelas, primero deberíamos estar hablando acerca de cómo evitar que los niños puedan hacerse con armas", dice Skaggs, uno de los abogados del Centro Giffords.

"Ese es el tipo de leyes que deberíamos estar discutiendo", insiste.

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