A las 9.30 hora local, Kim Jong-un aparecía en la zona desmilitarizada que separa ambas Coreas para saludar al presidente surcoreano Moon Jae-in y cruzar a Corea del Sur para comenzar la histórica cumbre.

Pero Moon sorprendió al público. De forma inesperada, el presidente surcoreano saltó la fina demarcación de cemento en el suelo que separa a las dos Coreas para pisar suelo norcoreano y dejar que también se tomara fotografías de ellos en el Norte, antes de que ambos, de la mano, volvieran a Corea del Sur.

Kim apareció acompañado de una de las figuras más destacadas de su gobierno en el último año: su hermana Kim Yo-jong. Ella es la que en esta imagen le sujeta el ramo de bienvenida, mientras ambos líderes posan con niños coreanos ante las cámaras.

Una guarnición de honor escoltó a ambos líderes hacia el Pabellón de la Paz, donde se celebraron las conversaciones. En el camino, ambos mandatarios conversaron de manera afable por una gran alfombra roja desplegada por Seúl.

Es la primera vez que líderes de las dos Coreas se reúnen en once años y mucho está en juego: entre otras cosas, la paz definitiva o la desnuclearización de la península.

Antes de comenzar la sesión matutina de conversaciones, Kim escribió en el libro de honor: "Es tiempo para la paz y para empezar un nuevo momento en la historia".

En la cumbre, todo estuvo controlado al detalle: la mesa de reuniones, por ejemplo, medía 2.018 milímetros de ancho para recordar el año en que se celebra este histórico encuentro. Al empezar, Moon lanzó una propuesta: "¿Por qué no acordamos una paz que suponga un regalo para el mundo?".

Como dijo Moon al comenzar la reunión, el mundo "está pendiente" de la cumbre intercoreana y del éxito que tenga. Aquí, una muestra de ello, en las calles de Seúl.

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