Lukas Cavar, un estudiante estadounidense de 19 años, no tuvo otro remedio que lamer las paredes de una cueva en la que estuvo atrapado durante casi tres días para poder sobrevivir.

"Estaba bastante asustado y confuso", le contó Cavar a Indiana Daily Student, un diario independiente gestionado por la comunidad de alumnos de la Universidad de Indiana en Bloomington, una ciudad en el sur de ese estado de Estados Unidos.

El joven estaba participando junto con el grupo de espeleología de su nuevo centro de estudios en una expedición a la cueva de Sullivan Cave, en el sur del Indiana, cuando por un momento se separó del resto de los compañeros.

Poco después Cavar ya no pudo encontrar el camino de vuelta y el resto de la expedición abandonó el lugar sin darse cuenta de que faltaba.

Sin querer, lo dejaron atrapado bajo tierra.

La cueva, de propiedad privada, tiene una puerta y un cerrojo para evitar que el público general y gente sin experiencia puedan entrar y hacerse daño.

Al principio el joven gritó por ayuda e incluso intentó abrir el candado con un clip, pero después de unas horas desistió para ahorrar energía.

Supervivencia

Cuando Cavar se quedó atrapado lo único que llevaba encima eran dos botellas de agua vacías, dos barritas energéticas, su cartera, su teléfono y los auriculares.

En su relato al diario universitario, Cavar contó las peripecias que tuvo que hacer para mantenerse con vida durante tres días.

"Me costó un tiempo luchar contra mis emociones, abordar la situación de forma analítica y sensata e idear un plan para poder sobrevivir", explicó.

Comió las barritas energéticas que llevaba con él y chupó el envoltorio infinidad de veces para intentar matar el hambre.

Al segundo día estaba muerto de sed.

"Lamí las paredes de la cueva durante horas para mantenerme hidratado".

El joven embotelló su propia orina pero no llegó a beberla porque no vio forma de poder depurarla.

El frío y los murciélagos fueron otro problema durante los tres días y las tres noches que pasó encerrado.

Cavar llevaba ropa ligera para la excursión pero el frío era intenso en la noche, así que durante esas horas caminó para incrementar su temperatura corporal.

Temía también que los murciélagos le mordiesen mientras dormía. Así que se adentró a lo más profundo de la cueva para huir de ellos, pero allí la temperatura era más heladora aún.

El tercer día el frío y el hambre se apoderaron de él. Pensó incluso en comer los grillos de la cueva.

Como ya no podía más, se puso en posición fetal y esperó.

Controlar la mente también fue otro desafío, especialmente en los primeros momentos, según el relato del joven a la prensa local.

"Al principio entré en pánico al pensar que nunca volvería a ver a mis seres queridos, pero después las ganas de verlos me hicieron seguir adelante y abordar la situación de otra manera".

Mantuvo conversaciones imaginarias sobre lo que estaba viviendo con familiares y amigos, para tranquilizarse.

Cuando la batería de su celular estaba a punto de acabarse, les escribió cartas de despedida.

El mejor menú

La excursión tuvo lugar un domingo pero no fue hasta el martes que el presidente del Club de Espeleología de la Universidad de Indiana se dio cuenta que faltaba uno de los excursionistas.

Los líderes de la excursión corrieron a buscarlo.

"Cuando llegaron podías ver en sus caras que estaban bastante afectados. Casi me matan, no me imagino la culpa que debían sentir", continúa contando el nuevo universitario.

Al salir, Cavar devoró un plato de pasta, los restos de una hamburguesa Big Mac y bebió mucha agua.

"Probablemente la mejor comida que he tomado en mi vida", le dijo Cavar al Indiana Daily Student.

El estudiante no quiso ir a un hospital y los líderes del grupo accedieron después de realizarle un pequeño examen médico en el que comprobaron que estaba en plenas facultades mentales.

"Antes de irse se acordó de recoger los desperdicios que había dejado en la cueva", cuentan los encargados del grupo apuntando a que esa es una regla de oro entre excursionistas.

Otros miembros del grupo le dieron calcetines y una sudadera para que entrara en calor.

Protocolos

El Club de Espeleología no se explica cómo algo así pudo ocurrir.

"Ha habido un problema de coordinación y liderazgo", dijeron en un comunicado desde la institución que recordó los protocolos en vigor.

Durante cada excursión se cuenta el número de participantes antes y después.

"Estos protocolos rigurosos están ahí para prevenir situaciones como estas pero sólo son efectivos si se siguen".

Aclarar lo sucedido, dicen desde el Club, es ahora un tema legal.

Cavar se unió al la excursión del Club de Espeleología el pasado mes de agosto durante la feria estudiantil de la Universidad de Indiana, donde comenzó sus estudios este septiembre.

Creyó que la actividad extracurricular sería una buena manera de hacer amigos pero después de lo ocurrido asegura que por el momento no se plantea otra excursión.

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