Al principio parecía una tubería herrumbrosa gigantesca encontrada en el sitio de una construcción, pero cuando detallaron bien, se destaparon las alarmas.

Era una "megabomba" de 1.4 toneladas que lanzó la Real Fuerza Aérea, la aviación británica, durante la Segunda Guerra Mundial y nunca explotó.

La encontraron unos constructores alemanes el pasado miércoles en un terreno de Frankfurt y no fue hasta este domingo cuando pudo ser finalmente desactivada, más de 70 años después de caer.

Según informaron medios alemanes, la operación conllevó la evacuación de más de 65 mil personas, la más grande que se realiza en este país desde 1945.

Aunque la policía anunció que la desactivación concluyó con éxito, los residentes aún esperan el permiso de las autoridades para regresar a sus hogares.

La operación

Los departamentos de bomberos y de policía de la ciudad advirtieron que una explosión incontrolada de la bomba, del tipo Blockbuster 4000, sería lo suficientemente potente como para aplanar una calle entera.

Para evitar la pérdida de vidas humanas durante la operación, la policía inspeccionó cada casa de la zona evacuada con tecnología de detección de calor para asegurarse de que todos los vecinos estuvieran fuera.

El área, ubicada en el distrito de Westend, incluía hospitales, hogares de ancianos, un teatro de ópera y hasta un edificio del Banco Central de Alemania, en el que se almacenan las reservas de oro de la mitad del país.

Más de 100 pacientes de dos hospitales tuvieron que ser trasladados a otras clínicas, incluidos recién nacidos prematuros y personas en cuidados intensivos.

La policía acordonó luego un perímetro de 1,5 kilómetros, mientras los residentes, con equipajes a cuesta, abandonaban la zona de peligro.

Las autoridades informaron que algunas personas serán procesadas por "tardanzas" en abandonar el "área temporalmente restringida".

¿Cuánto peligro representan las bombas sin estallar?

Se estima que existen miles de bombas sin explotar de la Segunda Guerra Mundial enterradas en suelo alemán. De hecho, un promedio de 2.000 toneladas de municiones sin detonar se encuentran en ese país cada año.

Se calcula que cerca de la mitad de las 2,7 millones de toneladas de bombas lanzadas por las potencias aliadas durante la Segunda Guerra Mundial cayeron sobre Alemania.

Muchas de ellas estaban equipadas con fusibles de retardo de funcionamiento y nunca explotaron.

A estas se suman las lanzadas por la artillería rusa y, también, las granadas de mano, las minas de tanques y municiones soviéticas que existían en las instalaciones de entrenamiento de la Alemania Oriental de posguerra.

El problema está tan extendido que Alemania tiene una unidad de eliminación de bombas, la Kampfmittelbeseitigungsdienst (KMBD).

Sus técnicos están entre los más ocupados del mundo, pues desactivan como promedio una bomba cada dos semanas, y se calcula que su trabajo continuará durante décadas.

Una amenaza real

Decenas de técnicos de eliminación de bombas y cientos de civiles murieron en Alemania a causa de explosiones incontroladas en las décadas posteriores a la guerra.

La tasa de muertes por esta causa han caído en los últimos años.

Según las autoridades, 11 técnicos han perdido la vida por explosiones desde el año 2000.

Pero los expertos advierten que los dispositivos que aún quedan bajo tierra podrían ser cada vez más inestables a medida que las municiones envejecen y sus fusibles se vuelven más frágiles.

El problema es más grave en ciertas zonas del país.

La ciudad de Oranienburg, en las afueras de Berlín, tiene la dudosa distinción de ser la "ciudad más peligrosa de Alemania".

Durante el Tercer Reich, contenía un centro de armamento, una planta de aviones, un cruce ferroviario y una instalación de investigación nuclear, por lo que era un objetivo clave para los bombardeos de los Aliados.

Casi 200 bombas han sido desactivadas en la ciudad desde el final de la guerra y los residentes están bien entrenados en el procedimiento de evacuación.

Pero los expertos estimando que entre 350 y 400 bombas permanecen enterradas allí.

La tarea está lejos de ser completada.

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